domingo, 20 de enero de 2013

AL PASO QUE VAMOS SERÁ IMPOSIBLE CUMPLIR CON LOS OBJETIVOS DEL PLAN ESTRATÉGICO AGROALIMENTARIO 
 Desde el poder mismo se atenta reiteradamente contra el cumplimiento de los objetivos del PEA. En tal sentido cabe destacarse equivocaciones puntuales para cada rubro y políticas económicas generales a contramano. 
Por: Aldo Norberto Bonaveri

A poco más de un año del lanzamiento del Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial “PEA”, se puede observar que las metas estipuladas en dicho proyecto no serán tan sencillas de cumplir, aún cuando por la potencialidad del campo argentino y, las condiciones internacionales imperantes, tales estimaciones tendrían que resultar alcanzadas sin mayores dificultades.
Corresponde recordar que el PEA requirió dos años de consultas con provincias, entidades y diversos organismos; fue trazado con el propósito de establecer una perspectiva del sector agropecuario a mediano plazo (2020). En los fundamentos que le dieron origen se hace referencia a lograr una fuerte inserción del país en las cadenas globales de valores, promoviendo el arraigo a la tierra y una nueva ruralidad, garantizar reglas de juego claras y consistentes para el largo plazo y, crear riqueza económica con competitividad, de manera sustentable con innovación tecnológica. Por cierto que con los enunciados no puede dejar de coincidirse; pero naturalmente para hacer realidad las expectativas es menester instrumentar políticas concretas relacionadas.
Si nos atenemos al comportamiento verificado por las distintas producciones en el último lustro, advertimos que la evolución ocurrida no se compadece con los objetivos planteados. En tal sentido, es importante repasar las proyecciones del PEA cotejándolas con lo que viene sucediendo en la realidad.
En materia de producción de granos el PEA aspira para 2020 157.500.000 toneladas. Sobre el particular cabe acotar que el Ministerio de Agricultura parte del registro del 2010, cuando la sumatoria de cereales y oleaginosos llegó a 100.000.000 de toneladas, suponiendo sobre ese récord un crecimiento del 57,5% acumulado. No obstante el móvil es aún más ambicioso si tenemos en cuenta que por distintas razones, el promedio de las cosechas nacionales entre 2008 y 2012 ronda las 85.200.000 toneladas.
En el rubro ganadería bovina el PEA prevé alcanzar 54.000.000 de cabezas en el lapso señalado; lo que sería volver al stock de 2008 y, 4.000.000 menos que en 2007; para tocar 4 años después el piso de 48.000.000 como consecuencia de las irracionales medidas adoptadas por el Gobierno nacional. El año pasado cerró con una existencia aproximada de 49.500.000 cabezas. Dado el ciclo biológico de la ganadería, esta leve recuperación obedece a las mejoras de precios operadas en 2010-2011, pero con una tendencia descendente por el retroceso de valores relativos y reales que vienen ocurriendo desde el año pasado. Al paso que vamos, lograr el objetivo aparece cuanto menos vidrioso.
Las estimaciones del PEA con vista a 2020 son de 18.300 millones de litros de leche. Cuando analizamos la performance extendida desde 1999 hasta 2010 vemos que la producción osciló en torno a los 10.000 millones de litros, en 2011 se produjo un incremento importante respecto del año anterior al contabilizar 11.802 millones de litros, exactamente 1.494.594.400 litros más; empero lo exportado fue el equivalente a 794.699.187 litros, generándose así un excedente de 699.891.231 litros. A partir de allí la historia es conocida, los productores cobran lo mismo con un sustancial incremento de costos, lo que irremediablemente lleva a que los tamberos trabajen a pérdida.
Los precios internacionales de la leche en polvo que en febrero de 2011 registraban u$s 4.320 la TT, se desplomaran hasta u$s 2.763 en mayo pasado, hoy cotizan a u$s 3.288 la TT, con el agravante de la desoptimización de costos en dólares; escenario que está originando cierre de tambos y protestas recurrentes, razón por la cual nada hace suponer se cumplan las pautas del PEA.
A quince meses de su lanzamiento es evidente que ninguna de las metas del PEA condice con lo proyectado; tal como se puede apreciar los resultados hasta el presente no son nada halagüeños. Para revertir la tendencia es menester un giro substancial, pergeñando estrategias específicas convergentes, las que no se vislumbran en ninguno de los ítems.
