Mientras la burbuja de deuda pública más grande de los últimos tiempos no para de hincharse, los gobiernos de todo el mundo siguen pecando de un exceso de gasto público. Bill Bonner nos advierte en este artículo de las catastróficas consecuencias a la que esta política de gasto público nos conduce.
Por Bill Bonner
La semana ha tenido un tono ligeramente negativo, con un inicio de
semana tardío por el Día del Presidente y continuado con ligeras caídas
el miércoles. Luego vino una leve recuperación, pero el mercado está sin
tendencia definida.
El
Dow Jones pone en peligro la cota de los 16.000 puntos que reconquistó
la semana pasada, y la onza de oro se afianza por encima del nivel de
los 1.300 dólares. Las acciones parecen no saber qué dirección tomar,
pero el oro lo tiene muy claro en su camino al alza.
Nuestro
pronóstico es que la subida del oro no tiene mucho más recorrido, de
momento... Hay pocas expectativas de inflación, y la expectativa de los
estímulos monetarios nos conduzcan a un incremento de precios
pronunciado poco a
poco se ha ido disipando de la imaginación de los inversores.
Cuanta
más experiencia adquirimos sobre las políticas experimentales de la
Reserva Federal, más nos damos cuenta de que ni estimulan la
recuperación económica ni estimulan la inflación. En otras palabras,
estamos en una situación a la japonesa. Y puede que estemos así durante
mucho tiempo; una situación más parecida a Argentina tendrá que
esperar...
A finales de la semana pasada el Senado y el Congreso de Estados
Unidos se pusieron de acuerdo: no habrá problemas con la ampliación del techo de la deuda hasta el final de año.
El
estado de las finanzas del Gobierno de Estados Unidos tiene mejor
aspecto ahora. En enero el déficit era de "sólo" 10.000 millones, por
debajo de los 100.000 millones de dólares del mismo periodo un año
antes. La Oficina de Control Presupuestario del Congreso pronostica un
déficit de 514.000 millones de dólares para este año, y de 478.000
millones para 2015.
Eso son
buenas noticias, ¿no? Bueno, depende de su punto de vista. El déficit es
la forma que tiene el Gobierno para malgastar el dinero de los
contribuyentes en sus proyectos favoritos: millones para los banqueros,
obras innecesarias y contratación de más personal del Gobierno.
Si
el Gobierno se abstuviera de malgastar todo este dinero nos iría a
todos mejor. Recuerde que el gasto público no es inversión, es consumo y
tiene poco efecto en construir una economía real.
Pero los
déficits
también son estímulos. En un tiempo en el que los bancos no prestan y
los consumidores no tienen acceso al crédito, el déficit público parece
ser la única manera de poner dinero en las manos de los consumidores. Y,
al menos a corto plazo, este dinero permite mantener la rueda girando.
Muchos
economistas son demasiado simples. Creen que el gasto del Gobierno es
tan bueno como el gasto del sector privado. Tampoco pueden diferenciar
entre la demanda procedente de la economía
"real", con dinero real procedente de salarios reales; y entre la
demanda generada por el exceso de gasto público de un dinero generado
por el banco central.
La diferencia es crítica. Una conduce al
crecimiento real y a la riqueza; la otra conduce a una desastrosa
burbuja de deuda y a la pobreza.
Pero recuerde, todo eso es a
largo plazo. A corto plazo, nos movemos en un apalancamiento al estilo
japonés. Y los estímulos monetarios y el gigantesco déficit no han sido
suficientes para
superar la resistencia del sector privado a asumir más deuda. Al igual
que en Japón, sólo el sector público se endeuda cada vez más.
Ya
es una realidad, el Gobierno ha asumido más deuda de la que puede pagar.
La historia económica más grande del próximo cuarto de siglo será lo
que ocurra con esta deuda.
Permanezcan atentos...
Saludos
FUENTE: Publicado en el Inversor Global - Newsletter Semanal enviado por mail
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