Columnista
A raíz de la encíclica papal sobre protección del medioambiente Laudato si, y la grave cantidad de imprecisiones, desaciertos y errores de todo tipo que contiene, se hace necesario efectuar algunas reflexiones sobre los aspectos más lamentables de este nuevo documento de la Iglesia.
La lectura de la encíclica revela una visión catastrofista del tema medioambiental, lo que se plasma en las palabras del papa Francisco I cuando expresamente dice: "El estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones" [1]
En realidad, no es el estilo de vida sino la acción de los gobiernos lo que se torna insostenible, ya que son estos -y una legislación que ataca los derechos de propiedad- los que originan y desencadenen catástrofes de todo tipo.
"Sustituir combustibles fósiles por energías renovables. El pontífice considera que se ha vuelto "urgente e imperioso" desarrollar políticas para que en los próximos años se reduzcan drásticamente la emisión de anhídrido carbónico y otros gases altamente contaminantes. "En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación". "Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes -carbón, petróleo y gas- necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora", explicó el papa."[2]
Sin embargo, como ha explicado el Dr. Alberto Benegas Lynch (h):
"R.C. Balling señala que “La atmósfera de la Tierra se ha enfriado en 0.13 grados centígrados desde 1979 según las mediciones satelitales […] A pesar de que modelos computarizados del efecto invernadero predicen que el calentamiento mayor ocurrirá en la región ártica del hemisferio norte, los registros de temperatura indican que el ártico se ha enfriado en 0.88 grados centígrados durante los últimos cincuenta años”. El mismo autor enfatiza que, debido a su efecto de enfriamiento, el dióxido de sulfuro provocado por aerosoles más que compensa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En este último sentido y debido a las alarmas del tipo de las expuestas recientemente en nuestro país por Al Gore, es de interés citar una declaración del Excecutive Committee of the World Metereological Organization en Ginebra, que mantiene que “el estado presente del conocimiento no permite ninguna predicción confiable respecto del futuro de la concentración de dióxido de carbono o su impacto sobre el clima”. También es importante subrayar que el fitoplancton consume dióxido de carbono en una proporción mayor que todo lo liberado por los combustibles fósiles y que los desajustes cíclicos en la capa de ozono se deben en buena medida a fenómenos meteorológicos como las erupciones volcánicas."[3]
Desafortunadamente, el papa Francisco comparte una visión sesgada y equivocada del tema medio-ambiental, la cual, asimismo es la que mayor difusión mediática goza, merced a que permite infiltrar postulados colectivistas de tipo marxista o neo-marxista, que apuntan -en suma- a la disminución y definitiva supresión de la propiedad privada, aspecto este último que el pontífice no disimula en varias partes de su encíclica, si bien sin llegar al extremo de sugerir la eliminación de la propiedad privada en forma total, pero si considerándola la causante de muchos -o de la gran parte- de los males que denuncia en su documento.
"Advierte contra el control del agua por las multinacionales. "Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado", denunció Francisco. Para el pontífice, "el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas". Aseguró que el mundo tiene "una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable". El papa advirtió del peligro de que "el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo"."[4]
Pero al respecto se ha destacado que:
"Con razón se considera el agua indispensable para la vida del ser humano. Somos agua en un setenta por ciento y el planeta está compuesto en sus dos terceras partes por agua aunque la mayor proporción sea salada y en otra se encuentre atrapada por los hielos. F. Segerfeld nos informa que la precipitación anual sobre tierra firme es de 133.500 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000, lo cual deja un neto de 41.500 que significa nada menos que 19.000 litros por día por persona en el planeta. A pesar de esto, se mueren literalmente millones de personas por año debido a la falta de agua o por agua contaminada. El autor explica que esto se debe a la politización de ese bien tan preciado, situación que no ocurre cuando la recolección, purificación y distribución se encuentra en manos privadas, que si quieren prosperar deben atender los requerimientos del público sin favores ni componendas con el poder gubernamental del momento. Ejemplifica con los casos de Ruanda, Haití y Camboya donde las precipitaciones son varias veces mayores que en Australia, pero en los primeros casos hay crisis de agua mientras que esto no ocurre en el segundo por las razones apuntadas. Por esto es que el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe que “El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas” y, en el mismo sentido, Martin Wolf, editor asociado del Financial Times, apunta que “el agua es demasiado importante para que no esté sujeta al mercado”.[5]
No obstante, contradictoriamente, en otra parte de su encíclica, el papa propone "reducir el consumo de agua" (!!) con lo cual se advierten las inconsistencias señaladas.
En definitiva, esta desafortunada encíclica papal -pese a las indudables buenas intenciones que han inspirado a su autor-, aconseja medidas que ya se han probado ineficaces para "mejorar" el medio ambiente y el entorno ecológico en general, además de contener severas imprecisiones científicas, sesgadas muchas veces por elementos ideológicos que se infiltran en quienes se ocupan de ordinario de la problemática ecológica.
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[1] http://www.20minutos.es/noticia/2492784/0/papa-enciclica/revolucion-verde/inmension-deposito-porqueria-cambio-climatico/
[2] Ídem anterior.
[3] https://eseade.wordpress.com/2015/05/14/debate-sobre-ecologia-2/
[4] Ver nota 1
[5] Alberto Benegas Lynch (h) en trabajo citado en nota 3
A raíz de la encíclica papal sobre protección del medioambiente Laudato si, y la grave cantidad de imprecisiones, desaciertos y errores de todo tipo que contiene, se hace necesario efectuar algunas reflexiones sobre los aspectos más lamentables de este nuevo documento de la Iglesia.
