Tengo relación
con la avicultura, desde hace 40 años. He visto su evolución casi desde los
inicios de la avicultura industrial hasta el día de hoy.
Durante mucho
tiempo el pollo era más caro que la carne de vaca. Así y todo, vuelta a vuelta,
tenía sus crisis.
Hoy se podría
desenvolver bien, al amparo de un precio muy alto de la carne de vaca.
Tomados en
conjunto, somos un país con un consumo per cápita muy alto, de proteínas de
origen animal.
La capacidad
de consumir carnes y subproductos animales, tomados en promedio es solo una,
cuando se consume más cerdo, se deja de consumir carne vacuna, y así con todo.
Hasta ha subido el consumo de huevo, cosa auspiciosa debido a la calidad
nutricional, de este producto.
Hoy, como
todas las actividades productivas, está
jaqueada por costos crecientes y precios pisados. No es una excepción.
Lo único que
puede ayudar a esta producción (pollo), como a cualquier otra, de nuestro país
en este momento, es mejorar la calidad organoléptica y dedicar buena parte de
las inversiones a la industrialización de preparados listos para consumir, con
los mismos pollos, por ejemplo: salchichas, salchichones, paté, hamburguesas,
guisos o ragout, escabeches, estofados, ahumados... Todo esto con el objeto de
exportar estos productos, además de pollo fresco.
Sucede que la
introducción de expeller de soja de 1ª expresión, le confiere a las canales,
grasa que contiene ácidos grasos insaturados de rápida y ABUNDANTE, OXIDACIÓN.
Esta oxidación degrada mucho y rápido los productos que pudiesen elaborarse.
Esta condición,
disminuye los plazos para su
comercialización.
Sin duda, el
uso de expeller de soja con un remanente de 8 a 10 % de aceite remanente, más un 33 % de
proteínas de altísimo valor biológico, impulsa la producción dando una velocidad de crecimiento excepcional.
Naturalmente,
en los monogástricos, esos aceites, pasan a la grasa del animal que se cría,
estropeando su calidad.
No conformes
con estropear la calidad de los pollos y cerdos, hoy la han emprendido
introduciendo jabones cálcicos de aceites de pescado, chía y soja con la
intención de que esos ácidos grasos lleguen a la leche y los quesos. Todo un
despropósito…
Pero eso será
motivo de otra página.
Puedo
asegurarles que todos los productos cárnicos y elaborados, en Europa, NO POSEEN
ESTOS ÁCIDOS GRASOS Y DE NINGUN MODO, SABORES A RANCIO. Tampoco se detectan
antioxidantes, en cantidades distinguibles.
Todo esto que
tiene que ver con la calidad de los productos exportables, es responsabilidad
del sector productivo.
Pero por otro
lado, la falta de un tipo de cambio competitivo y estable por mucho tiempo, es
un obstáculo INSALVABLE.
Esto es
responsabilidad ABSOLUTA de la política económica.
No es cuestión
tampoco que un nuevo gobierno, para recuperar aliento, establezca un tipo de
cambio competitivo, que luego en un par de años se lo coma la inflación.
Todas las
actividades agropecuarias, a excepción de los cultivos anuales, demandan
inversiones muy grandes y plazos largos para su desarrollo. En esto, la
avicultura, no es diferente a la producción de aceite de oliva, duraznos, o
leche.
Cuando
dirigimos nuestro pensamiento a la exportación, lo primero que debemos hacer es
ir a ver QUÉ CONSUME Y CUÁL ES EL GUSTO DEL MERCADO AL QUE PRETENDEMOS ACCEDER.
No creer que nuestro gusto, es el gusto del mundo.
Lo único que
se puede asegurar, es que el mundo sigue esperando nuestras carnes vacunas, de
cruzas británicas, criadas a pasto y talvez, con un corto encierro para su
terminación.
Solamente se
comparan las carnes neozelandesas, canadienses, británicas, francesas y
estadounidenses, y naturalmente no cubren ni en lo más mínimo, los
requerimientos de las carnes "premium".
Tampoco
podemos abusar de la paciencia de los mercados.
Mientras
nosotros nos sentamos en el trono, el mundo sigue avanzando y mejorando. Volviendo
a “la nueva víctima”, la avicultura, cabe que el sector se ponga las pilas y
piense cómo va a resolver el problema de sus costos, si se derogan las retenciones
a la soja y al maíz.
La soja en
forma de sus subproductos, el maíz, sorgo y otros cereales, son productos que
conforman el 92 % de las fórmulas de los
alimentos de las aves, tanto de producción de huevos para consumo, como para la
de pollos parrilleros. (Valga esto para la producción porcina, tambo y demás)
La
eliminación, o aún la reducción de las retenciones, va a elevar el costo del
alimento en no menos de un 20- 22 %. (En U$S).
Será entonces
que la actividad, deberá forzadamente; como tantas veces dije, asociarse con
los productores de cereales y oleaginosas.
Como todas las
producciones de alimentos, en nuestro país, si bien el consumo local es el escalón indispensable
para el crecimiento, nuestra capacidad de producir, es de tal magnitud, que
solo podrá crecer, dedicando su imaginación A LA EXPORTACIÓN.
No pongan esto
en dudas, un país que solo exporte
producciones primarias o comodities, solo podrá dar ocupación a pocas personas
y EL RESTO, SOLO PERMANECERÁ MIRANDO.
En el mejor de
los casos, encontrará ocupaciones al resto de la población, prestando servicios
a los que se dediquen a esas producciones primarias.
En un mundo
que día a día desarrolla tecnologías para bajar costos, que esas tecnologías se
basan en disminuir la intervención humana; solo se puede augurar un país de
gente que COBRA PLANES.
Como verán,
las tareas a realizar, en el futuro son incontables. Demandarán imaginación,
estudio, trabajo y bastante coraje. Nada de todo esto se podrá dar con la enorme
mochila del COSTO ARGENTINO, DE LAS REGULACIONES ANTOJADIZAS, DE UN ESTADO
(NACIONAL, PROVINCIAL, MUNICIPAL Y ORGANISMOS DESCENTRALIZADOS).
Como solían
decir en el sector: “SI UD. NO APORTA
SOLUCIONES, UD. ES PARTE DEL PROBLEMA”.
Ing. Agr.
Daniel Carlos Besso
M.N.Nº
5.162
ENVIADO POR SU AUTOR
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