jueves, 17 de enero de 2013

Antonio Margariti: “No hay mayor consumo, sino caída”
On 24 El economista opinó sobre los descuentos que ofrecen los bancos a través de las tarjetas de créditos. Los empresarios comienzan a sentir las consecuencias del “boom”
John Maynard Keynes fue un economista británico adoptado como mentor científico por el todo poderoso viceministro Axel Kicillof y adoptado como inspirador de los frecuentes discursos económicos de la presidente Cristina. Keynes decía textualmente lo siguiente: “no hay ningún medio más sutil ni seguro para provocar el caos social que envilecer la moneda. A través de un proceso de inflación continua, el gobierno puede confiscar en forma secreta, una parte significativa de la riqueza de sus ciudadanos y nadie, ni uno entre un millón de observadores, podrá darse cuenta de ello”.
El analista económico Antonio Margariti desplegó una interpretación sobre los descuentos que ofrecen los bancos a través de las tarjetas de créditos. El boom de ventas que aseguran los empresarios que se provocó tuvo como consecuencia la baja rentabilidad. El especialista, comenzó haciendo hincapié en una introducción que marcó historia en el país. “La emisión descontrolada de billetes por el Banco Central actualmente está volviendo locos a todos los operadores económicos: empresarios, obreros, banqueros, industriales, comerciantes, gobernadores, intendentes, amas de casa, profesionales, empleados, ahorristas e inversores, que no alcanzan a darse cuenta de qué es lo que está pasando ni porqué se producen las consecuencias que los van empobreciendo día tras día. Si no partimos de esta clara y manifiesta evidencia, no tendremos oportunidad de responder acertadamente a ningún cuestionario y caminaremos dando tumbos, en medio de la oscuridad más absoluta”.
¿Qué visión tiene del consumo en la ciudad?
Día tras día, los jefes de familia y las amas de casa, reducen el consumo porque sus ingresos no alcanzan para pagar el costo de la vida que crece a un ritmo desolador. Comienzan por relegar gastos suntuarios o de esparcimiento; demoran la reposición de bienes durables para el hogar; remiendan la ropa del año anterior; ajustan las compras del supermercado con productos de calidad inferior o comprando sustitutos; y se financian manipulando las tarjetas de créditos.
¿Qué opinión sobre el pico de consumo de los últimos tiempos con tarjeta de crédito?
En términos físicos, realmente no hay mayor consumo, sino caída. Las compras con tarjetas de crédito ya no sirven para aumentar el consumo sino para mantenerlo en relativo equilibrio. Las tarjetas complementan el salario de bolsillo, aprovechando las ofertas y difiriendo el pago en la mayor cantidad de cuotas posibles. Las ofertas que aparecen los fines de semana en todos los periódicos del país son una señal indudable de una caída en el consumo que debe fogonearse con mayores plazos, bonificaciones, desaparición de productos premiun, menor calidad y reducción de cantidad en los envases.
¿Considera que esto puede afectar a los comerciantes?
Por supuesto. Los comerciantes ya no pueden vender al contado lo mismo que antes. Tampoco están en condiciones de dar créditos. No tienen más remedio que aceptar las tarjetas y someterse a los descuentos financieros que les hacen las emisoras de plásticos y los bancos que las financian. Al final, el proceso inflacionario desatado por el gobierno se ha convertido en un esperpento conocido por quienes tenemos algunos años: el retorno triunfal de la usura y la patria financiera.
¿Considera beneficioso que los empresarios participen de los descuentos que ofrece el banco, a través del pago con tarjeta de crédito?
Si los empresarios absorben el descuento ofrecido por los bancos, se estarán inflingiendo una mutilación de ingresos. Si no lo hacen y pierden ventas, se condenan a la progresiva miniaturización de su comercio, al despido de empleados, a la baja de stocks, a la pérdida de rotación de mercaderías y al cierre definitivo al cabo de cierto tiempo. Se quedan sin opciones porque no tienen más remedio que remar contra una corriente vertiginosa, rogando a Dios que las aguas se calmen algún día. O literalmente desaparecen.
Para no perder rentabilidad, se provoca una suba de precios, sumada a la inflación que transita Argentina.
Esto, ¿puede provocar a un corto plazo una pérdida de noción de los precios por parte del cliente?
Exactamente, los efectos más contundentes de la inflación son dos: la distorsión y dispersión de los precios. Distorsión o deformación, porque la suba del precio ya no significa escasez sino velocidad de remarcación. Dispersión o desbande, porque en aquellos enclaves con personas de altos ingresos el precio es más alto que en espacios donde viven familias con ingresos modestos. Ambas cuestiones –distorsión y dispersión- provocan falsas señales que son erróneamente interpretadas por los empresarios, generando un desvío fatal de las inversiones hacia sectores que se comportan como burbujas y que estallan como pompas de jabón cuando la inflación haya podido ser detenida. Fuente: On24

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