Por Roberto Actis
Con la devaluación y la aceleración inflacionaria, los ingresos
recibieron un misil en su línea de flotación. Ese ha sido al menos el
efecto que se siente en el bolsillo, pero que además respaldan todas las
estadísticas al alcance, incluso las oficiales, ya que no alcanzan más
las manipulaciones que se vinieron haciendo para tratar de disimular lo
que tenemos ante nuestros ojos. Que la inflación es baja, que los
pobres e indigentes son cada vez menos y se está a punto de emparejar a
países como Suecia o Noruega, que la inseguridad es una sensación, que
la corrupción es invento de la prensa hegemónica, que Repsol nos iba a
pagar a nosotros por YPF, que el desempleo está en el 6,4%, que como
nunca antes en la historia se invierten anualmente 6 puntos del PBI en
educación pero nunca la tuvimos con peores resultados, que el acuerdo
con Irán por la AMIA era lo mejor que podía pasarnos, que pasamos de ser
autoabastecidos a depender de la importación de energía, que en el
Chaco había desocupación cero, que en lugar del descolgado cuadro de
Videla se haya colgado el de Milani, o retrocediendo un poco, que la
soja era un yuyo pero es lo que mantiene al país en pie. En fin, de todo
un poco, un muestrario que no resiste archivos.
Con los salarios, haberes jubilatorios y subsidios es otra cosa. Impacta
directamente en el bolsillo, que es donde más duele. Y aquí no hay
relato posible, la única verdad es que la inflación está haciendo
estragos. Una estadística oficial reciente da cuenta que la mitad de los
16 millones de asalariados que hay en el país recibe menos de 4.000
pesos mensuales, que los jubilados con el 11,11% de aumento de marzo que
ya fue engullido por la inflación acumulada de los dos primeros meses
del año, deberán aguardar hasta octubre para cobrar un nuevo ajuste. El
75% de los 6 millones de pasivos percibe el haber mínimo de 2.757 pesos.
Los que tienen la asignación universal por hijo perdieron el 40% del
poder adquisitivo.
La inclusión fue una bandera izada por el gobierno, que ondeó mientras
hubo viento de cola que permitió tener dinero de sobra en caja. Hoy es
otra historia. Caen fuertemente los ingresos, sube la desocupación y
crece el temor a perder el trabajo, la pobreza anda al galope, y el
ajuste tan temido está en marcha. ¿Cuánto hace que se viene diciendo que
era un despilfarro subsidiar indiscriminadamente? ¿Cuatro, cinco años?
Ahora que la situación revienta entonces comienzan a hacer algo, tomar
alguna medida. Confiaban en que se podía llegar hasta el final de ciclo
para dejar la brasa ardiente en manos del sucesor. Error de cálculo,
como en tantas otras cosas.
Hoy, silenciosamente han ido arriándose muchas banderas. Por mucho menos
que las acusaciones contra el general Milani otros fueron enjuiciados, a
él lo ascendieron al máximo cargo; lo de la inclusión quedó sólo en la
proclama; la mejor distribución de la riqueza fue una utopía, sólo en el
último año los más pobres resignaron 2,6 puntos en favor de los más
ricos que están en la cúspide de la pirámide distributiva; lo del
desendeudamiento surgido de aquellos casi 10.000 millones de dólares con
los que se pagó el total de lo adeudado al FMI, hoy nos muestra una
deuda todavía más abultada y estamos tratando de acordar con el Club de
París, los bonistas buitres y con cuanto santo le debemos una vela, para
tener la chance de tomar nuevos créditos. La meta es llegar a 2015 como
sea, las formas y más que eso las ideologías, no importan demasiado.
"Estos son mis principios, sino no le gustan puedo cambiarlos", famosa
expresión de Marx (Groucho, por las dudas) que es revivida y que siempre
es útil tener al alcance.
Si hay algo que queda como conclusión de todo este rápido repaso es que
el falseamiento de datos, la manipulación estadística y el permanente
ocultamiento, quedaron crudamente expuestos frente a la realidad, la que
como no podía ser de otra manera, terminó por prevalecer.
Las encuestas dan cuenta que el 82% de los argentinos tiene a la
inseguridad como su preocupación al tope, sigue la inflación con 70%, la
falta de trabajo 50% y la corrupción el 37%. Cuatro temas que hoy
desvelan a los argentinos, justamente los que más parecen ser ignorados
por parte de quienes deben procurar las soluciones. O bien callan, por
no saber que hacer. Este sería otro enfoque.
¿Y la inclusión? De mantenerse en este tobogán, cuando llegue el final
de ciclo estará bastante parecida que cuando se inició la década ganada.
FUENTE: Publicado en La Opinion - http://diariolaopinion.com.ar/Sitio/VerNoticia.aspx?s=0&i=117727
ENVIADO POR MAIL
No hay comentarios:
Publicar un comentario