Así hemos llegado a la actual cultura de la vulgaridad, del bullicio, del ruido y el insulto que se manifiesta en diálogos como los siguientes, usados, incluso, para mendigar:
- Vagabundo (más de 50 años): Señor, perdone la interrupción…¿Usted no tendría 100 pesos para poder comer algo?
O…
- Flaite chileno (menos de 20 años): Hey, viejo…¿tiene una monedita solidaria para ir a ver al colo…?
Algo hemos hecho para llegar a esta situación. Mendigos hemos tenido siempre, pero la instrucción que han recibido es muy distinta. Antaño, la instrucción era un deber asumido por todos; hoy, la instrucción es una especie de derecho sin ningún deber asociado. Hoy, hemos alcanzado la meta de que los mendigos sean vulgares hasta para pedir limosna en las calles.
LA CRITICA AL HOMBRE MASA…PARAFRASEANDO A ORTEGA Y GASSET
Así, Ortega decía que “vivir es encontrarse en una circunstancia y actuar, decidir, en ella. La circunstancia es el yo viviendo con, entre y en función de las cosas. Es, pues, el mundo en que estoy, el mundo en que elijo ser lo que tengo que ser: mi mundo.
Pues bien, la circunstancia que nos preocupa es la del problema social que vive Chile en este momento: la “circunstancia chilena”. Podemos observar esa circunstancia desde la política y desde la pedagogía haciendo de las dos una sola, porque, decía “Si educación es transformación de una realidad en el sentido de cierta idea mejor que poseemos, y la educación no ha de ser sino social, tendremos que la pedagogía es la ciencia de transformar las sociedades. Antes llamábamos a esto política: he aquí, pues, que la política se ha hecho para nosotros pedagogía social y el problema chileno es un problema pedagógico”.
Así pues, Chile es el problema. Chile padece un déficit de orden intelectual: Chile no tiene, no hace ciencia, Chile sufre de conservadurismo…El Mundo es la solución: el Mundo es ciencia, el Mundo es educación. Para efectuar ese “proceso de salvación” (globalización de Chile) es preciso adoptar la política como educación; de ese modo, se conseguirá reformar la pedagogía (especialmente la Universidad), la acción política y la sociedad en general.
Pero el Mundo está en crisis. ¿La causa? El advenimiento de las masas: “Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes. Los espectáculos, como no sean muy extemporáneos, llenos de espectadores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser problema, empieza a serlo ahora casi continuamente: encontrar sitio. Para quien crea, como yo creo que todo fenómeno, además de tener una causa, tiene un estilo -es decir, un gesto y una forma en que se expresa un modo general de vida-, no es posible presenciar esa torrencial confluencia de seres humanos sin sobrecogerse un poco”.
“La muchedumbre se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las candilejas, es ella el personaje principal. Ya no hay protagonistas: sólo hay coro”.
Ya todos advertimos la presencia de la masa. Y nos sobrecogemos y quejamos amargamente. Las masas quieren mandar, han decidido mandar. De ese “triunfo del hombre-masa” habían de surgir los totalitarismos ideológicos como el socialismo, fascismo, nazismo y comunismo; primos hermanos ideológicos. Pero, ¿qué entendemos por masa y, sobre todo, quién es el hombre-masa?.
“En rigor, la masa puede definirse, como hecho psicológico, sin necesidad de esperar a que aparezcan los individuos en aglomeración. Delante de una persona podemos saber si es masa o no. Masa es todo aquel que no se valora a sí mismo -en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente como todo el mundo y, sin embargo, no se angustia”.
“Es intelectualmente masa el que ante un problema cualquiera se contenta con pensar lo que buenamente encuentra en su cabeza. Es, en cambio, egregio el que desestima lo que halla sin previo esfuerzo en su mente, y sólo acepta como digno de él lo que aún está por encima de él y exige un nuevo estirón para alcanzarlo…El hombre-masa es el hombre cuya vida carece de proyecto y va a la deriva. Por eso no construye nada, aunque sus posibilidades, sus poderes, sean enormes”.
En resumen, el hombre-masa es aquella alma vulgar, que se siente idéntico a los demás y no se angustia por ello, que abandona su destino en brazos ajenos.
Así, se puede concretizar la figura del “hombre-masa” en tres figuras:
Primero: el “niño mimado”, aquel caprichoso que exige sin dar nada a cambio y que no sabe si lo que exige es posible;
Segundo: el “señorito satisfecho”, quien, aquietado, cree que el mundo se hace solo y no colabora en su sustento y progreso. Se cree con el derecho a todo y de inmediato y no adopta responsabilidad alguna, es insolidario con la causa de su bienestar.
Tercero: Por último, el “especialista científico”, aquel hombre portador de conocimientos científicos, pero que no sabe nada de lo que a todos atañe, no sabe nada de los asuntos públicos, ni le preocupan. Sabe mucho de su parcela del saber, de su especialidad, pero nada del mundo.
Este análisis del hombre-masa se aproxima mucho a los planteamientos de Nietzsche sobre la moral del rebaño: “lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera…El hombre-masa está satisfecho tal y como es. Ingenuamente tenderá a afirmar y dar por bueno cuanto en sí halla: opiniones, apetitos, preferencias, gustos.... nada ni nadie le fuerza a caer en la cuenta de que él es un hombre de segunda clase”.
Por eso, también como Nietzsche, frente al hombre-masa, frente al “rebaño”, debe enfrentarse la existencia del hombre egregio, del hombre que está por encima, del hombre selecto: “el hombre selecto no es el petulante que se cree superior a los demás, sino el que se exige más que los demás”.
En definitiva, frente al hombre-masa, el hombre excelente: aquel que se obliga y se exige. El hombre “elegante”, quien sabe elegir bien, quien actúa inteligentemente, quien no rehúye su libertad y afronta su compromiso…
En otras palabras, el hombre-masa vulgar y ordinario es todo lo contrario de un filósofo, del que se burla soezmente. Por eso, para el hombre egregio la filosofía es inevitable y no brota por razón de utilidad, ni por capricho. Más bien, para el hombre egregio la Filosofía es una ocupación que no vive de sus consecuencias, que no se justifica por su logro, que no tiene que ver con la utilidad, sino con el afán de aprehender el todo. De ahí que la filosofía sea constitutivamente necesaria al intelecto.
“La filosofía es un enorme apetito de transparencia y una resuelta voluntad de mediodía. La Filosofía es formalmente radicalismo porque es el esfuerzo para descubrir las raíces de lo demás”.
Es por eso que la Filosofía se basa en dos postulados metodológicos:
PRIMERO: AUTONOMÍA. La filosofía es un método y un saber propios, independientes.
SEGUNDO: PANTONOMÍA: La filosofía aspira a dar una interpretación del Todo.
¿Cuál es la tarea de un hombre egregio que practica la filosofía?. El hombre egregio busca al hombre y al mundo en sus raíces, y su propósito radical es traer a la superficie, declarar, descubrir lo oculto o velado: ser ALETHEIA…¡Educar!
“El filósofo, a diferencia de todo otro científico, se embarca para lo desconocido como tal. Lo más o menos conocido es partícula, porción, esquirla del Universo. El filósofo se sitúa ante su objeto en actitud distinta de todo otro conocedor el filósofo ignora cuál es su objeto y de él sabe sólo: primero, que no es ninguno de los demás objetos; segundo, que es un objeto integral, que es el auténtico todo, el que no deja nada fuera y, por lo mismo, el único que se basta”.
“No será nuestro camino ir más allá de la física, sino al revés, retroceder de la física a la vida primaria y en ella hallar la raíz de la filosofía. Resulta ésta, pues, no meta-física, sino ante-física. Nace de la vida misma y, como veremos muy estrictamente, ésta no puede evitar, siquiera sea elementalmente, filosofar”.
RAZONES PARA RECORDAR AL GRAN ORTEGA Y GASSET
¿Cuál es el lugar de Ortega y Gasset en la historia de la filosofía?. Este maravilloso filósofo tenía la costumbre de ocultar sus fuentes por lo que se requiere sugerir las influencias que tuvo. Sin embargo, el mismo Ortega dijo alguna vez que “debo a Alemania las cuatro quintas partes de mi haber intelectual”.
PRIMERO: Rechazo frontal del mito e irracionalidad.
Según Ortega los hombres egregios deben rechazar frontalmente los mitos dado que dan respuestas basadas en las tinieblas, mientras que la filosofía es buscar la luz o aletheia.
Lo anterior no quiere decir que no se deban buscar sueños y acometer empresas platónicas: la llamada constante al logos, a la palabra meditada, reflexionada, razonada o a la palabra racional, como medio de resolución de conflictos y como estructura en la que asentar la vida del hombre.
Ortega ve a los hombres encerrados en una caverna (representación de la ignorancia) de la que es preciso salir. Y, para ello, la paideia que era, para los antiguos griegos, el proceso de formación y educación de los niños, entendida como la transmisión de valores (saber ser) y saberes técnicos (saber hacer) inherentes a la sociedad. La educación de los niños son el recurso más rentable tanto a nivel individual como social.
