LA CULPA
Por el Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
NO LE ECHEMOS TODA LA CULPA A LA PRESIDENTE
En esta cada vez más intricada y confusa relación entre el Estado y el
Gobierno aunados a la lamentable y ya más que prolongada pérdida de
rumbo y objetivos y la aparición de jóvenes torpes y inexperientes en el
horizonte político, hacen que el deterioro y declinación de nuestro
país deja entrever un final realmente negro.
A ello habría que adicionarle la vulneración permanente de las leyes y
la Constitución Nacional. El país republicano que prevé nuestra Carta
Magna solo existe en la ficción. Las más importantes instituciones solo
conservan su fachada, en realidad prácticamente no existen. Hay
infinidad de ejemplos que se podrían citar, desde FF.AA. sin capacidad
operativa, hasta un Poder Judicial complaciente, que en muchísimos casos
es absolutamente funcional al gobierno.
Con la información oficial tergiversada groseramente, sin transparencia
de los actos del gobierno y con los medios de expresión presionados y
amenazados, todo hace ver que esta pseudo democracia está en su recta
final.
Todos culpan de esta declinación a la presidente. Obviamente ella tiene
parte de la responsabilidad y culpa de este estado de cosas. Pero no es
la responsable de toda esta situación.
La Constitución tiene mecanismos que prevén que es lo que hay que hacer
en estos casos, y que simplemente por intereses personales y espurios no
se aplica.
En la oposición política prácticamente una sola voz se alza con claridad
y precisión sobre la presidente y la actual situación del país. Una voz
desacreditada por otras cuestiones, pero que tiene el coraje de decir
las cosas tal cual son. A esta solitaria voz se suma la de un periodista
que muestra en su programa televisivo, objetivamente, la miseria, los
excesos y la corrupción en nuestro país. Por supuesto hay otras voces
similares, pero que no tienen la llegada masiva de los nombrados
anteriormente.
Ante tanta mentira, tergiversación y engaños, que por otro lado, son tan
torpes y escandalosos que cualquiera se puede dar cuenta, ante tanta
falta de credibilidad, es absolutamente lógico que uno arribe a sus
propias conclusiones en base a las informaciones que se obtienen en los
medios. ¿Por qué afirmo que la presidente no tiene toda la culpa?
La presidente es una persona muy enferma, fuertemente presionada por los
graves problemas de su cargo y fuertemente alterada por el stress
cotidiano.
Ello no hace más que complicar la enfermedad que la mandataria ya
padecía cuando comenzó su primera gestión presidencial. Me refiero al
trastorno bipolar, también llamado psicosis maníaco depresiva o
trastorno afectivo bipolar.
Esta patología presenta frecuentes estados ciclotímicos, al alternar
raptos de alegría y euforia y momentos de irritación y profunda
depresión. Las fases de exaltación, alegría desenfrenada o irritabilidad
y grosería, alternan con otros episodios en que la persona está con
depresiones intensas, con bajo estado de ánimo, incapacidad para
disfrutar, falta de energía, ideas negativas y, en casos graves, ideas
de suicidio.
En estos últimos, estaría impedida de razonar coherentemente y adoptar
decisiones adecuadas.
Estos estados de ánimo son claramente evidentes y visibles en las
frecuentes apariciones públicas de la presidente. Esta enfermedad esta
contraindica con el stress. Al soportar una persona el stress máximo
puede entrar en pequeños lapsos de ataques psicóticos (locura temporal
que desvirtúa la realidad).
Pero no solo la patología que presenta Cristina afecta la
gobernabilidad de la presidente. Sus problemas en su vida privada
inciden fuerteme nte. Recordemos que el matrimonio de los
Kirchner no era precisamente un ejemplo de matrimonio bien avenido. Casi
una ficción, por sus violentas discusiones y numerosas infidelidades
mutuas. Más que un matrimonio era prácticamente una unión de
conveniencia política y económica. Sumémosle la enfermedad de su
hermana Giselle, su hijo Máximo, que a los 35 años de edad, su
curriculum muestra solamente una página en blanco y su fotografía, que
por cierto, no le favorece en absoluto. (No se habla de sus adicciones),
su hija Florencia vaya a saber por dónde anda estudiando cine.
Y si esto fuera poco, sumémosle el temperamento y fuerte carácter de la
presidente. Se dice que el fallecimiento de Kirchner se debió
precisamente a una fuerte y violentísima disputa que habría tenido el
matrimonio esa fatídica noche (¿Será Cristina y no Moyano la que fulminó
a Kirchner?)
A ello se suma su preocupación por su personal futuro. Las perspectivas
son muy angustiosas.
Resumiendo, un verdadero cóctel que atenta directamente contra la
estabilidad emocional, el equilibrio, la mesura, la paz interior, la
moderación que debe tener un gobernante.
Y todo se traduce en decisiones políticas alocadas, verdaderos gruesos
errores y torpezas mayúsculas.
Y a todo lo mencionado habría que agregarle que Cristina en realidad
sabe que está impedida psíquicamente para ejercer el Poder y no
encuentra el apoyo necesario que en vida le proporcionaba Néstor. Antes
era una marioneta en manos de su esposo. Ahora es una marioneta en manos
de inescrupulosos, que aprovechando la situación originan los
increíbles dislates gubernamentales.
Ahora está gravemente enferma, sola, sin nadie en quien confiar y
rodeada de gente interesada en que siga en su cargo. Está realmente
incapacitada para sus importantes funciones.
En todos los niveles del gobierno existe la preocupada certeza de que
Cristina de Kirchner se encuentra muy enferma y por cierto incapacitada.
De dejar la presidente el sillón de Rivadavia, todo su entorno y los
funcionarios designados seguramente deberán dejar sus cargos y muchos
de ellos empezarán su desfile por los juzgados.
Lo que no se entiende es porque los funcionarios electivos, aquellos que
fueron elegidos en los comicios, sabiendo que el país está totalmente a
la deriva y el final se está convirtiendo cada vez más en una certeza
más que probable, no actúan en consecuencia.
Fundamentalmente me refiero a los legisladores, ya que de abandonar
Cristina la presidencia no afectará la estabilidad de los mismos en sus
cargos. Por otro lado es la obligación del Poder Legislativo entender en
situaciones de esta naturaleza.
El poder sin límites del kirchnerismo, sus proyectos hegemónicos, sus
atropellos a todo que se le oponga, su “revolución” social, su “modelo”
económico de acumulación y "distribución del ingreso", su capitalismo de
amigos disfrazado de Justicia Social, todo, absolutamente todo, se
estaba derrumbando y ya no hay retroceso posible en esta caída.
Solo la intervención del Poder Legislativo y el Poder Judicial podrán
minimizar los costos y daños para el país.
La única posibilidad de recuperarnos en cierta medida es volver a que
las instituciones republicanas vuelvan a funcionar y pongan coto a los
delirios del Poder Ejecutivo. Ya estamos en los últimos puestos en
varios parámetros socios económicos. Ya no contamos con el tibio apoyo
de las organizaciones internacionales a las cuales pertenecemos. Ya no
estamos por caer del mundo. En realidad ya nos caímos.
Hablemos claro. La “hipotensión arterial” de la presidente oculta
indudablemente su manifiesta incapacidad de afrontar sus obligaciones
razonablemente. Dr.
ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar
FUENTE: Publicado en Argenlibre
No hay comentarios:
Publicar un comentario