domingo, 8 de abril de 2018

Venezolanos en la Argentina: Inmigrantes o refugiados?. Por el Ingeniero Daniel Besso

Resultado de imagen para inmigrantesEn la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y alrededores también, estamos asistiendo desde hace aproximadamente 4 años, a la llegada de ciudadanos venezolanos.
Al principio fue de a poco, pero en lo que va de este año, la cifra de refugiados, NO CREO QUE PUEDAN RECIBIR EL NOMBRE DE INMIGRANTES, pues en general no es gente que simplemente haya emigrado en busca de nuevos horizontes, ascendió a 11.000 aproximadamente.
Es gente que se ha escapado de una situación pavorosa, de hambrunas, de falta de acceso a la salud, y también de persecuciones políticas.
No son personas que en situaciones “normales”, hubiesen tomado esa decisión. Muchos han dejado a padres, hermanos e hijos, para poder venir a trabajar y generar recursos para enviar a familiares, para poder simplemente comer.
Recientes trabajos periodísticos de investigación, nos han mostrado la dureza de la situación, en la cara de los protagonistas. Dada nuestra naturaleza de “país de inmigrantes”, sus relatos nos mueven los cimientos de nuestra cultura.
Aunque sufriendo muchísimo el desarraigo, no hacen otra cosa que agradecer la cordial acogida de nuestro país.
Algunos pudieron llegar en avión, pero una gran cantidad, lo fue haciendo en ómnibus y de a poco.
No fueron igualmente acogidos en los “PAISES HERMANOS” por donde pasaron y recalaron. La xenofobia se hizo sentir claramente, pese a tener hábitos y dialectos semejantes.
Es por eso que se asombran de nuestra genuina hospitalidad, pese a confesar, que nuestro modo de hablar, de alimentarnos, de conducirnos, es bastante diferente.
Sucede que está en nuestra cultura, un pasado inmigratorio, de muchos de nuestros antepasados, llegados bajo idénticas circunstancias.
Familias Armenias vinieron escapándose del genocidio, judíos rusos, escapados de la persecución del Zar. Alemanes del Volga también vinieron corridos, gallegos, vascos, navarros, portugueses, Judíos Alemanes y polacos que alcanzaron a escapar de la brutalidad nazi.
Muchos de nosotros tenemos historias semejantes.
Mi abuelo Heraldo Besso, vino del Piamonte, junto con su hermano en 1912. Corridos por la miseria. Llegó con 17 años y a las horas de haber desembarcado, ya estaba carpiendo una quinta en Flores (por aquel entonces era zona de quintas de verduras). Su padre cuando partieron a América les dijo: Este tonel de vino que acabamos de hacer, lo voy a trasegar y embotellar. Guardaré una buena cantidad para festejar cuando vuelvan de “HACER LA AMÉRICA”, con el dinero que hayan conseguido podremos comprar más tierra para trabajar.
En la quinta donde trabajó en los primeros tiempos, se comía en abundancia, como siempre fue proverbial en nuestro país. Tanto fue así que mi abuelo le Habló al Tío segundo, que era el dueño de la quinta y le dijo: Tío, no es necesario que hagan fiesta tantos días por la bienvenida, le agradezco pero no es necesario. A lo que el tío (también de apellido Besso), le contestó:¿Qué fiesta?.
Mi abuelo con la ingenuidad de un joven inmigrante venido del “HAMBRE”, LE DIJO: Sucede que Uds. todos los días llenan la mesa de comida….
El tío le respondió: Ragazzo, quí si manggia cossi, tutti i giorni. (pibe, acá se come así todos los días).
Mi abuelo escribió una carta a su padre diciéndole: “EL VINO TÓMENSELO, YO A ITALIA NO VUELVO MÁS”.
De viejo enfermo, confesaba su arrepentimiento de haber mandado semejante carta a su familia. Sabía el enorme dolor que esas palabras habrían causado a su madre y su padre. Imprudencia de joven.