SEGUNDO: La élite debe elegir y mandar.
Otro rasgo característico de la filosofía de Ortega es el rol del elitismo. Claramente, no hablamos de un elitismo de clase o de corte social, sino un elitismo que atañe a las conciencias, es decir, a la educación, a los individuos como seres inteligentes. Quien mejor elige, el más inteligente, sobre ése han de recaer los designios de la política entendida como preocupación por la razón pública.
Podemos decir que Ortega se nutre de Aristóteles al plantear que la enseñanza de la virtud es el eje ético del quehacer político del ciudadano, la llamada al compromiso público del ciudadano: ciudadano es el que participa en el gobierno de la ciudad, el que asume su responsabilidad social; ciudadano no puede ser el hombre-masa, el irresponsable, el que deja que otros piensen y decidan por él.
Además, Ortega critica a la democracia a la que tilda de “plebeyismo” por congraciarse permanentemente con aquellos que no tienen nada que entregar, los hombres-masa. De aquí surgen las prebendas que los políticos entregan a los hombres-masa con el único fin de permanecer controlando los recursos del Estado.
TERCERO: Duda y reflexión permanente en este mundo.
Al igual que Descartes, Ortega pone en el centro metodológico el rol de la duda que permite alcanzar el conocimiento; señala el cogito como instancia indubitable de la reflexión; reclama la mantención siempre viva de la llama de la razón y, en definitiva, la urgencia por abocar la filosofía a su propia revolución.
Pero, para Ortega el mundo no es una mera representación ni tampoco una sustancia independiente, sino que el mundo es aquello en lo que estoy y en el que me encuentro ocupado. El yo tampoco es esa conciencia absoluta, sustancial, unívoca; al contrario, el yo coexiste, es con otros, se encuentra en medio del mundo, de una circunstancia que le da origen y le fuerza a elegir.
CUARTO: Necesidad y libertad a un tiempo.
Ortega plantea el tema de la existencia humana como una confrontación entre necesidad y libertad a un tiempo. Si bien Kant se desvelaba por esclarecer la “razón pura práctica”, Ortega se centraba en la “razón histórica” que no era otra cosa que la razón narrativa de la vida. Para Kant la historia no es el eje vital del hombre, sino únicamente el resultado de la disposición teleológica de la naturaleza humana. En cambio, para Ortega la historia es, precisamente, lo que nos define como humanos: “el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene historia”, dirá.
Y la construye en el día a día con las decisiones que toma en consecuencia confrontando sus necesidades y libertades.
QUINTO: La razón es el eje de la experiencia
Ortega entendía la razón como el eje de la experiencia humana ante lo real. Es cierto que la vida del hombre es historia pero eso no quiere decir que sea una sustancia, porque la historia es cambio y la sustancia es permanencia. Al final, el hombre no vive de la satisfacción de sus instintos y por eso, la razón se convierte en el eje de la vida del hombre.
De ahí la similitud entre la crítica orteguiana del hombre-masa y la crítica nietzscheana a la moral del rebaño, aunque Nietzsche tiene en mente una tradición moral y metafísica, el judeo-cristianismo, mientras que Ortega está desvelando la psicología social y el despropósito político del hombre-masa europeo.
***
Ortega fue un apasionado por la filosofía que nos mostró que pensar es la tarea vital del hombre…¡Y cuán lejos estamos en este país…!. Aquí parece que ya nadie piensa e, incluso, algunos catalogan a este bello arte como “una pérdida de tiempo”. Si, el pensar es una pérdida de tiempo para los hombres-masa apurados y frenéticos en ir hacia ningún lugar, para volver raudo a caer a las fauces del aburrimiento de una vida llena de vacíos y de pastillas que alivian el sufrimiento de estar aquí y ahora…
Necesitamos más filósofos capaces de confrontar sus propias vidas con la suficiente altura como para no llenarse del barro que todo salpica. Tenemos demasiados hombres-masa, vulgares y viles, que llenan las calles y recintos con sus malas costumbres y sus pésimos hábitos…Pero, cada uno de ustedes, querido y caro lector, debe influir en su entorno cercano; no podemos dejar todo en manos de los hombres-masa, negligentes y sonrientes, que antes de pretender gobernar deben educarse a si mismos…
¿O usted cree lo contrario?
FUENTE: http://panoramaliberal.blogspot.com.ar/2015/02/sociedad-critica-al-hombre-masa-vulgar.html?spref=fb
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