martes, 6 de marzo de 2012

Se rompió el chanchito

INFORMADORPUBLICO
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Inmediatamente después de anuncio presidencial del 2 de Marzo pasado, el Poder Ejecutivo envió al Congreso dos proyectos para la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y de modificación parcial de la Ley 23.928 de convertibilidad. Atento la trascendencia de los mismos, resulta conveniente un análisis de sus efectos conjuntos en la economía del país.
La actual CO del BCRA establece que “Es misión primaria y fundamental del Banco Central de la República Argentina preservar el valor de la moneda”. En ello está implícito la autonomía del BC como responsable de la estabilidad monetaria, o sea el crecimiento de la moneda estricta y rigurosamente acorde con el crecimiento de la producción, lo que hace a la sustancia del derecho y de la economía. Tal principal definición sería reformada por la del “triple mandato” que recibiría del BCRA de administrar la estabilidad financiera, el desarrollo económico y la equidad social.
Acorde con las evidencias, las vicisitudes y necesidades de financiamiento del Gobierno Nacional, están desbordando los laxos límites legales impuestos para tal finalidad al BCRA, que a la fecha alcanzan a $ 201.305 millones (equivalente a US$ 46.224) millones representativos del 43,85% de su Activo (Balance al 23/2/2012).
Por su parte las Reservas Internacionales del BCRA, que alcanzan a US$ 46.897 millones (a lo que habría que deducirle US$ 6.622 millones que son depósitos de los Bancos en el BCRA y US$ 3.797 millones que son obligaciones “call” con Organismos Internacionales) determinan que es respaldo real de la Base Monetaria sea en la actualidad del 77,9%, porcentaje alejado del 100,8% que determinan las cifras oficiales.
Sin embargo, por el proyecto del Poder Ejecutivo se flexibiliza el respaldo legal de las Reservas del 100% de la Base Monetaria establecido, determinando que el Directorio del BCRA será el encargado de “fijar el nivel de las Reservas Internacionales para garantizar el normal funcionamiento del mercado cambiario”. Se avanza así en el uso discrecional de las Reservas Internacionales (ya bastante comprometidas), desconociendo el axioma monetario fundamental, que la “verdadera moneda” son las Reservas y que la moneda papel ($), solo tiene su valor en virtud de su respaldo, como que “toda deuda tiene como garantía un patrimonio”. Al respecto, un bajo respaldo de las Reservas Internacionales, en su relación a la cantidad de moneda, hace presumir una “huida” de ella por falta de confianza y previene un espectro inflacionario, porque la moneda pierde su esencia de resguardo de valor. La utilización discrecional de las Reservas Internacionales que se proyecta, es en términos domésticos “Romper el Chanchito”.
En cuanto a la repercusión en la economía nacional que tendrá la sanción del comentado proyecto, es de estimar de acuerdo con el Programa Monetario 2012 del BCRA, que el Agregado Monetario M2 (Medios de Pago) alcanzaría a fin de año a $ 415.000 millones, con un crecimiento en el año del 26,4%; la Base Monetaria ascendería a $ 284.500 millones, con un crecimiento en el año del 27,6%. Tal importe a un tipo nominal de cambio de $ 4,75 por dólar, determina que las Reservas Internacionales deberían alcanzar afín de 2012, a US$ 60.500 millones. En virtud de la imposibilidad de alcanzar tal cifra, resulta la necesidad de la “eliminación del uso legal de las reservas disponibles que excedan la Base Monetaria” para el pago de los compromisos del Tesoro Nacional, por la discrecionalidad del “uso de Reservas sin límite” divorciándolas del Respaldo de la Base Monetaria.
Es previsible que con el incremento de la Base Monetaria citado y la simultánea reducción de las Reservas Internacionales, el concierto inflacionario que se generará será impactante y solamente será enfrentado compulsivamente con el control de los precios internos y con la regulación y orientación del crédito y sus condiciones propio de un pleno “dirigismo estatal”, tal como ya se observa en numerosas actividades del país. Ello generará una “inflación reprimida”, una distorsión general de precios relativos, que se alejarán de los niveles internacionales y una seria ampliación de la brecha cambiaria (diferencia entre el dólar oficial y el otro) que acentuará las pobres expectativas existentes y, por supuesto, afectará al trabajo y la inversión productiva base de todo progreso.
FUENTE:Publicado en www.informadorpublico.com

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