Por Carlos A. Ochoa Blanco
EL OBSERVADOR GLOBAL
Los que dirigen el planeta, por lo general, son personas que por distintos métodos, algunos inconfesables, han logrado llegar a la selecta cúspide del poder mundial. Ellos son los que manejan el mundo de las finanzas y la política internacional. Son seres que forman un ente, que es opaco para nosotros y que los aleja del resto de los mortales. Es un ente parasitario, que se alimenta de lo que produce la clase trabajadora.

En definitiva, los culpables del desastre que estamos sufriendo en la economía mundial, son los dueños de esas manos que mueven los hilos y su aislamiento en las nubes del poder. Los manejadores de “títeres” están en un nivel tan alto, que han perdido la noción de la realidad que vive el pueblo. Hoy, los personajes que forman el reducido ente del poder, están en las nubes de un paraíso ficticio, que puede terminar convirtiéndose en un infierno, si no espabilan pronto.
Antiguamente, los jerarcas de poder solo podían vivir separados del resto de los mortales, por los muros de sus castillos. Eso les permitía que al asomarse a los muros, pudiesen ver la realidad que les rodeaba. Pero hoy, el aislamiento del “Ente” es casi total. Viven en una burbuja paradisíaca, como si fuese un planeta dentro de otro. Están tan lejos del resto de la humanidad y de la realidad, que ya no son capaces de valorar unas medidas, acordes con las necesidades que tienen aquellos que viven fuera de la burbuja.
Estos grupos de poder están separados del pueblo por la tecnología, las secretarias, secretarios, asesores, abogados, guardaespaldas, etc. Todos ellos son un filtro entre la realidad del pueblo y el limbo del poderoso. Por eso una queja del pueblo, cuando termina de pasar ese filtro, llega al poderoso transformada en un piropo.
A principios del siglo pasado, todo el mundo sabía quién era el dueño de una empresa. Ese dueño, podía conocer directamente de los consumidores, si el producto era el adecuado o debía ser modificado. Pero hoy, intente usted comentarle al dueño de una multinacional, algún detalle sobre los productos que fabrica. Lo primero es que ya no se sabe quién es el dueño. Así que el comentario tendrá que hacerse en la oficina de atención al cliente. Luego, ese comentario, pasará por distintas manos que irán valorando si merece la pena seguir el curso. Si tiene suerte y pasa todos los filtros, resulta que cuando llegue ese comentario al que más manda en la empresa, probablemente el producto ya no se fabrique.
Algo similar pasa en el mundo de la política y en el limbo de los ricos que gobiernan la humanidad. Los que tienen que tomar decisiones, están demasiado alejados de la realidad. El “Ente” piensa que lo está haciendo bien, pero lo cierto es que la lejanía de la realidad y la borrachera de ambición que padecen, mezclada con el filtro de chupones que los rodean, nos llevan al caos en que vivimos.
Hoy leía que los del G8 quieren solucionar la crisis mundial. ¡¡¡ALELUYA!!! Parece que ya se han enterado de que hay crisis. Desde 1990, los del pueblo sabíamos que las cosas iban mal. El almacenero, el carnicero o la tienda de la esquina, sabían que se vendía menos, porque la gente se iba quedando sin trabajo. Pero recién ahora, el “Ente” del poder se ha enterado que la economía va mal. Posiblemente lo que pretendía ese “Ente”, era la “chinalización” de Europa y América. Es decir, llevarnos a la pobreza extrema y pérdida total de derechos sociales, que obliguen al pueblo a trabajar por sueldos miserables. El problema es que Europa no es China y los suicidios de ciudadanos, que lo han perdido todo, es el primer indicador de que la paciencia se acaba.
El hambre, la injusticia y la falta de un futuro esperanzador, están creando un ambiente de desesperación, donde cualquier chispa, terminará transformando al pueblo en hordas. Y las hordas llevan a lo que le sucedió a Gadafi. Sería bueno que los que integran el “Ente” del poder, aparten el filtro de vividores que los rodea, se asomen al muro de sus “castillos” y comprueben la miseria creciente que sufre el pueblo. Cuando un pueblo es pobre, lo único que tiene que perder es la vida y la verdad es que tener vida, para sufrir miseria, no es un buen incentivo para conservarla. Trabajo y consumo, consumo y trabajo, es lo que hace falta para que los del “Ente” puedan seguir retozando tranquilamente y sin problemas, en su burbuja paradisíaca, en ese mundo de hadas en el que viven.
FUENTE:Publicado en http://observadorglobal.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario