Una de las principales características que debe ostentar todo periodista es la ética, no sólo en su trabajo cotidiano, sino también en su vida diaria. Se puede ser mejor o peor escritor, tener buena o mala dicción, trabajar en un lugar respetable o no tanto, pero nunca se debe dejar de lado la honestidad profesional. Estas son cosas que he leído, que he oído, que he visto y que pienso; por ello no todo es mío, pero nada me es ajeno.
La ética tiene que ver con el conjunto de normas de conducta que provienen del interior del ser humano y está íntimamente relacionada con la moral, la cual a su vez proviene del exterior. La ética no es flexible: no se puede ser "un poco ético", sino que hay que serlo por completo. Es como la virginidad de la mujer: una vez que se pierde, no se puede recuperar jamás.
El periodismo vernáculo adolece en muchos casos de la más mínima ética y es algo que puede observarse en los últimos años como algo que crece de manera exponencial.
Es conocido el hecho de que muchos periodistas/ comunicadores sociales cobran dinero de lugares públicos. No casualmente, son organismos que encabezan el ranking de denuncias por corrupción frente al silencio casi total del periodismo argentino. Para que esto no trascienda, no solo “adornan” " a los hombres de prensa, sino también a los funcionarios que deben controlar su actividad.
Con lo antedicho, uno podría pensar que el pago que hacen estos organismos y empresas estatales se debe a su enorme interés en el futuro del país y que, por ello, apoyan al periodismo independiente. Lamentablemente, no es así. El dinero se ofrece a cambio de silencio, sin más. Es por ello que jamás el pueblo se entera de los escándalos mencionados, harto conocidos en el mundillo periodístico.
La corrupción es parte de una de las endemias más importantes de la Argentina. No sólo tiene que ver con la política partidaria ni con las fuerzas de seguridad, sino con la propia sociedad. De hecho, los políticos no son extraterrestres que vinieron de otra galaxia, sino que forman parte de la idiosincrasia argentina. La corrupción no sólo se da cuando se recibe un "retorno" de varios millones de dólares, sino también cuando se coimea a la policía o se compra un producto "trucho". Ergo, no se puede señalar a otros como "corruptos" si antes no se modifican este tipo de conductas, por más inocentes que parezcan.
El periodista que cobra dinero o recibe regalos por parte de funcionarios del Estado o empresas privadas, sabe que está haciendo lo incorrecto. Es imposible que desconozca que lo que están comprando es su silencio. No hay inocencia en este tipo de actitudes, no hay persona más despierta en este tipo de cuestiones que los hombres de prensa. Por tanto, no es casual que se vaya deteriorando la profesión periodística a la par que crece la corrupción nacional.
Finalmente, parafraseando a Camilo José Cel, digamos: “La más noble función de un escritor (periodista) es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir”.
*Abogado- Desde Formosa
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