Peronia es un lugar hermoso, único. Una Nación con un amplio y rico territorio, situada al sur de Bolivia, que supo gozar del privilegio de ser la nación más rica del planeta hacia fines del Siglo XIX, para luego caer en un derrotero bajista que ya acumula más de 7 décadas.
Peronia, además de lo anterior, es un sitio donde rigen principios económicos de naturaleza cuántica. Con esto me refiero a que es el único país de la faz de la tierra donde el tipo de cambio flota, pero a su vez está fijo.
Aparentemente, según Marcos Peña, eso depende de la persona que esté mirando la realidad. Psicodélico.
Dejando un poco de lado esta histriónica introducción, en esta nota te voy a explicar por qué los eventos del 25 y 26 de abril, caracterizados por una feroz corrida cambiaria contra el peso argentino, constituyen el 2do episodio de esta saga que yo llamo “El principio del fin” (el 1ro fue el 28D -o 28 de diciembre de 2017-).
Arranquemos.
El motivo oculto detrás de los últimos hechos: un intento de ajuste fiscal blando
Antes de comenzar con el cuerpo de la nota, me parece oportuno mencionar que, grosso modo, la estrategia de reducción del déficit fiscal del gobierno en este arranque de 2018 constaba de 2 ejes:
1. La continuación del proceso de sinceramiento de tarifas, para disminuir los subsidios a la energía, 2. Y también hacer un ajuste blando del empleo público.
En este caso, pasaré a explicar un poco el plan “oculto” del gobierno en relación al segundo punto, dado que ha sido el motivo por el cual se inició todo este derrotero de hechos lamentables.
Con ajuste blando me refiero a un ajuste de precios. En este caso, dado que hablamos de empleados del sector público, “los precios” son salarios.
Habiendo dicho esto, te resumo en pocas líneas la idea del oficialismo: el objetivo era hacer todo lo posible para que los gremios de empleados públicos crean la meta de inflación del 15%, a fin de cerrar paritarias en torno a esos niveles Con “todo lo posible” me refiero a, entre otras cosas, anclar el tipo de cambio en torno a los ARS 20,50 por dólar, defendiendo la cotización en ese nivel con reservas, en caso de que el mercado tironee.
¿Qué ganaba el gobierno con ello? Fácil, la inflación de 2018 con certeza se ubicará por encima del 20%. Así, en caso de cerrar paritarias de empleados públicos en torno al 15%, el gobierno se estará ahorrando una buena porción de los costos implicados en pagar esos salarios del sector público, licuándolos en términos reales.
De esta manera, se estaría logrando una sustancial y necesaria baja el gasto, ayudando a Dujovne a cumplir con sus estimaciones de gasto primario.
Un dato a no perder de vista. Recordemos que se elige ajustar empleo público “por precio” y no por “cantidad” porque la primera resulta más sutil por ser una manera indirecta.
Así, el oficialismo interpretó era la manera “políticamente viable” de disminuir el peso de los salarios públicos en el presupuesto total. Algo cierto, aunque, como veremos en la nota, algo que difícilmente puedan llevar a cabo, a la luz de los últimos hechos.
La kermesse del BCRA y la “tormenta perfecta”
En términos generales, ha habido un giro en la política cambiaria del BCRA: desde principios de marzo comenzó a defender la cotización del peso argentino frente al dólar americano.
Hasta hace una semana la institución a cargo de Federico Sturzenegger ya llevaba en su historial el hecho de haber “malvendido” durante poco más de mes y medio poco más de USD 2.000 millones para evitar que el tipo de cambio se moviera El problema de esto fue que el mercado, luego de estas ventas masivas de dólares, no dejó de demandar dólares, sino que continuó acorralando al BCRA, agravando el panorama sobremanera: con las últimas ventas (hasta este jueves 26/4) el BCRA terminó vendiendo más de USD 5.400 millones en tan solo 2 meses, monto que equivale a casi un 10% de las exportaciones de 2017.
De terror. Y lo peor es que la cotización escaló hasta ARS 20,80, a pesar de haber rifado estos USD 5.400.
