lunes, 5 de noviembre de 2012

El riesgo K
RioNegro.com.ar  En circunstancias determinadas, el que un político haya mentido descaradamente suele considerarse evidencia de honestidad. Es lo que sucede cuando un ministro de Economía intenta convencer a sus amigos más íntimos de que nunca se le ocurriría devaluar la moneda de su país a pesar de que ya haya decidido hacerlo; en tal caso, muchos lo felicitarían por su negativa a ayudarlos a aprovechar una oportunidad para enriquecerse de golpe. He aquí un motivo por el que los financistas avezados raramente toman al pie de la letra las declaraciones de líderes políticos que procuran tranquilizarlos. Lejos de sentirse impresionados por la firmeza y buena voluntad de quienes las formulan, suelen ver en ellas síntomas de debilidad. Es lógico, pues, que los mercados hayan reaccionado de manera ambigua frente a la promesa de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de que la Argentina pagará en dólares, "porque los tenemos", todos los títulos de deuda emitidos en dicha moneda: aunque los bonos recuperaron un poco el valor que habían perdido en los días anteriores, subieron el índice riesgo país y el costo de asegurarse contra un eventual default. Según parece, el que Cristina se haya sentido constreñida a ratificar en público su voluntad de abonar en dólares las deudas pendientes, sólo sirvió para asustar a quienes operan en los congénitamente hipersensibles mercados financieros.
Huelga decir que la forma vehemente en que la presidenta denunció a agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor's, los fondos "buitre" y la Justicia neoyorquina, acusándolos de participar de una "campaña anti-Argentina", no ayudó a tranquilizar a los preocupados. Las dudas en cuanto a la evolución próxima de la situación financiera del país y de la relación del gobierno con los acreedores se deben precisamente al presunto compromiso de Cristina con un "relato" ideológico basado en teorías conspirativas según el cual la Argentina, víctima inocente de la maldad internacional, no tiene más alternativa que la de negarse a respetar reglas que sólo benefician a sus enemigos mortales. También influye el protagonismo excluyente de la presidenta: es notorio que sus subordinados están mucho más interesados en merecer la aprobación de la jefa máxima que en procurar manejar con profesionalismo la economía nacional, razón por la que no se animan a oponerse a iniciativas que les parecen desafortunadas.
A partir del triunfo aplastante de Cristina en las elecciones presidenciales de octubre del año pasado, el gobierno ha tomado una multitud de medidas destinadas a frenar la sangría constante de dólares. Es por lo tanto natural que se haya difundido la sospecha de que su resistencia a pagar a los "buitres" ha tenido más que ver con la falta del dinero necesario, que con su desprecio por los fondos así llamados. Asimismo, la decisión de los gobiernos provinciales de Chaco y Formosa de pesificar sus deudas en dólares respectivas, además del intento fugaz del vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto de presionar a Daniel Scioli para que los emule, ya provocaba el nerviosismo de los mercados antes de que la incautación de la fragata "Libertad" seguida por el fallo de un tribunal de Nueva York, que ratificó uno anterior del juez Thomas Griesa –jurista que a esta altura podría ser el principal experto mundial en todo lo vinculado con el default de diciembre del 2001–, desatara el pánico entre ciertos inversores. Puede que los mercados hayan sobrerreaccionado y que ciertos financistas sí hayan apostado al fracaso del "modelo" kirchnerista, pero, como se enteraron los militares hace más de treinta años, una "campaña anti-Argentina" no prosperará a menos que se base en algo más que rumores malintencionados y la hostilidad ideológica de los responsables de impulsarla. Por lo demás, con escasas excepciones, los financistas están acostumbrados a privilegiar sus negocios por encima de sus eventuales prejuicios políticos. Puesto que el gobierno de Cristina se las ha arreglado para suministrar a los escépticos un sinnúmero de motivos para prever que al país le resultará tan difícil continuar honrando todas sus obligaciones que, tarde o temprano, el gobierno optará por negarse a hacerlo politizando el asunto, los esfuerzos por tranquilizar a los mercados con nada más que palabras seguirán siendo contraproducentes.FUENTE: Publicado en RioNegro.com.ar

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