Por Mark Ford
Que la edad trae sabiduría y experiencia es conocido por todos
nosotros. Está de más decirlo. El tema es reaccionar a tiempo cuando uno
es joven. Te voy a contar lo que recordé que me sucedió en mi infancia.
Un hecho, que, visto a la distancia, fue fundamental para los logros
que alcancé posteriormente y que hoy me llenan de orgullo.
Hace poco me acordé de la primera vez que escuché la palabra "mediocre". Me lo dijo una profesora cuando estaba en la primaria.
"El
Sr. Ford", se dirigió a la clase, "es el ejemplo clásico de alguien
mediocre. No hace la tarea.
Llega tarde a la clase y se pasa el día soñando. Como resultado, obtiene
un 4. De un estudiante con un potencial modesto esperaría resultados
mediocres. Pero en su caso, estoy muy decepcionada".
A pesar de
mi corta edad, no pude negarlo. Pensaba más en el fútbol americano que
en hacer la tarea. No era un buen lector y no podía quedarme quieto
durante la clase. Más tarde, descubrí que tenía una combinación de
dislexia y lo que se llama "déficit de atención".
Y la verdad es
que
yo tenía la misma opinión sobre mí mismo. Pero también sentía que no era
tan tonto como indicaban mis calificaciones. Y sentía, muy por dentro,
que en algún momento alcanzaría el éxito.
Ahora me doy cuenta de
que antes de que pudiera ser exitoso, tenía que cambiar algo fundamental
sobre mí, y ese cambio comenzó en el último año del colegio, cuando me
desperté un día y me di cuenta de que estaba enojado conmigo mismo.
Estaba
cansado de ser un fracasado. Estaba harto de las
calificaciones bajas y de ser el tonto de la clase. Quería convertirme
en la persona que los adultos que estaban en mi mundo pensaban que yo
debería ser.
Me di cuenta, aunque suene raro, de que mi falta de
éxito era un beneficio oculto. Estaba a punto de sumergirme en un
ambiente académico en donde reinaba la mediocridad, en donde competiría
con otros fracasados de la secundaria como yo.
¿Y si usaba el
resto del tiempo que me quedaba en la secundaria para prepararme
para una vida nueva y mejor en la facultad? ¿Y si usaba mi energía para
desarrollar aptitudes y hábitos que me ayudaran a tener éxito durante
los próximos cuatro años?
Bueno, eso es exactamente lo que hice.
El sábado posterior a mi gran decisión de cambiar, manejé mi Bel Air
del año 1956 a la Nassau Community College en Hempstead, Nueva York.
Busqué toda la información que podía acerca de la facultad y de las
clases en las cuales me involucraría. Traje todo a casa y pasé el resto
del fin de semana leyendo cuidadosamente cada documento y folleto.
Estaba
haciendo algo que nunca había hecho en el colegio: tomar ventaja de mi
competencia planeando mi éxito. En las semanas siguientes, me convertí
en un experto sobre la pequeña universidad. Sabía todos los cursos que
ofrecían, cada licenciatura y cada profesor que me tocaría en el primer
año.
Tomar esa iniciativa de planear mi éxito me generó un pensamiento positivo. Realmente sentía que estaba cambiando. Me
estaba convirtiendo en un estudiante serio y comprometido.
Me di
cuenta de que comenzaría la universidad como una persona nueva. Ninguno
de mis profesores sabrían de mi comportamiento ridículo de la
secundaria. Empezar la universidad sin esa mala reputación que había
creado en la secundaria era un regalo de los dioses académicos. Podría
entrar a las clases nuevas como un estudiante interesado, entusiasta que
estaba allí para tener éxito.
Y eso es lo que ocurrió. Concurrí
a
las clases de manera puntual y con los textos que se necesitaban. Me
senté en la primera fila y levanté la mano cada vez que el profesor
hacía preguntas. Realicé mi tarea y pasé el resto del tiempo estudiando.
Entre las clases, el estudio y el negocio de pintura de casas por otro
lado, trabajaba 16 horas al día, siete días a la semana.
Al
finalizar el primer semestre, tenía la reputación de ser un estudiante
excelente. Durante toda la universidad y la carrera de grado, nunca dejé
de ser
aplicado.
Algunas veces pienso qué habría pasado si no me
hubiera enojado conmigo mismo. O si no hubiera realizado todas esas
preparaciones que me ayudaron a comenzar de cero.
Seguramente
estaría trabajando en algo que no me gusta, en algún lugar que no me
gusta, luchando por pagar las cuentas y estableciendo objetivos
inútiles, sabiendo que viviría mi vida como un mediocre constante.
La
diferencia fue el simple hecho de darme cuenta de que si no
cambiaba, mi vida no cambiaría, ni en ese momento ni nunca. Había
gastado mis años de secundaria haciendo una promesa que, íntimamente,
nunca esperé cumplir. Pero estaba cansado de hacer eso.
Revisando el pasado nuevamente, descubro una serie de factores que me permitieron cambiar de una vez por todas:
-
Primero, emocionalmente había tocado fondo. Había llegado al punto en
el cual realmente me odiaba a mí mismo por no alcanzar lo que mi
potencial me permitía.
-
Segundo, tomé la decisión de cambiar completamente: pasar de ser un estudiante mediocre al mejor de la clase.
-
Tercero, reconocí que tenía que cambiar no sólo mis hábitos de trabajo,
sino también la opinión que tenía de mí mismo. Tendría que
"convertirme" en el estudiante brillante que quería ser.
- Y,
por último, actué de manera inmediata. No esperé hasta septiembre para
cambiar. Empecé enseguida a prepararme durante los últimos meses de la
secundaria.
¿Alguna vez
te prometiste algo que no llegaste a cumplir? ¿Tuviste sueños de éxito y
felicidad que no alcanzaste? ¿No sentís, a veces, que no importa lo que
hayas estado haciendo, seguís siendo un mediocre?
Si es
así, te tengo buenas noticias. Tus comportamientos pasados no se
relacionan con tus hábitos de trabajo futuros. Si podés cambiar la
manera en que trabajás -aunque sea un poco- podés cambiar la manera en
que vivís.
La mayoría de las personas que lean esto pensarán: "No necesito
otro sermón motivador. Lo que necesito es que mi suerte cambie".
La
suerte no tuvo nada que ver con el cambio en mi vida. Y no debería
tener ninguna relación con el cambio que te gustaría implementar en la
tuya. Si yo hubiera esperado a tener suerte para cambiar, todavía
estaría esperando. Mi vida cambió cuando me cansé y empecé a planear mi
éxito.
Vos también podés cambiar tu vida si estás (a)
insatisfecho con la falta de éxito que has tenido hasta el momento;
(b) dispuesto a realizar un gran cambio, no sólo un ajuste pequeño; (c)
preparado para comenzar a trabajar de manera diferente y pensar acerca
de vos mismo como una persona diferente; y (d) con ganas de comenzar
ahora mismo el cambio, preparándote para tener éxito.
Saludos cordiales, Mark Ford
FUENTE: Publicado en El Inversor Global - Newsletter - (Enviado por mail)
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