El padre de mi esposa, alemán de Hamburgo, vino a la Argentina en 1929, pleno desastre económico mundial. El vino con trabajo, enviado por una empresa de trading que enviaba a la Argentina, productos industriales y de acá se llevaba lanas, cueros y frutos del país.
En 1933 comienza el ascenso de Hitler y las persecuciones políticas. Como tenía un abuelo judío alemán, su madre, sus hermanas y hermano fueron terriblemente perseguidos. En una carta que pudimos leer en abril de 2016 estando en Alemania, la madre de mi suegro, le rogaba que él que se hiciese cargo de la hermanita menor, LILO, dado que ella, su madre, estaba enferma de cáncer y por orden del partido nazi estaba prohibido darle medicinas.
Mi suegro, desde ya, enviaba dinero puntualmente cada dos o tres meses, lo que permitía sobrevivir a su familia.
Su hermano menor y su familia, se embarcaron para la Argentina, apenas terminó la guerra y los relatos de hambre y miseria se volvían a reiterar.
Villa Ballester, en los alrededores de Buenos Aires, como también mi barrio, El Palomar, fue lugar de asentamiento de alemanes, austríacos, italianos, franceses. Ellos trajeron sus grandes deseos de trabajar y progresar, dejando atrás el horror. Toda esta ola inmigratoria trajo consigo un importante bagaje de conocimientos técnicos, que permitió un rápido desarrollo industrial de nuestro país. Luego con las políticas conservadores, se tiró todo ese progreso, por el retrete.
Era paradigmática la frase de los españoles ya radicados, invitando a sus con nacionales a venir a estas tierras: VENGANSE PARA ACÁ, EN LA ARGENTINA, ATAN A LOS PERROS CON CHORIZOS!!.
Es entonces bastante claro, el motivo de nuestra hospitalidad con el extranjero; aún sentimos algo del desarraigo. Cuando viajamos al viejo continente, tenemos una especie de “deja vu”, sentimos que hay algo nuestro por allí.
Acaso este artículo sobre los inmigrantes o refugiados venezolanos, solo sirvió de excusa para repensarnos como sociedad.
Por último quiero que presten atención a una “canzonetta” que fue muy popular a principio de los 50`s y que patentiza el desarraigo del emigrante, que traduje mal o bien, pero que refleja la inevitable y dolorosa nostalgia del emigrante.
Uei, Uei, paesano
ey, ey, paisano
ey paisano, como está
Italia es pequeña y hay gente en cantidad
Y esta es la ruina que no se puede campear
Cada uno quiere irse al extranjero, eso se sabe
Para ganar el pan para Papá Y Mamá.
Deja la familia y de casa se va
Gana el pan pero pierde la felicidad
ey, ey, paisano
Ud. sabe que lo que digo es verdad
El mundo solo ve a un italiano
Vaya y estréchele la mano que sabe en su corazón que cosa tiene
Y diga:
ey paisano…
ey paisano, como está

Con Pluma y tinta escribe: Queridísima Mamá
Yo aquí estoy muy bien, no te preocupes
Y tu dime, como estás y como está Papá?
Te ruego me respondas, no me hagas esperar
Espera y espera y un día una carta que Sí está
Es una hermana que dice: YA NO HAY MÁS MAMÁ.
Entonces diga….:
ey, paisano, hey, hey, hey paisano
ey paisano cómo está?
Puede ser tal vez piamontés, lombardo, genovés
Y veneciano, Giuliano, friulano, Emiliano…
De le Marche o tal vez toscano, quizás umbriano mi paisano
De los abruzzos o de la “Materna Roma eterna”
Y de Nápoles, Pugliese, Cerdeño , o Calabrés.
Luccano, Sisciliano
Qué importa, es italiano
Es italiano y basta con eso
Porque Italia es toda bella
Y esto también es verdad
Sin ninguna discusión
Deme la mano y venga acá
Y diga:
ey, paisano, ey, ey, ey paisano
ey paisano cómo está?
Ing. Agr. Daniel Carlos Besso - ENVIADO POR SU AUTOR

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