La Argentina vive una real crisis educativa, sería necio el negarlo. He aquí tres propuestas que le permitirían al gobierno del presidente Mauricio Macri tomar la iniciativa frente a una crisis que, sin duda, ha heredado y tiene hoy la oportunidad de comenzar a revertir. Tres propuestas que no se enfocan solamente en la educación de los niños, sino también de los jóvenes y adultos, muchos de los cuales subsisten gracias a planes sociales.
¿Cómo lograr algo tan elemental como que los niños puedan concurrir a la escuela, cuando los paros docentes constituyen una práctica habitual? Mi propuesta es clara: la educación debe transformarse en un servicio público. Hace ya varios años, en 2014, al enfrentar el gobernador Daniel Scioli una larga secuencia de paros, el vicegobernador Gabriel Mariotto planteó una iniciativa similar; en 2018 también lo solicitó el diputado provincial de Cambiemos Guillermo Castello. Entonces, ¿qué impide hacerlo?
Una ley que transforme a la educación en un servicio público protegería el derecho a la educación de nuestros niños, quienes no pueden tomar medidas de fuerza para defenderlo.
La segunda de las propuestas se originó en un viaje de estudios que tuve la oportunidad de realizar a Alemania, en mayo pasado, invitado por la Fundación Friedrich Naumann. En los últimos años publiqué diversas columnas que proponían enfrentar la crisis del desempleo de nuestros jóvenes mediante el llamado sistema de educación dual, proveniente de dicho país. Hoy la propuesta continúa siendo pertinente.
En el sistema dual los jóvenes que no desean, o no califican, para continuar estudios universitarios pasan muchas horas adquiriendo experiencia laboral en empresas, aún antes de su graduación de la escuela secundaria. Conforme transcurren los años, el estudiante incrementa el tiempo en la empresa y reduce el tiempo en la escuela. El resultado de ello es que luego se incorporará a la empresa no solo con conocimientos técnicos específicos, sino también habiendo adquirido las habilidades sociales necesarias para desenvolverse exitosamente en dicho ámbito. En Alemania existen alrededor de 350 profesiones con una duración de dos a tres años.
Una adaptación del sistema dual a nuestra realidad ayudaría a incorporar a la sociedad productiva a miles de potenciales “ni nis”, y también les facilitaría que adquiriesen el capital humano que les permita desarrollarse exitosamente.
La tercera propuesta no se enfoca en la educación de los niños o jóvenes sino en la de millones de adultos beneficiarios de planes sociales, planes que no deben ser considerados un derecho sino, por el contrario, la cronificación de la pobreza.
¿Cómo reinsertarlos en la sociedad? Juan Pablo II lo sugirió hace ya muchos años: “Esta posibilidad se realiza solo si el trabajador alcanza cierto grado de educación, cultura y capacitación laboral”.
En 2018 el gobierno de Mauricio Macri dio un importante paso al reemplazar tres programas por un nuevo plan denominado “Haciendo Futuro”, el cual cuenta con dos ejes centrales: “Educación Formal Obligatoria”, mediante la cual los beneficiarios deberán finalizar sus estudios secundarios y “Formación Integral”, que los capacitará a través de cursos y prácticas profesionales.
Exigir que todo beneficiario de cualquier plan social deba cumplir con requisitos similares, a los fines de hacerse acreedor al subsidio, facilitaría su reinserción en la sociedad productiva. ¿Cuántos menos argentinos dependerían del apoyo del Estado de aquí a cinco años?
Imaginemos un país donde los niños y jóvenes puedan concurrir al colegio a diario, y donde millones de beneficiarios de planes sociales sean inducidos a incrementar su capital humano, facilitando de esta forma su reinserción en la sociedad productiva. No es una fantasía, es una posibilidad concreta y no dudo de que la mayor parte de la sociedad lo apoyaría.
*Rector de la Universidad del CEMA y Miembro de la Academia Nacional de Educación (Fuente www.perfil.com).
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