Por María Celsa Rodríguez
Aun importamos energía en Latinoamérica cuando podemos hacer
uso de la tecnología a través de las placas solares, que están generando nuevas
fuentes de producción y empleo, nuevas innovaciones y capacitaciones, tanto en los llamados paneles fotovoltaicos, utilizados para
generar electricidad, y los paneles térmicos para producir agua
caliente.
Y la que se obtiene del viento, que es la energía eólica.
Sin embargo, estos beneficios del capitalismo a veces son
limitados por aquellas medidas estatales que les imponen reglas, restricciones
e impuestos al desarrollo y a la calidad de vida. Tal el caso de lo que pasa en
España con el famoso “impuesto al sol”.
Justamente España que fue el país que impulsó el uso de la energía solar, luego por disposición del
gobierno complicó el proceso de auto-consumo, al ver que traería como efecto una
reducción de la recaudación.
En contraposición al resto de Europa que se ha posicionado
en contra del impuesto al sol, España creó una Comisión de expertos para que
estudien la transición energética y que se focalicen en analizar qué efectos
positivos se generan en la competencia de la economía, en la
sustentabilidad del medio ambiente y en
la creación de empleo con más agentes técnicos para su instalación,
mantenimiento y control. Por otra parte,
poniendo la mirada en Latinoamérica, los países hoy están beneficiados por los
recursos que poseen, dentro de un marco regulatorio flexible y adaptable.
Algunos
ya han experimentado un avance significativo en el uso de estas tecnologías con
apoyo de capitales privados pero desarrollado dentro de programas de políticas
públicas de calidad significativa. México, Chile, Brasil y Argentina son los
países que ya la están aplicando.
Pero volvamos al punto del impuesto al sol. Un ejemplo: en
una facturación de consumo de 600 euros
anuales habría un ahorro
energético de 200 euros usando 5 placas solares, y el impuesto al sol que se
debería pagar seria de 65 euros.
A través del decreto real 900/2015 está regulando la
administración, estructuración técnica y económica de las formas de suministro
de energía por medio del auto-consumo. En este decreto de 44 páginas, mas allá
de toda su fundamentación, busca justificar un impuesto en donde hace epicentro
el intervencionismo que desde conceptos propios trata de seguir sosteniendo las subvenciones
de energía.
Un mercado joven se afianza con pie firme, y es clave para
su crecimiento la máxima des-regulación posible, es cierto que las fuentes de
inversión y financiamiento deben abrir las puertas para su expansión, por otro lado la burocracia deberá reducir
las presiones para su activación.
Por algo la Green Technology Media (GTM), considera a esta parte de Latinoamérica "una de las más atractivas del planeta para el desarrollo solar", no la desaprovechemos.
Excelente............................
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