“Se enfrían las
amistades, se deshacen las riquezas, y el que pasa nos tropieza y no nos pide
perdón… Al oír la voz del viejo el joven volviose y dijo apenado:
Perdonad si he tropezado porque al pasar no os miré… A tu edad nada se
mira, joven que nada os importa, cuando la vista se acorta es cuando se comienza
a ver”.-
Este viejo relato, que
escuchara durante mi juventud de boca de mi padre, no solo me conmovió en su
momento sino que hoy puedo cavilar, sin temor a equivocarme: ¡Cuánta verdad
contenida en el mismo!
Nos damos cuenta finalmente
que la experiencia de “VIVIR”, no es igual que la mera
circunstancia de “Durar”. Durar es algo casi fenomenológico.
“VIVIR”, por el contrario, es toda una Decisión.-
Esta práctica, el
“VIVIR”, resulta invalorable para que podamos así obtener
conclusiones acertadas y apropiadas acerca de una realidad determinada,
cualquiera que fuere, e intentar corregirla si fuere menester.-
La juventud, “Divino
Tesoro”, debe comprender y valorar, de una vez por todas, que “El
saber no ocupa lugar”. Debe vislumbrar que coexisten dos dimensiones
perfectamente delimitadas y que no se repelen necesariamente entre sí: La
dimensión del “SER” y la dimensión del “TENER”.-
Debe apreciar que todo
conocimiento enriquece la esfera de nuestro “SER”, nos humaniza, y
que en su inmaterial esencia reside precisamente su propia inasequibilidad.
“Las ideas no se matan”.-
Por el contrario, todo el
mundo material, que hace precisamente a la esfera del “TENER”, es
efímero y cambiante y está fatalmente sujeto a las distintas alternativas y
vaivenes que dictan las caprichosas reglas de la circunstancia, el espacio, el
tiempo y el lugar. Asimismo respecto de las disímiles y profusas conductas de
nuestro prójimo, que modifican, voluntaria o involuntariamente, dicha esfera.-
Cuando repaso mentalmente lo
que fue nuestra Argentina varias décadas atrás, país que se preciaba de
registrar los índices más bajos de analfabetismo en su región, que disfrutaba
de una cultura del trabajo, de una cultura del esfuerzo propio, más allá de su
resultado. Cuando rememoro aquella Argentina en donde el valor de la palabra
hacía innecesario documentarla, para buscar así refugio ante el fantasma del
posible incumplimiento. Cuando la veo tan tristemente distinta de lo que fue,
comienzo a percibir que esta Argentina de hoy no es casual. Tampoco es casual
la penetración cultural foránea que poco a poco va horadando nuestra propia
identidad nacional. No es casual el alto índice de analfabetismo reinante, ni
la industria de la droga, ni la inseguridad, ni el crimen organizado, ni la
cultura de la vagancia y el facilismo. Y no es casual porque resulta mucho más
fácil dirigir y manipular al ignorante, al inculto, al inexperto, al ocioso y
al holgazán, que a un ser pensante, voluntarioso, contestatario, si se quiere,
rebelde, en el mejor sentido de la palabra. No les servimos como Pueblo, sino
como Títeres, como Esclavos, como Ganado. La ignorancia esclaviza. El
conocimiento, por lo demás, nos libera, nos personifica, nos enaltece.-
Sacudamos entonces ya mismo y
definitivamente esta abulia que nos aturde, que nos oprime y que nos desdibuja
y reconciliémonos con el hábito de la lectura, en vez de permanecer absortos,
casi parapléjicos, frente a los engañosos destellos de “la caja
boba”. Abrazemos la cultura del trabajo, privilegiemos la educación en
todos sus niveles, cultivemos la honestidad en todos sus ámbitos y volvamos a
ser una Nación íntegra, digna y respetada. Levantemos la bandera del esfuerzo
propio y llevemos a cada rincón de nuestra Patria el verdadero y genuino
progreso del hombre todo y aquella escala de valores éticos y morales que
supimos tener y que nunca debimos perder, para así poder erigirnos por fin en
cabeza de Latinoamérica y convertirnos en aquel Faro de Luz que alguna vez
soñaron nuestros mayores y que de seguro nos iluminará y guiará a todos
nosotros hacia un destino de merecida grandeza nacional.-
“La enseñanza es un
noble empeño que tiene por objeto ilustrar a los hombres para hacerlos mejores
y más dichosos”. JOVELLANOS.-
ENVIADO POR SU AUTOR