Lamentablemente, el pedido de Frondizi no fue aceptado. Peronistas y "gorilas", la izquierda y la derecha, liberales y nacionalistas, sindicalistas y empresarios, continuaron exhumando agravios y rencores, buscando revanchas.
En mayo de 1962, cuatro años después de asumir la presidencia de la Nación y de su llamado a la reconciliación e integración nacional, Frondizi fue destituido, como consecuencia de un largo proceso de desestabilización de las instituciones republicanas. Desde ese momento hasta nuestros días, la Nación transitó períodos sucesivos de aparente legalidad, gobiernos de facto, crisis reiteradas económicas y sociales, momentos de anarquía, terrorismo, enfrentamientos sangrientos y represiones ilegales.
La Argentina no aprovechó estos sesenta años en los que el mundo civilizado vivió avances científicos tecnológicos y económicos extraordinarios. La falta de un desarrollo económico-social continuado con un clima de paz y con la vigencia de un Estado de Derecho nos llevó a la crisis actual.
Hoy, más que nunca, es bueno recordar que el gobierno de Arturo Frondizi fue una experiencia que encierra interesantes lecciones en relación con la actual crisis económica. Cuando Frondizi asumió la presidencia, el 1° de mayo de 1958, a pesar de las obvias diferencias de contexto histórico, las dificultades tenían muchas semejanzas con las de hoy. Regía el control de cambios desde hacía casi tres décadas, y el atraso de la paridad provocaba déficit comercial y retraía la inversión productiva. Era crítica la situación del sector externo: no había reservas netas de divisas y gran parte de los recursos debían destinarse a la importación de petróleo y derivados, que cumplía el mismo papel condicionante que ahora los servicios de la deuda externa.
Los argentinos esperamos que los actuales inquilinos de la Casa Rosada, no solo lo mencionen a Don Arturo, sino que también lo emulen. Las naciones, no obstante, tienen posibilidades de recuperarse, para lo cual es imprescindible la grandeza y la lucidez de sus gobernantes, integrando a toda la población en un proceso de desarrollo nacional, sin rencores ni resentimientos.
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