La fuerte devaluación del peso argentino ha tenido un fuerte impacto en
todos los rincones del planeta. Bill Bonner nos da su visión del
problema y los motivos por los que cree que irá a peor.
Por Bill Bonner (*)
¡Culpad a Argentina! Muchos creen que fue la caída del 15 por ciento
del peso argentino lo que provocó las ventas masivas la semana pasada.
Al final de la semana, el Dow Jones perdió casi 500 puntos. Y el sábado,
en la negociación fuera de
las horas de negociación parecía que lo peor estaba por llegar.
Daba
la sensación de que el Dow Jones perdería otros 300 puntos en la
apertura del lunes, pero no ocurrió nada de eso. En su lugar, el Dow
Jones moderó su caída a 40 puntos.
Así seguimos, conteniendo la
respiración, preguntándonos si el principio del fin llegará ahora o más
adelante. Pero cuando ocurra, no podremos culpar a Argentina de ello.
Argentina
parece demasiado peculiar y particular como para ser
considerada la responsable de todo esto. Por ejemplo, es el único que
conozco donde uno accede a mejores servicios bancarios en la calle que
en los propios bancos.
Cada vez que voy agarro un buen montón de
billetes verdes con la cara de Benjamin Franklin. Entonces, conduciendo
del aeropuerto a la ciudad de Salta, paro en uno de los muchos mercados
negros de intercambio de divisas.
El año pasado, un Ben Franklin me daría para 9 billetes con la cara de Julio Argentino Roca en color
púrpura.
Roca no se podía comparar con Franklin. Según me cuentan
desde Salta, el tipo de cambio ya ha superado 13. Mientras tanto, el
tipo de cambio oficial también ha cambiado, el viernes pasado se
cambiaba a 8 pesos el dólar. Pero espera, aún hay más tipos de cambio
oficiales. Hay uno para ahorradores -9,2- y otro para viajeros -10,8-.
¿Por qué es tan complicado?
Es
una larga historia, pero la versión simple es que la ciudad de Buenos
Aires es grande y sofisticada. Y, como
Nueva York o San Francisco, tiene tendencias socialistas. Así es cómo
funciona: los intelectuales proveen las ideas, el proletariado provee
los votos y el sector agrícola provee el dinero.
Pero el sector
agrícola es incapaz de proveer el dinero suficiente para satisfacer las
necesidades de Buenos Aires. Los granjeros y otros productores trabajan
bajo semejantes restricciones -por ejemplo las restricciones a la
exportación y a la importación- que incluso en un mercado alcista, como
el que
hemos tenido durante los últimos tres años, las empresas agrícolas
argentinas han salido perdiendo.
Ahora, con poco dinero entrando,
el Gobierno imprime dinero para pagar sus facturas pendientes y miente
sobre la inflación. La oferta monetaria se ha incrementado un 40 por
ciento durante el último año. Y, aun así, las estadísticas oficiales
mantienen que los precios al consumo se han incrementado menos del 10
por ciento.
Entonces, cuando todo el mundo se dio cuenta de que
los precios
crecían mucho más del 10 por ciento que argumentaba el Gobierno, los
funcionarios intentaron controlar los precios y las estadísticas para
medirlos por su cuenta. A principios del año pasado, por ejemplo,
establecieron un control de precios "voluntario" en los supermercados.
Este
ha sido el trabajo del actual ministro de economía y finanzas de
Argentina, Axel Kicillof. El señor Kicillof probablemente sea un hombre
decente, imparte clases en la universidad y sus artículos académicos
dicen
que él "reinterpreta el Keynesianismo desde una perspectiva Marxista".
Con estas herramientas intelectuales, Kicillof argumenta que tiene la
situación bajo control.
Pero las cosas son más como me las cuenta
mi amigo Miguel: "Mi lector de libros Kindle se me cayó y se rompió.
Quise encargar uno nuevo a Amazon, pero el Gobierno anunció un impuesto
del 50 por ciento a las importaciones. Algo a lo que hay que añadir al
35 por ciento que pago por la compra de artículos en el extranjero con
mi
tarjeta de crédito. Además, uno tiene que ir a la oficina fiscal y
esperar durante horas para hacer todo el papeleo. No merece la pena..."
Amazon perdió una venta, y la economía argentina perdió un vínculo más con la cordura.
"Esto
es sólo el comienzo", continúa Miguel. "Ahora nos dirigimos a otra
crisis real. La gente no tiene respiro y el Gobierno está desesperado.
Pronto tendremos importantes negociaciones sindicales. No me
sorprendería ver disturbios, saqueos y algún tipo de
quiebra o default."
Saludos,
(*) Bill
Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore,
Estados Unidos. Es el autor de los libros "Financial Reckoning Day" y "Empire of Debt" que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos. Sus columnas hacen parte de la Revista Inversor Global. FUENTE: Publicado en el Inversor Global - (enviado por mail el Newsletter Semanal)
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