Por Enrique G. Avogadro
“La segunda imagen –que iba formando gradualmente la parte crítica y, al principio, poco numerosa de la opinión pública etíope- presentaba al monarca como un soberano capaz de hacer cualquier cosa con tal de mantener su poder y, ante todo, como un gran demagogo y un paternalista teatral que, con sus gestos y palabras, enmascaraba la venalidad, la cerrazón y el servilismo de la élite gobernante, por él creada y mimada”. Ryszard Kapuścińki
Hoy al
mediodía, aprovechando la inauguración de un importante laboratorio de
especialidades medicinales, la señora Presidente anunció, urbi et orbi, que promoverá en el
Congreso la “democratización” del Poder Judicial. Obviamente, lo hizo apoyándose
en el sospechosísimo fallo en el caso Marita Verón, dictado el martes por la
Justicia tucumana.
La
“abogada exitosa” que nos gobierna parece ignorar –o finge hacerlo- que una
reforma de la magnitud que pretende requiere, casualmente, la modificación de la
Constitución Nacional que, con el expreso objetivo de garantizar la
independencia de los jueces, establece el modo en éstos son elegidos de por
vida, de forma tal que esa permanencia actúe como un verdadero escudo contra las
pretensiones del Poder Ejecutivo; sólo están sometidos –tanto como el
Presidente, el Vicepresidente, los senadores y los diputados- al riesgo de la
remoción, a través de un juicio político por mal desempeño de sus funciones.
Para que usted lo recuerde, lector, fue un proceso de ese tipo el que sufrió el
inefable Oyarbide, hasta ser rescatado por la mayoría kirchnerista en el Consejo
de la Magistratura.
Ante
este nuevo subterfugio utilizado por doña Cristina para intentar que una
oposición, a la que considera boba, habilite la reforma constitucional –en la
cual, también por casualidad, sería introducida la capacidad de la
re-re-reelección en la Asamblea Constituyente, que puede declararse soberana y
apartarse de los dictados de la ley de convocatoria- el fallo de antenoche
adquiere una nueva dimensión, y crece el mal olor que lo rodea.
¿A qué
me refiero? La Provincia de Tucumán –al igual que otros feudos nacionales, como
Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, etc.- es gobernada con
mano de hierro por José Alperovich, uno de los mandatarios más fanáticos y
obsecuentes de la ocupante actual de la Casa Rosada. Es más, su mujer, la
inefable Beatriz Rojkés de Alperovich, es la tercera en la línea sucesoria del
Poder Ejecutivo, después de Guita-rrita.
Admira
tanto don José a los Kirchner que ejerce el poder como éstos lo hacían en Santa
Cruz, cuando don Néstor (q.e.p.d.) gobernaba Santa Cruz, a punto tal que también
disolvió la Fiscalía general, ya que no podía comprar a su titular; se inspiró,
naturalmente, en el caso del Procurador Sosa quien, pese a tener tres fallos de
la Corte Suprema de Justicia a su favor, no ha conseguido ser repuesto en su
cargo en Río Gallegos. El resto del Poder Judicial de Tucumán ha sido colonizado
sin remedio, como hizo su numen pingüino.
Después
de haber perdido la inexistente batalla del 7D, no la guerra contra el grupo
Clarín, la Presidente descargó sus frustraciones en su fiesta privada del
domingo en la Plaza de Mayo. La primera mandataria, en manifiesta ratificación
de los exabruptos de sus ministros y corifeos, acusó a la Corte y a los
integrantes de la Justicia de utilizar “fierros judiciales”, impulsados por los
“generales mediáticos”. Aunque la
imposibilidad de reunir los dos tercios de las voluntades legislativas,
imprescindibles para la apertura del proceso, convierte al juicio político en
una fantasía, al menos hasta las elecciones de 2013, ello no significa que la
señora de Kirchner no haya incurrido en delito contra la Constitución Nacional,
según su artículo 31.
Ahora
bien; debo confesar que no creo en brujas, pero que las hay, las hay. Seré mal
pensado, pero me huele muy mal que estos jueces, que absolvieron de culpa y
cargo a todos los sospechosos del secuestro y probable asesinato, envuelto en el
tráfico de mujeres para destinarlas a la prostitución, tengan tantas
vinculaciones con el Gobernador y hayan emitido una sentencia tan brutalmente
chocante tan sólo cuarenta y ocho horas después del discurso presidencial del
9D. ¿No suena raro que ese fallo haya resultado tan funcional a las confesas
intenciones de doña Cristina?
En un
Poder Judicial tan, pero tan sospechado de corrupción, política y económica,
como es el de Tucumán –tanto, o más, que la de Formosa, del Chaco, de Santa
Cruz, de Catamarca, de La Rioja y de los demás feudos locales-, en el cual se
reproducen como un espejo los desmanejos de los Kirchner en el sur, incluidas la
trata de mujeres para la prostitución, ¿puede ser casualidad que se haya dado a
la Presidencia de la República una excusa para seguir presionando al Poder
Judicial en un momento tan oportuno?
Por
eso, porque no creo en las casualidades sino en las causalidades, en especial en
este ambiente político tan enrarecido, me veo obligado a reiterar el título de
esta nota: ¡A estudiar, señora Presidente, o a no hacer trampas! En cualquier
caso, Dios, la Patria y la República se lo demandarán en
breve.
Enrique Guillermo Avogadro- AbogadoTel. +54 (11) 4807 4401/02
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