lunes, 8 de octubre de 2012

Socialismo, Cuatro Riesgos
Eduardo García Gaspar- Contrapeso-info
El asunto tiene sutilezas y variaciones.
Pero al final, puede comprenderse mejor viendo sus extremos. Uno de ellos es el socialismo.
El otro es el liberalismo, o capitalismo, como usted quiera llamarle.
Con gradaciones intermedias, ésta es la gran dualidad en la que se mueven las decisiones políticas.
Con el socialismo, los gobiernos adquieren más poderes y funciones, que retiran libertades de las personas. Con el liberalismo, los gobiernos dejan en manos de particulares la gran mayoría de las decisiones y sus libertades correspondientes.

Un ejemplo sencillo. En un gobierno socialista se tienen muy altos impuestos y un alto gasto gubernamental. Lo opuesto del un gobierno liberal, con bajos impuestos y un gasto público pequeño.
No es difícil de entender, ni de visualizar. En un gobierno socialista, se limita la iniciativa económica de los particulares, como por ejemplo en México, donde ningún mexicano puede poseer una empresa petrolera.
En un sistema liberal, sucedería lo opuesto. Entre esas alternativas se mueven las decisiones políticas, entre dar más poder al gobierno y menos a las personas, o dar más poder a las personas y menos a los gobiernos.
En el tratamiento de este tema, hay algo que bien vale una segunda opinión. Me refiero a examinar con realismo al socialismo.
Lo que quiero evitar es el truco común que usan sus defensores, cuando hablan de los resultados que en teoría tendría el socialismo. Quiero aquí quitar eso de “en teoría” y ver sus riesgos reales.
• Uno de ellos, el más claro, es el menos conocido. El socialismo eleva mucho las probabilidades del establecimiento de un sistema tiránico, en el que el gobierno concentre demasiado poder y se convierta en eso, en un despotismo. Es un riesgo real.
Vea usted, por ejemplo, que los sistemas políticos no democráticos son invariablemente socialistas. Habría sido imposible que Castro en Cuba hubiera optado por un régimen capitalista o liberal.
Esto se repite una y otra vez. No imagino en Venezuela a Chávez optando por dar libertades económicas y, por ejemplo, respetar la propiedad privada de los medios de comunicación. El riesgo es real y probado. La literatura de Marx y Engels vale oro para el déspota, lo mismo que el keynesianismo. Es un riesgo significativo.
• Otro riesgo muy significativos es la alteración de los procesos económicos para establecer precios reales. El intervencionismo económico tiende a alterar precios y, con eso, eleva la probabilidad de tomar decisiones sobre información falsa.
Un caso clásico es la reducción de las tasas de interés, que al principio produce un boom económico y termina sin remedio en una crisis.
En el fondo es un problema ético que pone en tela de juicio la moralidad del socialismo, un sistema que al modificar incentivos reales, desperdicia recursos y produce resultados económicos malos. Las pruebas abundan. Vea usted en qué lugar de desarrollo están países que han seguido con consistencia políticas socialistas.
• Ligado al anterior, hay un riesgo adicional. Es el de presentarse una oportunidad de negocio que no crea riqueza. Siendo el gobierno tan poderoso y rico, muchos se organizan para allegarse a la autoridad y vivir de sus favores y privilegios.
El ejemplo de Televisa en México, en tiempos del PRI, el siglo pasado, es legendario. Y sucede lo mismo con sindicatos, como el de la educación.
Cuando ese corporativismo sucede, se lastima a la mayoría de la gente. Sólo los grupos minoritarios más pequeños y mejor organizados pueden explotar esa relación con la autoridad.
• Finalmente, el riesgo mayor del socialismo es una modificación en el comportamiento humano. Bajo ese sistema, las personas se vuelven dependientes de dádivas gubernamentales.
Pierden su sentido de iniciativa y propósito en la vida. Dejan de luchar y esforzarse. Se sientan a esperar pasivamente la ayuda gubernamental prometida. Dejan de tener ambiciones individuales y abandonan su sentido de libertad.
La gente se vuelve pasiva, desinteresada, inactiva, indiferente, inerte. Su sola ambición es recibir la visita de un gobernante con un regalo. Y si acaso llega la situación que hace inevitables medidas de austeridad gubernamental, lo único que se les ocurre hacer es salir a la calle a protestar pidiendo que no se suspendan esos regalos.

Fuente: Publicado en Contrapeso-info

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