sábado, 23 de febrero de 2019

¿Entonces, la Economía es una ciencia? Por el Econ. Pablo Zambrano Pontón

La imagen puede contener: una persona, selfie y de traje¡Así es!, la Economía es una ciencia social, cuyo objeto es distinguir entre las buenas y las malas políticas (como dice Guy Sorman, en su libro: “La Economía no miente”). Es una ciencia porque la Economía tiene principios y reglas que siempre se cumplen en la realidad. Así por ejemplo, a nivel macroeconómico, si se aumenta el gasto público, mediante el consabido método de monetización del déficit fiscal (impresión de dinero o emisión de bonos), habrá inflación en el corto plazo, y destrucción de capital productivo en el mediano y largo plazo, lo que ocasionará crisis económicas, desempleo y empobrecimiento generalizado. A nivel microeconómico, si se aumenta el precio de un producto y se mantienen constantes los otros determinantes de la función demanda, disminuirá la cantidad demandada. 
Los socialistas marxistas revolucionarios y los intervencionistas dicen que hay abundancia de recursos, sólo que están mal distribuidos y que habría que repartirlos mejor. Considero, que el asunto no es tan simple como proponen los socialistas, quienes en base a estadísticas de dudosa credibilidad como las de OXFAM, nos hablan de que el 1% de la población concentra el 99% de la riqueza mundial , cuando lo preocupante no es la desigualdad (salvo que alguien envidie el éxito ajeno de personas que legítimamente han obtenido su riqueza), sino la pobreza. Hay que recordarles, a los mismos que hacen y promueven esas “estadísticas”, que más de dos siglos de CAPITALISMO nos han dejado más riqueza, mejor salud y más educación . La libertad económica ha generado beneficios que van mucho más allá de los ingresos. Entre el comienzo de nuestra era y el año 1500, los progresos de la humanidad habían sido mínimos, tanto si se mide en esperanza de vida como en términos de riqueza. Sin embargo, algo cambió durante la Edad Media: Europa despegó, empezó a desarrollar una serie de instituciones políticas y económicas que hicieron que las condiciones de vida de sus ciudadanos se alejaran de las del resto de la humanidad. Y a partir del siglo XVIII, esa tendencia se aceleró. La revolución industrial generó las condiciones para que cientos de millones de personas mejoraran de forma radical su situación ¡Gracias al Capitalismo Manchesteriano!
Todos los países que se unieron a esa corriente se beneficiaron del mismo impulso. No hay en la historia de la humanidad ninguna sociedad, que habiendo adoptado las instituciones económicas de una sociedad libre (propiedad privada, mercado, respeto a los contratos, seguridad jurídica, impuestos proporcionales, en fin), no haya conseguido incrementar su bienestar. Tampoco es un proceso irreversible. Países ricos vieron cómo su riqueza se estancaba o retrocedía cuando cambiaron de modelo. [i.e., Argentina, cuando en la década del 40 (1946) el socialismo peronista de corte keynesiano-menchevique, o sea, ese “populismo de izquierda” de Juan Domingo Perón (1895-1974), se instala en el ex granero de América Latina pasando de ser un país rico y desarrollado, gracias a las ideas liberales anti estatistas –en lo político y económico- de Juan Bautista Alberdi (1810-1884), a ser una nación subdesarrollada, con problemas de bajo crecimiento económico, desempleo e inflación]. Javier Milei, el mediático economista argentino, en cada uno de sus debates, con el intervencionismo de centro izquierda y de izquierda dura, siempre nos recuerda que, a fines del siglo XIX, Argentina era la quinta potencia económica mundial, y hoy es la No. 60, como consecuencia del intervencionismo.
En 2014, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, el club que reúne a los países más ricos del mundo) presentaba su informe: How was life? , en el que mide las condiciones de vida global en los últimos dos siglos. El punto de partida es 1820 y las conclusiones son evidentes: el Capitalismo ha generado una oleada de prosperidad como nunca se había visto ni conocido.
Vivimos más, nuestra salud es mejor y tenemos acceso a muchos más bienes que nuestros antepasados. En realidad, es una evidencia: los países más libres son también los más prósperos. Y gracias a que cada vez más regiones se han unido al Capitalismo, estos beneficios se han extendido en las últimas décadas a prácticamente todos los rincones del orbe.
A este respecto, el escritor francés, Guy Sorman en su libro: “La Economía no miente”, señala que el papel de los Economistas en este mundo, debería ser investigar las causas reales para el progreso de las naciones, porque al conseguirlo se eliminará también la pobreza, como lo demuestra el ejemplo de tantos países que al enfatizar sus esfuerzos en el desarrollo, han conseguido también paralelamente reducir este flagelo de la humanidad: economía de penuria, a la que es preciso combatirla por la vía de la ciencia económica, más que del retórico discurso socialista. 
Así, en Chile, según las estadísticas de la Comisión Económica para América Latina –CEPAL-, la pobreza en los 30 años de aplicación del Capitalismo de Libre Mercado, en dictadura (gracias a Milton Friedman y los Chicago Boys) y con los gobiernos de la concertación keynesiana/intervencionista, se redujo del 43% al 13%, demostrando la validez teórico-práctica de la doctrina capitalista y liberal, en contraposición al socialismo y al intervencionismo keynesiano, que hoy por hoy, son las ideologías económicas dominantes a escala global, y no el supuesto “neoliberalismo” (que de liberal no tiene nada), como mucha gente –desinformada y fácilmente manipulable-, a la que le faltan lecturas (de libros que no sean “conspiranoicos” o de izquierda), así lo cree.
Enviado por su autor

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