Existen cuatro factores importantes que actualmente impulsan el mercado. Estos son: el crecimiento económico, las guerras comerciales, la geopolítica y la regulación de la tecnología.
Cada uno de esos factores tiene sus propias contradicciones internas, por lo que, en términos prácticos, existe un resultado binario para cada uno. Con esto me refiero a que existen 16 posibles caminos que el mercado podría seguir (24 = 16). No es de extrañar entonces que en este momento haya tanta confusión.
Con respecto al crecimiento, los individuos más optimistas anticipan un boom emanando del recorte tributario de Trump. También esperan inflación debido a la consecuente generación de puestos de trabajo, la creciente participación laboral de los ciudadanos estadounidenses y el bajo desempleo. Estiman un alza en las tasas de interés, pero considerar esto más una señal de crecimiento económico que una razón para preocuparse.
Un fuerte crecimiento económico es positivo para las ganancias corporativas, y un poco de inflación generalmente es bueno para los precios nominales de las acciones, por lo menos en las etapas tempranas. La tesis alcista es una curiosa mezcla de la curva Phillips y la curva Laffer.
Los actores más pesimistas apuntan a una baja económica en el primer trimestre (la mayoría de las proyecciones son de un 2% o menos). Esto es congruente con la expansión promedio de 2,1% dado desde finales de la última recesión, en junio de 2009.
En este momento un crecimiento económico más fuerte no es una posibilidad, debido a los obstáculos demográficos y de deuda, así como el impacto que han tenido la labor china y la tecnología en el poder de fijación de precios a nivel global. No se espera que los recortes tributarios ayuden en este aspecto, ya que el atraso en el crecimiento económico producto de la creciente deuda superará cualquier estímulo causado por impuestos más bajos.
La Fed le está dando a una economía débil una dosis doble de endurecimiento, primero en la forma de aumentos en los intereses y segundo con la destrucción sin precedentes de capital base a medida que llevan adelante su proceso de QE. La entidad probablemente llevará a la economía al borde de una recesión antes de entender bien la situación y le ponga un alto a los incrementos en las tasas de interés.
Esta postura bajista combina la tesis Reinhart-Rogoff sobre las caídas económicas en picadas causadas por la deuda con las proyecciones de que la Fed está y seguirá cometiendo los mismos errores de políticas monetarias que en 1929 y 1937. Para algunos, las guerras comerciales son otra incógnita. La absoluta mayoría tiene claro que los enfrentamientos económicos como estos reducen el crecimiento económico global. Sin embargo, lo que muchos se están preguntando es si estamos enfrentando una verdadera guerra comercial o solo una serie de sustos causados por Donald Trump mientras persigue su famosa “arte del trato”.
Por ejemplo, Trump acaba de imponer aranceles de tipo “sección 232” a las importaciones de acero y aluminio, y casi inmediatamente después dejó claro que actualmente estaban pendientes en el TLCAN las excepciones que esto tendría sobre Canadá y México. Luego, el Presidente anunció a los cuatro vientos un acuerdo comercial con Corea del Sur, en el que se impondrían cuotas a las importaciones de acero. Sin embargo, y una vez más casi inmediatamente, el Presidente afirmó que el trato era una cuestión condicional en caso de que Corea del Sur decida brindar su apoyo al país en la lucha contra Corea del Norte.
Trump amenazó a China con más de US$50.000 millones en sanciones de tipo 301 por robo de propiedad intelectual estadounidense, pero en cuestión de días el Gigante Asiático y los Estados Unidos apaciguaron los miedos del mercado al anunciar planes de negociación comercial bilateral.
Así que bueno, ¿será que estamos realmente frente a una guerra comercial, o simplemente tácticas de negociación? Considero que el escenario más probable es el de una guerra comercial de verdad.
Sí, Trump le ofreció a Canadá y México aliviar la presión de los aranceles del acero. Pero esto lo hizo solo para ganar más apalancamiento en las conversaciones del TLCAN que en este preciso momento están tomado lugar. Si Canadá y México no conceden ante las demandas que el Presidente Trump quiere en el TLCAN, estos aranceles pueden rebotar de un momento al otro y hacerle a Canadá y a México el mismo daño que le han hecho a Brasil y China.
Mientras tanto, Donald Trump esperará a ver si China está dispuesta a hacer concesiones en la cuestión de la propiedad intelectual. De no ser el caso, podría fácilmente duplicar o triplicar esa cifra de US$60.000 millones de la que hablamos hace un momento.
Mi opinión es que esta guerra comercial no menguará en el futuro cercano, sino que durará por años, se pondrá mucho peor y terminará siendo un enrome viento en popa para las acciones.
Sin embargo, admito que Trump ha dejado abierta la posibilidad de una retirada de esta guerra comercial si se cumple un número respetable de sus exigencias con China y los países del TLCAN.