Al comienzo del ciclo 2011/2012 distintas fuentes auguraban una siembra de 31.000.000 de hectáreas, prediciendo una cosecha nacional entre 105 y 110.000.000 de TT de granos. A ello se le agregaba la propensión ascendente de las cotizaciones internacionales, las que si bien oscilantes, se sustentan por la progresiva demanda de los países emergentes. Tal contexto retroalimentaba la idea de redondear un nuevo récord de producción y, con ello abultar las divisas a ingresar en concepto de exportaciones propiamente dichas y, con ello el erario público batir cualquier marca en materia de retenciones.
La sequía se interpuso haciendo que la soja cosechada se redujera un 20% y 30% el maíz, luego el fenómeno golpeó tremendamente en Estados Unidos haciendo disparar los precios de todos los mercados; en tanto aquí la falta de agua se cortaba con el advenimiento de la corriente del Niño. El cambio substancial en las condiciones climáticas y, las altas cotizaciones volvieron a hacer calcular excelentes resultados para la presente campaña. Pero está demostrado que la agricultura siempre está expuesta a imponderables. El exceso de lluvias de primavera ocasionó inundaciones que malogró sementeras, obligó a resiembras o retrasó implantaciones, afectando severamente la calidad de trigos y cebada. En síntesis, otro período que se recolectará menos que lo estimado.
Las pérdidas atribuibles a factores climatológicos no pueden ser resultas por el hombre, pero si hay tecnologías disponibles para atenuarlas. Para neutralizar la incidencia de excesos hídricos es menester encarar obras de infraestructuras pendientes desde décadas. Los problemas de sequía en parte se pueden minimizar con la incorporación de más riego y, a futuro, con la utilización de semillas de eventos biotecnológicos con genes de resistencia. La superficie de tierras aptas para riego pueden crecer 200%, pero para ello debería el Estado otorgar créditos a largo plazo y tasas razonables. En materia de bioingeniería deben establecerse reglas de juego claras y previsibles.
Sin lugar a duda desde el poder mismo se atenta reiteradamente contra el cumplimiento de los objetivos del PEA. En tal sentido cabe destacarse equivocaciones puntuales para cada rubro y políticas económicas generales a contramano.
Por la rapidez para obtener respuestas, elevar la producción de granos a niveles compatibles con los objetivos del PEA es lo menos complicado de lograr. La base para ello es generar confianza con acciones concretas: Dejar de lado las absurdas intervenciones en los mercados de trigo y maíz, las que solo favorecen a exportadores y la industria molinera; revisar las alícuotas de retenciones en general y, especialmente bajar las del girasol.
El fracaso de las interposiciones en trigo es tan contundente que no resiste mayores explicaciones, la prueba está en las exiguas 10.000.000 de toneladas cosechadas en la última campaña, cuando con un claro mensaje de liberar el mercado en uno o dos años sería posible cosechar 20.000.000 de toneladas. En maíz la evidencia más nítida de difidencia se reflejó en la última siembra, cuando con condiciones ambientales e internacionales inmejorables se implantaron mucho menos hectáreas de lo teóricamente esperable. En este caso el productor se mostró cauto ante la mayor inversión requerida y la incertidumbre en la comercialización.
El mercado de la carne fue el más depredado por la política oficial, la tremenda caída de los stock se frenó por la propia escases y natural suba de precios, pero no se hizo nada para estimular una recuperación del rodeo. Las exportaciones siguen desalentadas, las retenciones persisten y los créditos de prefinanciación de exportaciones son gravosos; no existen intensivos de ninguna naturaleza.
Los granos seguían siendo rentables por los altos precios logrados meses atrás, pero con el reacomodamiento operado últimamente el panorama ha cambiado. Actualmente el principal problema para todas las actividades, radica en la pérdida de competitividad del país producto del retraso cambiario, contraste que se acentúa por el encarecimiento dolarizado de los costos. La muestra más elocuente es que con las mismas cotizaciones nuestros vecinos del MERCOSUR crecen sin inflación, no saben de la desoptimización de costos internos y, continúan exportando sin ningún inconveniente.
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