sábado, 4 de agosto de 2012

El duro oficio de sobrevivir

La vida en determinados asentamientos de las grandes ciudades es un permanente ejercicio de supervivencia en un entramado de códigos indescifrables. Francisco Panero

LaVoz
La vida en determinados asentamientos de las grandes ciudades es un permanente ejercicio de supervivencia en un entramado de códigos indescifrables. Las convivencia en villas de emergencia, barrios periféricos y, desde hace unos años, los barrios-ciudades no es precisamente tarea sencilla.
Ciudad de los Cuartetos y otros reductos creados en la era delasotista se han nutrido de vecinos que han sido trasplantados desde otros 
lugares que en la mixtura difícilmente tienen una sólida integración.
Lo apreciado en este juicio habla a las claras de cómo, en esos lugares donde los servicios apenas si llegan, se deja todo librado a la libre oposición de fuerzas que terminan por establecer jerarquías, liderazgos, códigos de respeto al poder local y justicia por mano propia.
En este caso, un joven atropelló a otro que terminó muerto. Sus allegados decidieron ir a cobrarse lo que creían justo, por sus propios medios, y apedrearon la casa. Cuando uno salió a defender lo suyo, otro intentó apuñalarlo. Las cosas salieron mal y hubo otra muerte.
Ese es el lenguaje violento con el que se dialoga cotidianamente en villas, barrios y otros asentamientos de la capital cordobesa, como así también de otras grandes-ciudades. Mientras algunos se encierran en fortalezas para protegerse de otros, los desplazados están obligados a convivir en un terreno sumamente adverso. Muchos han sido trasladados a un lugar donde no necesariamente se llevan bien con sus vecinos con los cuales no comparten vivencias, valores, idiosincrasias ni experiencias comunes.
Siempre se dijo que se sacó a esos vecinos del entorno donde durante generaciones habían aprendido a rebuscárselas con los recursos que disponían en la ciudad. Al ser llevados a la periferia, 
se enfrentaron con las carencias en medio de una convivencia y competencia con quienes no conocen pero sufren los mismos pesares.
La violencia en ese entorno es mucho más común de lo que se visibiliza en los diarios y en los medios de comunicación. Decenas de desplazados nutren a diario las estadísticas de los hospitales públicos, con apuñalados, 
baleados, heridos en riña y otras muestras de esa riesgosa manera de ser vecino.
Natalio Agüero sale en libertad y si retorna al barrio continuará conviviendo con el mismo paisaje que lo llevó a la cárcel. Difícil será revertir ese panorama.

FUENTE: Publicado en www.lavoz.com.ar

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