En Estados Unidos, gracias al presidente Grover Cleveland, el homenaje a las masas acurrucadas se realiza el primer lunes de septiembre.
De gran interés para la gente en los Estados Unidos, como lo indican los titulares de los periódicos, es cuánto ganan otras personas.
Nadie -o casi nadie- de los que escribe en las páginas editoriales de los medios de comunicación trabaja en McDonald's o gana el salario mínimo. Sin embargo, prácticamente todos y cada uno de ellos tiene una opinión acerca de cuánto debe ganar la gente con bajos ingresos.
Un “salario digno” es lo que dicen que quieren. Se ha llegado a discutir un sueldo de 30 mil dólares anuales.
Por supuesto que un mínimo para todo el país es absurdo. Cuesta mucho más vivir en Manhattan que en los Ozarks. Y es mucho menos costoso vivir con mamá y papá que tener un lugar propio.
Pero no nos interesan tanto los detalles prácticos como la teoría.
Nos han dicho que las personas que trabajan en McDonald's necesitan ganar más. Pero ¿qué pasa con los que escriben para las páginas editoriales? ¿Deberían ganar menos?
Si los empleados bien educados y bien pagados de la prensa pueden decidir el salario de los trabajadores de McDonald's, seguramente los que dan vuelta las hamburguesas tendrán derecho a fijar los salarios de las clases que se dedican a la charlatanería, la intromisión y las propuestas vacías.
Si eso sucediera, nuestra conjetura es que el sabelotodo bien pago hoy seguramente terminaría con un recorte de sueldo. Lo que parece correcto y justo.
Estamos en un McDonald's y un trabajador que cobra el salario mínimo sirve nuestra orden. Conseguimos lo que pagamos y nos conformamos con la transacción; no le reprochamos al trabajador su recompensa.
Leemos el periódico, por otro lado, y nos ponen sentencias y tonterías
El autoengaño de los controladores
Generalmente, obtenemos un servicio decente y una buena relación calidad-precio del trabajador de “cuello azul”.
¿Qué conseguimos del payaso de cuello blanco?
Dolor.
Lógicamente, sólo hay dos posibilidades. O bien los salarios están determinados por un libre dar y recibir entre los que ofrecen su trabajo y los que quieren comprarlo. O alguien fija salarios según sus propios estándares.
Los buenos desean usar el dinero de otras personas para elevar los salarios de los peor pagos, pero no mencionan los suyos.
Ni siquiera ofrecen pagar más por sus hamburguesas para que McDonald's pueda pagar más a sus trabajadores.
¿Y qué hay de los pobres que no pueden encontrar trabajo?
Si se aumentara el salario mínimo, seguramente habría más, ya sea porque McDonald's no podía permitirse el lujo de contratar a tantas personas con salarios más altos o porque habría reemplazado a sus empleados de salario mínimo por máquinas.
Pero los fijadores de precios están tan satisfechos con lo que ellos piensan que es la solución ideal que no se molestan en mirar la realidad. Si lo hicieran, verían que fijar los precios siempre - ¡siempre! - hace a la gente más pobre, no más rica.
Sin embargo, les daremos el beneficio de la duda tratando de imaginar cómo se podría mejorar el mundo estableciendo salarios para otras personas.
Un emprendimiento feliz
Comencemos con un modesto guiño a la justicia: Si tiene sentido establecer los salarios de los menos entre nosotros: ¿por qué no hacerlo con todos los demás?
Si las personas que no participan en una transacción laboral pueden saber mejor que los participantes cuáles deberían ser los términos, ¿por qué no fijar los salarios de los editorialistas, editores, CEOs, celebridades deportivas, estrellas de cine…?
En el extremo inferior pueden ser mezquinos, pero hay generosidad extravagante en el otro.
Si un lado debe ser fijado por ley, ¿por qué no todos?
Usted puede ver qué feliz experimento sería éste para un burócrata audaz. En lugar de permitir que el mercado fije los precios, los pondremos nosotros mismos.
También fijaremos precios en la bolsa. Y manipularemos el mercado de trabajo, asignando salarios donde creemos que deberían estar.
Así que, acá vamos. Esta es nuestra propuesta de salarios anuales para los siguientes oficios de acuerdo a lo bueno que creemos que hacen a la sociedad.
Empresarios (incluyendo su editor), poetas, inventores y metafísicos: USD 100,000
Sacerdotes, maestros, matemáticos, científicos, pilotos, enfermeras y cineastas: USD 85,000
CEOs corporativos, prostitutas, escritores, camareros y gerentes de fondos de cobertura: USD 75,000
Conductores, trabajadores, vendedores, vendedores, agricultores, bomberos y policías: USD 50,000
Psicólogos, quiroprácticos, doctores (incluyendo brujos) y planificadores financieros: USD 40,000
Empleados del gobierno (no incluidos en los grupos anteriores), políticos, narcotraficantes, mejoradores del mundo, economistas, falsificadores, psiquiatras, sociólogos, politólogos y encuestadores: $ 30,000
No queremos decir que esta lista sea exhaustiva o definitiva. Es sólo una sugerencia - un punto de partida hacia una distribución "más justa" del ingreso nacional.
Saludos,
Bill Bonner
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