jueves, 12 de enero de 2012

Verde, amarillo y rojo: dime en qué sector trabajas y te diré qué luz te tocará en el país de la "Sintonía Fina"
Por Mariano Jaimovich-Fernando Gutiérrez



La nueva economía de la "sintonía fina" girará en torno a una premisa: no todos serán iguales, tampoco serán medidos con la misma vara y cada uno tendrá un tratamiento diferenciado.

Las reglas no serán de tipo general y el "boletín de conducta" que muestre cada sector los hará acreedores a premios y castigos.

En otras palabras, no va a haber "competitividad para todos", sino que los funcionarios analizarán caso por caso, para así poder elegir qué actividades resultan merecedoras de una "beca estatal", entendiéndose como tal distintos tipos de beneficios y protecciones que puedan recibir.

La propia Cristina Kirchner definió a la nueva etapa, en su acto de reasunción, con estas palabras: "No puede haber reglas generales para todos los empresarios, sino que se debe ver empresa por empresa y sector por sector para asegurar la competitividad".

Para avanzar en este sentido amplió las facultades -nada más y nada menos- que del polémico y temido "guardián de los precios", Guillermo Moreno, ahora devenido en "ministro de la Sintonía Fina".

Para abundar en más detalles, Beatriz Paglieri, flamante secretaria de Comercio Exterior -y mano derecha Moreno- dijo en su primer día de funciones: "El modelo está basado en el superávit comercial".

Sus palabras ya dejan bien en claro lo que viene: un "torniquete" mayor a los productos del exterior y una profundización del modelo del "1 a 1" aplicado a varios sectores, por el cual cada dólar que se importa debe ser compensado con uno de exportación.

A los fabricantes argentinos de electrodomésticos, y a los que se dedican a ensamblar equipos tecnológicos, la "sintonía fina" les viene como anillo al dedo.

También a otros a los que no les está yendo tan bien, como aquellos que producen autopartes, la nueva política promete cambiarles el panorama.

No es de extrañar que éstos hayan sido los primeros que le solicitaron una reunión a Paglieri, concientes de que su "boletín de conducta" no los muestra, precisamente, como alumnos ejemplares del modelo K, con importaciones que superan en unos u$s8.000 millones a las exportaciones.

No es para menos, más del 70% de las partes que componen un auto de los que circulan por las calles de Buenos Aires se trae de Brasil y de otros países.

Ante esta situación, los autopartistas llevarán en alto su bandera de sustitución de importaciones y apelarán a que la "sintonía fina" gubernamental prohíba el ingreso de motores armados.

Quienes también buscarán la bendición oficial y querrán caerle en gracia al nuevo Ministro, Norberto Yahuar, son los empresarios del sector rural, en particular, los productores de trigo.

Para aquellos que exportan, sus dichos respecto de que "no se pondrá a toda la actividad en la misma bolsa" es un canto a la esperanza.

Entienden que eso implicará una mejora de sus perspectivas. Y se entusiasman con el hecho de que podrán disponer libremente de su producción para vender fuera del país -sin cupos- siempre y cuando el Estado considere que está bien provisto el mercado interno.

El primer avance en este sentido se dio días atrás, cuando el Gobierno acordó con representantes del campo un nuevo esquema de comercialización para el trigo, que da una mayor certidumbre a los productores y que aliviana, en parte, la "angustia" que sufren actualmente por la sequía.

En conclusión, en una economía donde habrá crecientes dosis de discrecionalidad quienes saquen más provecho serán quienes cuenten con certificados de buena conducta y con una alta capacidad de lobby.

Así, los que estén mejor entrenados en el arte de recorrer pasillos ministeriales y los que tengan la suerte de estar en un sector al que el "relato" oficial califica como "de alto valor agregado", serán aquellos que verán mejor protegidos sus intereses.

Mayor dependencia del proteccionismo
Esta forma de mejorar la competitividad "caso por caso", ¿es necesariamente buena?

