Artículo de nuestro Director Ejecutivo Dr. Horacio Minotti en Infobae
(ver directamente
en http://opinion.infobae.com/horacio-minotti/2014/04/07/el-fallido-falso-garantismo/)
Una doctrina o un postulado en cualquier área de la ciencia tiene
éxito cuando se impone como premisa ineludible no solamente para el
restringidísimo sector social de “técnicos de laboratorio”, sino también
en buena parte de la sociedad, especialmente si se trata de una ciencia
social. Podríamos decir en materia de derecho, que desde los 70, la
idea de la materialización jurídica de la disolución de un matrimonio
era un paradigma socialmente aceptado, que el derecho plasma luego,
avanzados los ’80 en la ley de divorcio vincular. Hasta tanto, la gente
se las arreglaba con separaciones de hecho, y hasta casándose en países
que ya aceptaban el divorcio.
Desde hace unos años a esta parte, se ha venido promoviendo el
paradigma de que el derecho penal no debería existir, que las sanciones
son nocivas, que estas no cumplen un rol preventivo y tampoco
reeducativo, y que su existencia responde a una necesidad de los estados
de canalizar el control social por parte de sectores dominantes sobre
la mayoría poco influyente. A ello se lo llamó falsamente
“garantismo”. Parafraseando al General Perón, garantistas somos todos. O
deberíamos serlo, porque esto implica salvaguardar las garantías
constitucionales para todos y cada uno, hayan hecho lo que hayan hecho, y
a estas alturas, pocas personas hay en desacuerdo con semejante
obviedad. La gente que desea que se sancionen los delitos no deja de ser
garantista, tampoco los que pregonan que las penas deben cumplirse.Lo
que los supuestos científicos del derecho no han conseguido, es imponer
el abolicionismo (extinción del derecho penal por ser supuestamente
nocivo socialmente), disfrazándolo bajo el mote de garantismo, cuando se
trata de postulados totalmente distintos.
Una encuesta muy interesante de la empresa IPSOS en los últimos días conduce a dos conclusiones a considerar:
1)Los sectores más humildes de la población, y a la vez la
franja etaria más joven, son quienes en mayor proporción aceptan la
“justicia por mano propia” o los llamados linchamientos. Partamos
del presupuesto que nadie quiere linchar, no es un hobby para nadie
dedicarse a golpear semejantes. O al menos, es difícil conocer gente que
pretenda dedicarse a eso. Es por el contrario, la resultante de la
falta de respuestas sancionatorias y preventivas por parte del Estado.
De tal modo, claramente, los sectores más pobres son quienes más sufren
la inseguridad y necesitan más rápidas respuestas, y si el Estado no las
provee, deciden dárselas a sí mismos. En este punto cae una premisa
abolicionista: si las penas fuesen un modo de control social sobre los
sectores menos influyentes, no habría un desesperado reclamo de
aplicación de penas por parte de esos sectores, aún más que de cualquier
otro, y al punto de aplicar las penas por sí mismos en reemplazo de un
Estado que no lo hace. Asimismo, el hecho de que sean los jóvenes
quienes están dispuestos en mayor medida a la “justicia por mano propia”
indica que son quienes reclaman con mayor énfasis el establecimiento y
la aplicación de sanciones. Si el postulado abolicionista no ha
alcanzado a la juventud, evidentemente ha fracasado, no tiene futuro.
2)La idea del abolicionismo que establece que el derecho
penal no influye en la seguridad ciudadana, tampoco ha sido receptada en
la sociedad. El 99% de los encuestados ha manifestado como un
principio de solución de esta problemática el “mejorar la Justicia”,
frase que resume la necesidad de la aplicación de sanciones justas,
eficientes y de cumplimiento efectivo. Establece además que la gente no desea linchar ni hacer justicia por mano propia, preferiría que el Estado cumpliese su rol. Es
a todas luces evidente, que la prédica abolicionista de que las penas
no cumplen una función social, no es aceptada por la sociedad.
Si se postulase que la educación formal es un modo de control social,
especialmente sobre los sectores más desposeídos, y se les negase a
estos el acceso a la educación, seguramente nos encontraríamos con una
reacción similar y violenta de algún modo. Las franjas sociales
numéricamente más pequeñas pero más poderosas, encontrarían el modo de
educarse de todas formas (como encuentran el modo de protegerse de la
inseguridad con custodios y autos blindados) y generaríamos la reacción
violenta de los que no pueden hacerlo, con un postulado de laboratorio
socialmente inaceptable.
Cuando una postura científica en materia de ciencias
sociales, mantiene un sostenido rechazo social a lo largo de los años, y
su imposición fáctica, genera reacciones masivas de rechazo y
violencia, es sin más, un fracaso, un postulado falso, que
retroalimenta a un reducido grupo de “iluminados” que cree poseer una
verdad que nadie más acepta. Son creencias sectarias que cuando se
imponen a la generalidad, resultan autoritarias. Eso es el ya fracasado
abolicionismo.
FUENTE: PUBLICADO EN OESYP (Organización de Estudios Sociales y Políticos) http://oesyp.wordpress.com/2014/04/ (Enviada por mail)
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