“Sin 2013 no hay 2015 idiota”
Fue la expresión, molesta por cierto,
que en estricto off the record le expresó un dirigente nacional del PRO,
de paso por Bariloche a otro dirigente, en este caso del Peronismo
Federal o disidente, en presencia de un periodista local ligado al
regional Partido Provincial Rionegrino (PPR) liderado por Claudio
Lueiro, cercano a algún armado para las elecciones del 2013.
La expresión desnuda las dificultades
que aún hoy enfrentan los sectores de la oposición al
cristikirchnerismo, especialmente aquella que espera, navegando entre la
esperanza y el temor por las definiciones políticas de Scioli y Massa.
En todos hay una dualidad. Por un lado,
huelen que el poder puede acercarse a sus manos. Por el otro, temen que
si el resultado electoral de las legislativas del 2013 no es lo
suficientemente contundente, la Presidente y sus seguidores recurran a
toda la artillería necesaria como para sacar, a como de lugar, la
Reforma Constitucional que la vuelva a depositar en la expectativa que
siempre expresa Diana Conti. O sea, esa suerte de “Cristina eterna”. Ese
es el objetivo y por él van a ir. Pocos…, o nadie, piensa que la
palabra “escrúpulos” tenga el más mínimo sentido en la lucha que se
avecina.
Así las cosas, las discusiones en una
oposición plagada de contradicciones y fundamentalismos ideológicos que
no aguantan la más mínima profundización, se anulan entre ellos mismos,
generando permanentes sonrisas cómplices de los seguidores ortodoxos y
transversales de la Presidente.
Ellos saben, sienten o perciben que
pueden encontrar algunos votos sueltos del radicalismo, como Leopoldo
Moreau, algún radical rionegrino y / o del Frente Amplio Progresista
dispuestos a traicionar sus partidos por un momento de presunta gloria,
ser tapa de los diarios o pensarse así mismos en presuntos lugares
prometidos para desempolvar sus derrumbadas carreras políticas y sus
machucados egos, que aún viven pasados tiempos de gloria como si fuese
el presente… y, por supuesto, alguna hermosa o jugosa “compensación”.
En el cristikirchnerismo esos pudores no
están presentes. Todo vale para acercarse al sueño reformista que; como
mínimo les de tranquilidad uniformada y renovadas verticalidades y que,
como máximo, los deposite en una renovada mística de reelecciones
permanentes.
El plan ya está funcionando. Si logran
la reforma, Cristina dejará el luto, volverá a los colores vivos,
apelará a que “ÉL” quiere que su nueva compañía sea el pueblo y se
recreará así misma en una suerte de regeneración que confunda a todos,
previa modificación del Gabinete, tratando de generar nuevas
expectativas de moderación y comprensión de la demanda popular.
Habrá quienes crean que el cambio es
auténtico y que es la respuesta natural a las demandas de moderación,
consenso y diálogo de las clases medias. Habrá otros que señalen que
todo es una puesta en escena y con un objetivo excluyente, retener el
poder y que luego, se podrá seguir avanzando en esa suerte de
construcción transversal que han dado en llamar “la etapa superior del
peronismo”.
Claro que para que todo esto sea
posible, la Presidente necesita sentir que la Reforma Constitucional
está a la vuelta de la esquina. ¿Con que estrategia?
• Hay quienes piensan que debe
señalizarse con claridad electoral que estas próximas elecciones tienen
un carácter plebiscitario presidencial y que perderlo colocará a todos
los argentinos en una incertidumbre económica y politicamente peligrosa.
Y que, en consecuencia es conveniente ratificar el rumbo para asegurar
los propios destinos.
• Otros, piensan que la Presidente
debe explicitar su falta de vocación de continuidad y que no intentará
la Reforma, pero que si necesita la consolidación legislativa para
continuar conduciendo el destino de argentina en un marco de crisis
internacional que exige una conducción férrea que nadie más puede
asegurar excepto ella. Después, y con el supuesto resultado asegurado,
el clamor organizado siempre puede ser una suerte de justificación
explicada desde una especie de… “yo no quiero, estoy cansada, pero me
debo a mi pueblo”.
Lo cierto y concreto es que la
expresión… “sin 2013 no hay 2015, idiota” encierra la seguridad de la
importancia que tiene esa elección. Sea para terminar con un estilo, un
modelo, un sueño de eternidad, sea para que esa continuidad sea una
certeza. En todo caso, será la ciudadanía la que lo decida.
Claro que también será la claridad o
confusión de la oposición en tanto el gobierno se divierta explotando
sus propias contradicciones y pesque entre ellas a todos los heridos o a
aquellos ambiciosos capaces de sacrificar el futuro de sus partidos en
el altar de sus presentes personales.
El Periodista, escritor e intelectual,
Martín Caparrós, señaló recientemente en una nota que le hicieron a él,
lo siguiente…: “De todos modos, a mí me parece que perdemos mucho
tiempo en analizar la gestualidad de la Presidenta y sus amigos. Los que
tratamos de desarmar y entender las trampas del relato estamos cayendo
en la mayor trampa del relato, que es hablar de ella todo el tiempo.”.
Caparrós tiene razón. Hasta el día de
hoy, la agenda de las discusiones es dominada por las acciones, aciertos
u errores de la Presidente. Y todo navega en su alrededor. Las
propuestas que otros deberían liderar, terminan siendo cuasi un
abstracto ya que la lucha es en el barro. Mientras la oposición piensa
en construir sus propias realidades separándose entre ellas por juicios o
prejuicios ideológicos, el Gobierno de la Presidente, construye poder
con cualquiera, sea este, Menem, Milagros Sala de la Tupac Amaru,
Pérsico del Movimiento Evita o Fernando Esteche de Quebracho.
Lic. Rodolfo Patricio Florido www.pdeqdigital.com
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