Por María Celsa Rodríguez
Cuando escuchamos los discursos políticos o de los sindicalistas podemos dividir su lenguaje entre "lo que es" y "lo que debe ser",entre lo que "se dice" y lo que se "pretende decir".Y en medio de esto pendula la modulación del "verbo ordinario" que se hace manifiesto cuando al desarrollarse primero con una complexión exaltada y llena de adornos, luego va cayendo en un lenguaje carente de propiedad y con indirectas constantes.
En esta ambiguedad de criterios entre lo que es el contenido lingüístico del mensaje en si mismo y lo que la expresión busca conseguir como efecto rebote en la llegada del discurso, está el verdadero fin de su destino.
Porque cuando un mensaje comienza a desarrollarse y sale de la boca del interlocutor esta pierde su dominio absoluto y subjetivo para alcanzar la propiedad común.Sus frases despliegan sus alas invisibles y llegan para ser volcadas en los oídos de todos. El discurso se desarrolla movido por un proceso que sube y baja las cuestas, sublevandose desde las entrañas de las emociones para desapegarse del sujeto hasta desenvainar un propósito profundo en el oyente.
Ya que el lenguaje en la practica política tiende a encantar los oídos de las multitudes .Pero en ese juego de palabras y emociones hay una pluralidad de interpretaciones como así en el significado de lo que se dice,del como se dice y de a quien va ese mensaje dirigido, escondido tras las cortinas de las palabras.
Es decir que esconde un criterio distinto operativamente, que a veces no son suceptibles de ser detectados con facilidad sino se hace previamente una lectura mas fina y precisa.
Porque en política las palabras tienen un designio y cuando se transita sobre algún choque de intereses, surgen confrontaciones y todo se pervierte.
Basta prestar atención a las frases dirigidas de la Presidente a Moyano y de este a Ella y al gobierno,o los cruces de Cristina y de Macri.Aquí se nota como se maneja el verbo,se manipula el mensaje,se usan chicanas y se le da libertad a un sentimiento de agresión constante con dimes y diretes.
Se cargan culpas y se flexibilizan las responsabilidades. Y todo esto a la larga provocan una devaluación del concepto político.
A esto se suma una realidad que los deja muy salpicados por hechos poco claros y actos de corrupción que tratan de esconder.La dilapidacion de los dineros público que tratan de justificar y una carencia de seriedad y confianza generalizada que se extiende entre los cotilleos que susurran alrededor.Promesas no cumplidas,y palabras gritadas en los palcos donde laten las pasiones que endurecen los discursos y que luego se las lleva el viento .Como la dureza fría de las oraciones de quienes viven de los dones populares, y que siempre esquivan preguntas porque no tienen respuestas.
Analizar desde esta perspectiva con ojos críticos nos conducen inexorablemente a darnos cuenta del engaño al ver la tela del discurso.Quizás no reaccionamos ante tales contradicciones, porque seguramente estamos enredados en la telaraña de una confusión que ellos mismos fogonean para hacer encandilar la verdad y no permitirse que sea percibido facilmente, y así dar paso a peleas de poder que son los humos que esconden la realidad preocupante.
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