Los analistas tienden a creer que puede traer más problemas que beneficios, habida cuenta de la discrecionalidad y de los posibles efectos colaterales que pueda generar la eventual arbitrariedad con que se implanten tales mejoras.

"Me hizo ruido lo que dijo la Presidenta. No veo la necesidad de meterse en forma individual con cada empresa para ver cómo mejorar su competitividad. Es una puerta a un mayor intervencionismo", señala Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía.

"Es preocupante, porque ningún país se desarrolló bajo ese modelo. Las mejoras generalmente se buscan con regulaciones generales y no personalizadas", agrega el politólogo.

Lo cierto es que, hasta ahora, lo que garantizaba la capacidad de competencia para las empresas argentinas era el crecimiento acelerado de la economía.

Ello permitía que, aunque los costos se elevaran (tanto en pesos como en dólares) podían compensar la pérdida del margen de rentabilidad por unidad de producto gracias al llamado "efecto escala".

Es decir, con la fabricación de grandes volúmenes, que posibilitaba prorratear esas mayores erogaciones.

Pero el panorama 2012 es diferente, producto del fuerte freno que se prevé en la economía (los analistas creen que el PBI crecerá entre un 3% y un 4%, casi la mitad de la suba alcanzada en 2011).

Es por eso que -según una encuesta de la Fundación Mediterránea- casi 7 de cada 10 empresas espera una caída en los márgenes de ganancia.

"Se fabricará un menor volumen. Y los márgenes se seguirán achicando, lo cual plantea un desafío", advierte Milagros Gismondi, economista jefe del Estudio Ferreres.

Y agrega que, al no poder recurrir a las economías de escala, muchos sectores terminarán trasladando sus mayores costos a los precios, lo cual seguirá echando nafta a la hoguera inflacionaria.

Claro que recurrir a los aumentos tampoco será una solución que estará al alcance de todos sino, más bien, que estará acotada a quienes ocupan una posición privilegiada en el mercado, o producen bienes sin sustitutos cercanos.

Esta situación podría afectar particularmente a las pequeñas y medianas empresas, según Laura Mastroscello, investigadora de la Fundación Observatorio Pyme, quien identifica las amenazas del momento: "Los aumentos de costos, tanto de materias primas como de salarios, y la disminución en los márgenes de rentabilidad".

Verde, amarillo y rojo
Lo que va quedando claro es que, al privilegiarse algunas medidas por sobre otras, comienzan a delinearse con claridad quiénes serán los ganadores y perdedores de la "sintonía fina".

Ocurre que, aunque en la definición teórica de "competitividad" todos puedan ponerse de acuerdo, las diferencias aparecen a la hora de ver qué medida concreta beneficiará a cada sector.

En este contexto, están aquellos empresarios que sienten que -de cara a lo que viene- contarán con "luz verde" para el desarrollo de sus negocios.

En tanto, algunos ya visualizan el semáforo en amarillo y, directamente, otros lo ven en rojo.

¿Qué indicadores miran? El accionar del Gobierno para protegerlos de las importaciones, la evolución del dólar, el panorama de aumentos salariales, las nuevas regulaciones que puedan dictarse y la presión impositiva.

1. Luz verde: la industria nacional
Las empresarios orientados a la fabricación nacional y que tienen como premisa sustituir importaciones, serán los grandes beneficiados de la "sintonía fina".

Es por eso que se los ve respirar muy aliviados.

Y no es para menos, saben que gozarán de la protección oficial ante la competencia importada. Claros ejemplos de esto son la industria electrónica y la textil.

La sensación de este último sector, tal como señala Mariano Kestelboim -director de Fundación proteger- es que no se enfrentará con demasiados problemas mientras haya "mayor control aduanero, regímenes de promoción de la actividad y adecuación del crédito para empresas".

También "respira optimismo", Victor Hugo Benyakar, presidente de la Cámara de Indumentaria: "El Gobierno defiende a las industrias sensibles controlando las importaciones para que no ingrese mercadería a precios viles".

Además del cierre importador, hay otras medidas de la "nueva" economía discrecional que son celebradas por algunos sectores.

