Las estadísticas y la realidad demuestran que el número de psicópatas ha crecido, siendo el tipo más habitual y peligroso, el que está integrado socialmente, especialmente en la clase política, al frente de empresas o en cargos de responsabilidad en los más diversos ámbitos. Su maña para mentir, manipular y desfigurar los hechos y su falta total de arrepentimientos, les facilitan arribar hasta los cargos más encumbrados a cualquier precio, aplicando un maquiavelismo total. No existe un procedimiento para curarlos porque no hay nada que curar, ellos están perfectos, y se sienten perfectos. Son así, nunca podrán sentir empatía, ponerse en el lugar de otra persona, tener sentimientos hacia alguien. Ni siquiera por los seres más próximos, padres, hermanos, cónyuges, hijos, y menos sus conciudadanos...
Con pesimismo se ha llegado a la conclusión que la sociedad no puede defenderse de los psicópatas, ya que son ellos los que crean las reglas y dictan los principios. Se puede aseverar que en los ámbitos de la política, la economía y las finanzas, hay proporcionalmente más psicópatas que entre el resto de la población normal y que cientos de dirigentes de todos los niveles dentro de aquellos círculos son claramente psicópatas y muchos de ellos hoy deberían estar encarcelados.
Las políticas llevadas a cabo en los últimos años, que han dejado como consecuencia a millones de personas en la indignidad, en la miseria, han sido viables porque los que han tenido a su cargo delinearlas e implementarlas son psicópatas, seres que no sienten, y que entienden que lo que hacen es lo normal y justo, que no miden las consecuencias de sus actos ni el sufrimiento que causan, careciendo totalmente de remordimientos. Son personas que saben controlar a los demás y aparentan ser muy buenos. Tienen mucho carisma y son líderes, pero con un carisma sin conciencia.
Enviada por su autor
No hay comentarios:
Publicar un comentario