La lectura de la encíclica revela una visión catastrofista del tema medioambiental, lo que se plasma en las palabras del papa Francisco I cuando expresamente dice: "El estilo de vida actual, por ser insostenible, solo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones" [1]
En realidad, no es el estilo de vida sino la acción de los gobiernos lo que se torna insostenible, ya que son estos -y una legislación que ataca los derechos de propiedad- los que originan y desencadenen catástrofes de todo tipo.
"Sustituir combustibles fósiles por energías renovables. El pontífice considera que se ha vuelto "urgente e imperioso" desarrollar políticas para que en los próximos años se reduzcan drásticamente la emisión de anhídrido carbónico y otros gases altamente contaminantes. "En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación". "Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes -carbón, petróleo y gas- necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora", explicó el papa."[2]
Sin embargo, como ha explicado el Dr. Alberto Benegas Lynch (h):
"R.C. Balling señala que “La atmósfera de la Tierra se ha enfriado en 0.13 grados centígrados desde 1979 según las mediciones satelitales […] A pesar de que modelos computarizados del efecto invernadero predicen que el calentamiento mayor ocurrirá en la región ártica del hemisferio norte, los registros de temperatura indican que el ártico se ha enfriado en 0.88 grados centígrados durante los últimos cincuenta años”. El mismo autor enfatiza que, debido a su efecto de enfriamiento, el dióxido de sulfuro provocado por aerosoles más que compensa la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. En este último sentido y debido a las alarmas del tipo de las expuestas recientemente en nuestro país por Al Gore, es de interés citar una declaración del Excecutive Committee of the World Metereological Organization en Ginebra, que mantiene que “el estado presente del conocimiento no permite ninguna predicción confiable respecto del futuro de la concentración de dióxido de carbono o su impacto sobre el clima”. También es importante subrayar que el fitoplancton consume dióxido de carbono en una proporción mayor que todo lo liberado por los combustibles fósiles y que los desajustes cíclicos en la capa de ozono se deben en buena medida a fenómenos meteorológicos como las erupciones volcánicas."[3]
Desafortunadamente, el papa Francisco comparte una visión sesgada y equivocada del tema medio-ambiental, la cual, asimismo es la que mayor difusión mediática goza, merced a que permite infiltrar postulados colectivistas de tipo marxista o neo-marxista, que apuntan -en suma- a la disminución y definitiva supresión de la propiedad privada, aspecto este último que el pontífice no disimula en varias partes de su encíclica, si bien sin llegar al extremo de sugerir la eliminación de la propiedad privada en forma total, pero si considerándola la causante de muchos -o de la gran parte- de los males que denuncia en su documento.
"Advierte contra el control del agua por las multinacionales. "Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado", denunció Francisco. Para el pontífice, "el acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la supervivencia de las personas". Aseguró que el mundo tiene "una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable". El papa advirtió del peligro de que "el control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo"."[4]
Pero al respecto se ha destacado que:
"Con razón se considera el agua indispensable para la vida del ser humano. Somos agua en un setenta por ciento y el planeta está compuesto en sus dos terceras partes por agua aunque la mayor proporción sea salada y en otra se encuentre atrapada por los hielos. F. Segerfeld nos informa que la precipitación anual sobre tierra firme es de 133.500 kilómetros cúbicos, de la que se evaporan 72.000, lo cual deja un neto de 41.500 que significa nada menos que 19.000 litros por día por persona en el planeta. A pesar de esto, se mueren literalmente millones de personas por año debido a la falta de agua o por agua contaminada. El autor explica que esto se debe a la politización de ese bien tan preciado, situación que no ocurre cuando la recolección, purificación y distribución se encuentra en manos privadas, que si quieren prosperar deben atender los requerimientos del público sin favores ni componendas con el poder gubernamental del momento. Ejemplifica con los casos de Ruanda, Haití y Camboya donde las precipitaciones son varias veces mayores que en Australia, pero en los primeros casos hay crisis de agua mientras que esto no ocurre en el segundo por las razones apuntadas. Por esto es que el premio Nobel en economía Vernon L. Smith escribe que “El agua se ha convertido en un bien cuya cantidad y calidad es demasiado importante como para dejarla en manos de las autoridades políticas” y, en el mismo sentido, Martin Wolf, editor asociado del Financial Times, apunta que “el agua es demasiado importante para que no esté sujeta al mercado”.[5]
No obstante, contradictoriamente, en otra parte de su encíclica, el papa propone "reducir el consumo de agua" (!!) con lo cual se advierten las inconsistencias señaladas.
En definitiva, esta desafortunada encíclica papal -pese a las indudables buenas intenciones que han inspirado a su autor-, aconseja medidas que ya se han probado ineficaces para "mejorar" el medio ambiente y el entorno ecológico en general, además de contener severas imprecisiones científicas, sesgadas muchas veces por elementos ideológicos que se infiltran en quienes se ocupan de ordinario de la problemática ecológica.
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[1] http://www.20minutos.es/noticia/2492784/0/papa-enciclica/revolucion-verde/inmension-deposito-porqueria-cambio-climatico/
[2] Ídem anterior.
[3] https://eseade.wordpress.com/2015/05/14/debate-sobre-ecologia-2/
[4] Ver nota 1
[5] Alberto Benegas Lynch (h) en trabajo citado en nota 3
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