Por Ignacio Ros
No estamos en crisis -como algunos señalan-, pero podríamos desembocar
en una si no tomamos las medidas necesarias. Mientras los buitres
criollos anuncian el cataclismo, el Gobierno todavía no termina de
ajustar las tuercas.
La economía autóctona no atraviesa su mejor momento y eso es claro.
Si usted lee asiduamente mis columnas, conoce mi opinión. Es evidente
que hicimos todo por mantenernos afuera de esa fiesta latinoamericana
que fue la lluvia de dólares de
los últimos cinco años.
No obstante, el viento de cola fue tan
fuerte que disfrutamos parte de la bonanza, aún sin corregir variables
importantes como: inflación, tipo de cambio y expansión económica
desbordada. Hoy, llegamos a un punto que ni siquiera el relato puede
dibujar.
Al parecer, se entendió que todos los problemas
económicos de un país se resuelven a través de tres políticas: fiscal,
monetaria y cambiaria.
En enero devaluamos un 23%, subimos las
tasas en pesos del
16% al 28,5% (hoy puede volver a tocarse) y -desde ya hace unos meses-
comenzamos a recortar la expansión monetaria, aunque no de manera
eficiente.
Kicillof debería afeitarse las patillas
La
receta ortodoxa volvió. Es cierto, seguro que de la mano del nuevo
presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, pero ante la atenta
mirada de un ministro de Economía que prometía la mejor mezcla entre
Marx y Keynnes.
Sin embargo -y más allá de las discrepancias que
tanto usted como yo tenemos con el modelo- se está empezando a respirar un aire denso que es innecesario.
¿Recuerda
que tuvimos un ministro de Economía que prometió que con la
convertibilidad habría "más de seis décadas de crecimiento y prosperidad
en la Argentina"? Ese mimo personaje hoy propone dolarización completa
o una convertibilidad administrada.
Mientras tanto, algunos
referentes opositores atizan el rumor de que Cristina de Kirchner no
terminaría su mandato. Como si
fuera poco The Economist afirma que "se terminó la fiesta" para la
Argentina, pero más pesimista es The Wall Street Journal que nos augura
una "megadevaluación".
No se confunda, los verdaderos buitres no
son los bonistas neoyorquinos, ni los medios extranjeros... Las
verdaderas aves de carroña están adentro.
¿Tiene presente usted lo
que sucedió cada que en este país un presidente no terminó su mandato?
Es momento de madurar como democracia, más allá de que no estemos de
acuerdo con
los colores del que gobierna.
Le voy a dar una noticia: ¡Argentina no está en una crisis!
Hoy
la situación fiscal comienza a comprometerse y es necesaria la ayuda
del Banco Central, pero -al minuto- no tenemos una recesión, ni una
hiperinflación, ni estamos en cesación de pagos, ni se disparó el
desempleo. Cada uno de esos indicadores se fue deteriorando, pero al
momento no se tradujeron en una crisis.
¿Puede desembocar en una? Por su puesto.
"Todas
las
fortalezas de la macro y el poder político-institucional aún vigentes,
se licuarían si el dólar se dispara por encima del valor de equilibrio
de alrededor de $ 8 (o $10 para la compra, si sumamos el 20% de la AFIP)
que el Gobierno ha planteado. Si algunos operadores le ganan la
pulseada al Estado, entonces la devaluación se habrá salido de manos. El
valor de la moneda y la inflación serán impredecibles, y el conjunto de
los actores económicos, para protegerse de la incertidumbre, remarcarán
en
grande o retendrán stock. Y ahí sí que estaremos en una crisis", señalan
desde la consultora Analytica.
El dólar ayer se mostró estable
con una nueva medida del Gobierno que insta a los bancos a deshacerse de
parte de sus posiciones en la divisa norteamericana. Mientras tanto,
algunos economistas, como Miguel Bein, reconocido asesor del Gobierno de
la Provincia de Buenos Aires, sostienen que con la liquidación de esta
cosecha -que es récord- alcanzará para normalizar el mercado. ¿Lograrán
convencer a los productores de liquidar?
Como ve, hoy más que nunca, la economía es un juego psicológico que radica en controlar las expectativas.
Se sale con liderazgo y medidas claras
La
solución está a la mano y dependerá del Gobierno. Algunas cosas que
deberá hacer para mantener la situación bajo control son evitar que la
devaluación se traslade a precios y llevar adelante una eficaz
negociación para evitar que las paritarias se disparen.
Tengamos
en cuenta que la
inflación se está acelerando. Algunas consultaras señalan que enero
cerró un 6% arriba, mientras que la Ciudad de Buenos Aires sostiene que
fue de un 4,8%. Independiente del número que dé el INDEC, una
alternativa podría ser negociar paritarias semestrales para que el
impacto sea menor.
La revisión de los subsidios sigue siendo una
materia pendiente. Si pensamos que en lo que iba de 2013 hasta noviembre
se habían destinado $ 3.200 millones para Aerolíneas y que este 2014 se
emplearán $
1.420 millones (sí, $ 4 millones por día) para Fútbol Para Todos,
podemos entender que la sintonía fina todavía no llegó. Perdón, sí
llegó. Está en un bien de primer uso como es el boleto del colectivo.
Hasta no mostrar seriedad con la distribución del gasto, será difícil
transmitir seguridad al mercado.
Recuerde que este juego sólo se
gana controlando las expectativas. ¿Tendrá la capacidad este Gobierno
para hacerlo para seducir y generar las alianzas necesarias? La
respuesta la
tendremos en marzo.
FUENTE: Publicado en el Inversor Global - enviado por mail el Newsletter semanal
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