La geopolítica es otro factor intermitente en este mercado. Hay muy buenos argumentos apuntando a una guerra violenta entre Estados Unidos y Corea del Norte.
Las décadas de desarrollo de armas nucleares y misiles balísticos por parte de Corea del Norte, así como el incremento acelerado en el número de pruebas nucleares por parte de la contenciosa nación durante el año pasado, indican que Corea del Norte está determinada a construir un arsenal de misiles balísticos intercontinentales nucleares. Esto podría representar una amenaza existencial directa para los Estados Unidos.
Al mismo tiempo, una ronda rápida de reuniones diplomáticas involucrando primero a Corea del Norte y Corea del Sur, luego al primero con China y luego con Japón, todo en preparación para la reunión final entre Donald Trump y Kim Jong Un, apunta a una posible solución pacífica al conflicto.
Si crees que Kim Jong está haciendo esto de buena fe, entonces estos sucesos te proporcionarán un poco de calma y esperanza. Pero si consideras que el regente norcoreano no tiene buenas intenciones en mente y solo está ganando el tiempo necesario para terminar sus armas, entonces estás esperando una guerra en cualquier momento.
Tú decides qué creer.
El último factor que está confundiendo profundamente a los mercados es el potencial para regulaciones en la tecnología. Los inversores no necesitan recordar el impacto tremendo que tienen las acciones FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google) en los mercados en general y, en particular, sobre el Nasdaq-100.
Súbitamente, vemos cómo Facebook se enfrenta al escrutinio de varios grupos debido a su abuso de información personal de sus usuarios, así como por actuar como un medio para la intervención rusa en las elecciones estadounidenses. Por otro lado, tenemos a Amazon sintiendo la presión de un posible juicio antimonopolio, así como supuestos subsidios para el envío de paquetes por parte del gobierno estadounidense y la furia de Trump por las “noticias falsas” esparcidas por el Washington Post, del cual es dueño Jeff Bezos, el fundador de Amazon.
No dudes que habrá audiencias en el Congreso sobre estos asuntos, y probablemente veamos legislaciones siendo aprobadas en relación. ¿Será que los lobistas de Silicon Valley podrán diluir toda esta legislación? ¿Será que las acusaciones de monopolio terminarán en nada? ¿O será que la furia populista en contra de los gigantes tecnológicos llevará a cambios colosales y políticas agresivas como las que vimos con Rockefeller en los 90s?
La respuesta correcta, es que nadie sabe. Esta será una batalla entre los lobistas corporativos y la indignación populista. Generalmente los lobistas terminan ganando estas contiendas, pero quién sabe, tal vez esta vez sea diferente.
Ninguno de estos cuatro problemas se resolverá rápidamente. Puede que sean necesarios seis meses de información para que la Fed se percate de que la economía es débil a pesar de los recortes tributarios, o para que los actores más alcistas tiren la toalla con sus teorías.
Las guerras comerciales generalmente se desarrollan en cuestión de años, no meses. Si Kim Jong Un quiere paz, las noticias nos deberían estar llegando muy pronto. De no ser así, la cuenta regresiva para una guerra, que de momento está en pausa, volverá a correr.
Las audiencias y los procesos legislativos que involucran las regulaciones tecnológicas también tomarán un año o más para desarrollarse. A los miembros del congreso les gusta sacar cada centavo de estas situaciones a través de contribuciones de campaña provenientes de ambos lados antes de solucionar las situaciones. Así que no esperes resultados rápidos aquí.
El problema para los inversores, es que mientras esto ocurre, tienen que invertir dinero en situaciones que no saben cómo se desarrollarán.
Si el crecimiento económico es fuerte, las guerras comerciales menguan, Corea del Norte quiere paz realmente y los lobistas tecnológicos salen victoriosos, entonces un Dow en 30.000 puntos es una hecho.
Si el crecimiento económico es débil, las guerras comerciales se acentúan, Corea del Norte resulta tener malas intenciones en sus negociaciones y el escándalo populista termina dañando a los gigantes tecnológicos, no descartaría en lo más mínimo un Dow de 20.000 puntos.
Por supuesto que existen otras combinaciones de estos factores que podrían salir a la superficie. Los resultados combinados son una posibilidad totalmente real; es ahí que este desglose de 16 posibles caminos entra en partida.
Mis estimaciones son menos optimistas: el camino más probable es el bajista. Más sería insensato apostar con tu dinero a algún desenlace específico. El mejor enfoque aquí es analizar la información disponible en relación a la hipótesis bajista y actualizar tu estrategia acorde. Eso hora de agilizarse.
Hay una cosa segura: la volatilidad del mercado no se irá a ningún lado en el futuro cercano, ya que estos problemas no verán solución pronto.
Saludos,
Jim Rickards - Para El Inversor Diario
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