Los fantasmas presionan dentro de la mente presidencial y el razonamiento busca vestirse con las galas que no posee. La imagen se ha desvalorizado de respeto desde que mantiene a su lado a un vicepresidente varias veces procesado, haciendo que las cocardas que doraron su imagen con la protección y el beneplácito de sus aduladores de turno, hoy se conviertan en plástico y latón. Y la carroza de oro, se transformó en calabaza.
El rostro de los fantasmas que polulan la hacen temer: la inflación, la inseguridad, los fondos buitres, el Juez Griesa, el Presidente Obama, la débil oposición, Clarín, el campo, la Industria, la Empresa, Boudou, la corrupción, la economía, el BCRA, las reservas, el gasto público, el déficit fiscal, el dólar blue, las elecciones 2015, etc, la atormenta día y noche.
Su máscara de fortaleza, donde se combina el espíritu K y la mentira en una sola voz, se desespera y se debilita frente a los fantasmas que la acosan y la asustan. Y ya no hay forma de alimentar la fantasía de una Cristina eterna.
Así, ciega en su laberinto de errores y deambulando en su noche oscura, la sombra de su imagen con una dósis de soberbia, grita en su mente el eco donde se siente ganadora, pero afuera los fantasmas le recuerdan que ha fracasado. Y piensa quemar todas las naves para llegar con la dignidad - que ya no le queda- al final de su mandato, con la mirada aún agreste y agresiva, sobre su desprestigiado gobierno.
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