Nuestros abuelos italianos, belgas, rusos, alemanes, polacos, ucranianos, etc., esos que bajaron de los barcos, o vinieron de países vecinos, como los paraguayos, parecen haber caído en el olvido de la memoria colectiva de los habitantes de la Perla del Sur. Muchos de estos inmigrantes no sabían leer y escribir, ni siquiera entendían el castellano, pero dejaron una generación de hijos brillantes.
Estos abuelos no “ocuparon” viviendas ajenas ni terrenos fiscales, no le pidieron al Estado que les entregara gratuitamente una casa, las construyeron ellos mismos en base a su esfuerzo y sacrificio personal. No cortaban calles pidiendo planes sociales, tampoco los cobraban, no se paraban frente a un supermercado pidiendo bolsones de alimentos, simplemente cultivaban un huerto y criaban gallinas para alimentar a sus familias.
Es indiscutible que a muchas familias argentinas, les faltan viviendas, luz, agua, gas, asistencia médica y educativa. Pero eso no se lo tiene que regalar nadie, ni hay que arraigar miseria con título de propiedad. Las medidas sociales no pueden pasar por el asistencialismo, lo que falta es trabajo. El asistencialismo clientelista, no se aplica para mejorar la vida de los argentinos, es usado como instrumento de elección para engrillar los tobillos y el cerebro de una sociedad populista. Es una forma de conmover a las multitudes pobres hasta seducirlas, y de esa forma desviar la energía de su rebelión hacia el sometimiento político.
Es el momento de abrevar en la ciencia económica, que es la que estudia los procesos de producción y distribución, y es allí donde hay que buscar las soluciones de fondo.
El principal legado de quienes nos precedieron fue la “Cultura del Trabajo”, esa cultura que quiso ser reemplazada por el asistencialismo, que desmereció toda iniciativa individual de superación, destinada a que los hijos alcancen niveles de vida superiores a los de sus padres, proponiendo en cambio, un aglutinar en el fracaso colectivo a una sociedad que resulto cautiva de la ayuda oficial, del Estado paternalista. Mi pueblo natal, siempre supo que el la cultura del trabajo es el capital social del país…Feliz aniversario.
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