Por lo pronto, el crédito subsidiado es y será uno de los temas calientes.

¿Por qué? Al respecto, una investigación de la Fundación Mediterránea revela que ocho de cada diez firmas manifiesta encontrarse con condiciones desfavorables a la hora de financiarse (altas tasas o falta de préstamos a largo plazo).

En este sentido, las declaraciones de los funcionarios ya dejan entrever que la canalización de la liquidez del sistema bancario hacia algún tipo de crédito subsidiado es una de las iniciativas que formará parte de los paquetes de medidas.

Pero, no será para todos, sino para aquellos empresarios que hayan tramitado su "certificado de buena conducta" en la Secretaria de Comercio Interior.

Como requisito, deberán mostrar un comportamiento "ejemplar" en cuanto a no haber subido demasiado los precios, incrementado sus inversiones y no contar en su legajo con manchas, tales como suspensiones o reducciones de personal.

2. Luz amarilla: sector servicios
Para los sectores de comercio y servicios, en cambio, no parece que la sintonía fina vaya a mejorar la situación actual.

Ocurre que los principales factores que afectan la competitividad de estas empresas son los costos -sobre todo el salarial- y la inflación.

"Los sectores que más rentabilidad perdieron son aquellos de mano de obra intensiva. Es decir, donde los recursos humanos tienen una mayor participación en la estructura de gastos de la empresa", observa Henry Lubel, analista de la consultora Claves.

Y agrega que en la categoría de quienes más rápidamente han visto decrecer sus ganancias figuran tanto los sectores de servicios como también industrias de tipo de manufactura artesanal y del rubro alimenticio.

La diferencia es que mientras a las industrias les significa un alivio el cierre a las importaciones, a los servicios les resulta neutro, en el mejor de los casos.

Por otro lado, el distanciamiento entre la CGT de Hugo Moyano y el Gobierno les marca una luz amarilla de tono intenso, habida cuenta de que avizoran un escenario de mayor puja salarial, alejado de la moderación que pretende instaurar el Ejecutivo.

3. Luz roja: el campo y el sector bancario
En la categoría de los perdedores, el sector que aparece a la cabeza es el campo.

Sin posibilidad de influir en la cotización de las materias primas (cuyos precios sufren la volatilidad en el mercado internacional), el rojo fuerte del semáforo lo determina el atraso cambiario frente a la inflación y la pesada carga tributaria.

Ninguna de las dos cosas van a cambiar en el corto plazo. Y para colmo, se encuentran con fuertes y crecientes trabas para importar insumos básicos para el sector, tales como agroquímicos, fertilizantes y repuestos de maquinaria.


A esto se suma el "efecto sequía", que si bien responde a cuestiones climáticas, tiene un componente político. En este sentido, el ministro de Agricultura fue tajante al declarar que no se crearán fondos especiales para paliar un problema que, se estima, generá pérdidas por más de u$s5.000 millones de mantenerse el actual escenario.

"Estamos teniendo problemas con los insumos estratégicos", señala Ernesto Ambrosetti, economista jefe de la Sociedad Rural, quien avizora un 2012 "con mucha intervención del Gobierno en la economía y con severas distorsiones de varios indicadores".

Otra rama de actividad que avisora una luz roja en el horizonte es la bancaria. Es que el Gobierno no ve con buenos ojos la suba de tasas destinadas a financiar los préstamos al consumo.

En medio de este contexto, la Ley de Entidades Financieras que descansa en el Congreso -tendiente a declarar al sector como un servicio público-, es un fantasma que asusta como posible represalia.

Los directivos de bancos se muestran preocupados pese a ser quienes motoricen el financiamiento del consumo, principal pilar de la economía.

Verde, amarillo, rojo. Cada rubro con un color distinto, en esta nueva etapa marcada a fuego por la "sintonía fina". Y en la que la capacidad de lobby y el "boletín de conducta" serán los que definan a qué velocidad podrán transitar de cara al nuevo escenario.
FUENTE:Publicado en www.iprofesional.con

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