En sí, los motivos principales de este apetito por la divisa americana fueron los siguientes:
Motivos endógenos y exógenos
Los motivos endógenos on los atribuibles a cuestiones del equipo económico en sí. Aquí encontramos dos:
1. Desplome de la credibilidad en el equipo económico: en este contexto de kirchnerización del BCRA, con inicio el 28 de diciembre de 2017, y de ventas masivas de dólares hasta la semana pasada -que dejaron entrever la debilidad del equilibrio en ARS 20,50- la demanda de dinero ya se encontraba en caída libre.
2. Inicio de la vigencia del impuesto a la renta financiera: este gravísimo error de política económica -tanto en lo conceptual, como hasta en la práctica- entró en vigencia esta semana. Esto implicó, de manera esperable, un fuerte desarme de posiciones en moneda local (LEBAC), que contribuyó fuertemente al desplome del peso contra el dólar.
Existen también motivos exógenos del apetito por el dólar, que tienen que ver con un factor internacional. Es que la tasa de interés americana de los bonos a 10 años llegó al 3%, nivel máximo desde 2014.
O sea, además de lo lamentable de los hechos endógenos, se suma a la ecuación el hecho de que la tasa de interés de los treasuries americanos a 10 años acaban de superar el umbral “psicológico” del 3%, sumándole más leña al fuego.
Recordemos que cuando sube la tasa de interés internacional, los activos locales se tornan menos atractivos, lo que implica, generalmente, una caída en su cotización.
Acumulación de fracasos
Lo criticable de “la gran rifa” de reservas a “precios cuidados” de las últimas semanas, a cargo de Sturzenegger, es que ni siquiera sirvieron para apuntalar las expectativas de inflación. De hecho, las mismas subieron por primera vez en 10 meses, según el relevamiento de UTDT.
Los países “normales”, en esos casos dejan flotar al tipo de cambio, por lo que la pérdida de reservas termina siendo nula o cuasi nula. Pero eso no era algo “viable”, dados los planes del gobierno, que ha recurrido a la vieja receta peronista de anclar el tipo de cambio con fines políticos de corto plazo.
También considero es importante no perder de vista que el oficialismo generalmente se “endeuda 2 veces” para conseguir reservas:
• En primer lugar, a primera, colocando bonos en “moneda dura” a tasa;
• Y en segundo, emitiendo pesos, para comprar los dólares conseguidos con estos bonos colocados en el mercado; pesos que luego son aspirados -total o parcialmente- vía LEBAC por el BCRA, que a su vez pagan una segunda tasa de interés. Así, queda claro que cada dólar que forma parte de las reservas cuesta muy caro; demasiado como para “rifar” como lo ha hecho el titular del BCRA con el objetivo fallido de apuntalar las finanzas públicas.
Con todo, en este contexto donde la inflación no baja -y de hecho se acelera-, el BCRA pierde reservas a velocidad meteórica, y la credibilidad en el poder de acción del BCRA tiende a cero, el futuro de Sturzenegger resulta una incógnita.
Personalmente, no descartaría que el titular del BCRA abandone su cargo antes de fin de año. Sobre todo teniendo en cuenta que, según estimaciones propias, a este ritmo la inflación podría ubicarse tranquilamente en un 25% a fin de año, 10 puntos porcentuales por encima de la meta.
Así, de darse el escenario base que espero, el error en la resultará demasiado grosero como para que pueda ser pasado por alto, otra vez, incluso luego de haber cambiado la meta.
¿Qué hacer?
Generalmente, a esta altura de la nota hago algún comentario financero con alguna justificación.
En este caso, voy a ser bastante más concreto: deshacete de los pesos lo antes posible. Recordemos que esta saga llamada “El principio del fin” recién va por el capítulo dos, por lo que quedan varios.
Para resumir: tienen renovado atractivo las LETES, bonos cortos en dólares, o directamente dólar billete.
Hasta la semana próxima
Juan I. Fernández
Para CONTRAECONOMÍA
PD: No puedo dejar de recordar, a la luz de los hechos, cuando a fines de junio de 2017, el Ministro Dujovne decía “El dólar salió de la tapa de los diarios y dejó de ser una preocupación”… Lo dejo a tu criterio (Karina Olga Jelinek).
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