Cuatro años en los tiempos que corren exigen nuevos retos, abarcar más asuntos que conforman la agenda agropecuaria de coyuntura y sobre todo de futuro inmediato. Bregar por la reducción de los gravámenes que pesan sobre el campo o la pérdida de competitividad, son y serán temas centrales pero no excluyentes.
Por: Aldo Norberto Bonaveri
El 2013 no se vislumbra como un sendero de rosas; los vicios que vienen de arrastre complicando la economía siguen intactos y, el escenario político con el condimento propio de los años electorales, se presenta magnificado por el estilo cada vez más confrontativo del Gobierno, ello constituyen las razones más significativas de los potenciales inconvenientes.
Frente
a semejante contexto es menester que la dirigencia argentina,
cualquiera sea su cargo y rol, se comporte a la altura de las
circunstancias. La tarea no es sencilla y por ende instituye un desafío
importante, máxime teniendo en cuenta que en los diferentes ámbitos del
quehacer nacional, salvando honrosas excepciones, instituciones de
diversos signos muestran asignaturas pendientes. Con esta aseveración no
me estoy refiriendo exclusivamente a los dirigentes, ya que si bien
ellos son quienes asumen mayores responsabilidades, cada asociado,
afiliado o componente de una entidad además de los derechos que le
asisten, tienen deberes indelegables.
Si
bien las generales de la ley le comprenden a cada organización
independientemente de su naturaleza, en este caso me referiré al sector
agropecuario en particular, el que además de las implicancias inherentes
a las demás expresiones y actividades, debe afrontar el hostigamiento
gubernamental. A esta altura de los acontecimientos prácticamente no hay
productor que pueda desconocer esta realidad, por lo tanto la
dificultad debería ser convertida en oportunidad para involucrarse en la
problemática, participando activamente en la vida de las entidades
representativas.
El
Gobierno ha dado sobradas muestras de no titubear ante cualquier
posibilidad de debilitar al sector, dividirlo, discriminarlo e
incriminarlo; la derrota inferida durante la frustrada resolución 125 no
fue digerida y por lo tanto pretende ser vengada en cuanta ocasión se
presenta; los hechos sucedidos desde entonces me eximen de mayores
explicaciones. Ante ese cuadro de situación, si el campo no retoma la
actitud alcanzada en 2008, lo más probable es que tenga que soportar
mayores perjuicios.
En
aquella gesta los productores ocuparon los lugares que les correspondía,
su proceder colectivo prendió en la población contagiando a diversos
actores urbanos; los dirigentes de las diferentes entidades supieron
relativizar diferencias ancestrales, entendieron que la consigna era
propender a actuar conjunta y organizadamente. El individualismo y los
intereses particulares fueron soslayados, así es como esa combinación de
factores, talantes, grandeza, convicciones y cualidades fueron
determinantes para evitar una exacción sin parangón.
Por
entonces se produjo un cambio sustancial en la mentalidad de muchos
dirigentes y de las propias bases, el sector entendió que debía
comprometerse con la democracia, abandonar en alguna medida la platea y
pasar a ser parte de la escena; en consecuencia, las boletas de
candidatos al Congreso de la Nación y las legislaturas provinciales se
nutrieron de referentes agropecuarios. Los comicios del 2009
evidenciaron un respaldo popular importante, consagrando como diputados
nacionales a 12 exponentes del sector, más un senador nacional.
Lamentablemente
aquel éxito no alcanzó, en los más de tres años que llevan de gestión
la producción de los agro-legisladores en general no colmó las
expectativas; probablemente habrán influido la inexperiencia propia y
los vicios de sus colegas, no obstante ello no es suficiente atenuante
para tanta falta de acuerdos y magros resultados.
La
oportunidad perdida es muy grande y el tiempo no retrocede, empero el
camino iniciado cuatro años atrás es el correcto. Por cierto que ahora
convencer a la ciudadanía demandará esfuerzos mayores y asumir
compromisos más elocuentes; también significará una mayor
responsabilidad de los representados a la hora de exigir rendición de
cuentas.
El desafío es muy
grande para todo el sector, hoy en día existen muchos productores que
no están afiliados a ninguna entidad de base, otros que lo están y pero
no al día con sus cuotas societarias, varios cumplen con esa obligación
pero no participan; los autoconvocados que jugaron un rol destacado
durante el conflicto de la 125 e inclusive a posteriori, cometen el
error de no integrarse a las entidades constituidas.
Gran
parte de los dirigentes desandaron la senda emprendida en su momento de
esplendor. En algún caso será necesario producir algún recambio, pero
seguramente no se trata de un problema estructural, habida cuenta que en
aquellos momentos difíciles evidenciaron capacidad para manejar
situaciones sumamente espinosas. A la luz de lo ocurrido, entiendo que
no justipreciaron adecuadamente el post conflicto, que en realidad nunca
se extinguió. Quizás habrá quienes han sufrido el desgaste propio de la
confrontación o de ciclo cumplido, en ese caso ellos mismos o en su
defecto sus electores deberían producir el remplazo.
En
la actualidad retrotraer el espíritu, la voluntad y el comando conjunto
que caracterizó a la Mesa de Enlace de otrora es trascendental, más
ello sólo no alcanza. Cuatro años en los tiempos que corren exigen
nuevos retos, abarcar más asuntos que conforman la agenda agropecuaria
de coyuntura y sobre todo de futuro inmediato. Bregar por la reducción
de los gravámenes que pesan sobre el campo o la pérdida de
competitividad, son y serán temas centrales pero no excluyentes.
La
realidad del momento requiere del sector más gravitante de la economía
nacional definiciones sobre tópicos instalados o a instalarse. La
premisa pasa por asumir posiciones coherentes y sustentables en todo lo
relacionado a la biotecnología, modificación de la ley de semillas,
propuesta para una ley nacional de agroquímicos, políticas de valor
agregado, fomentar el Asociativismo en sus distintas formas
especialmente para pequeños productores en maquinarias e implementos
agrícolas, capacitación de sus cuadros, etc.
Como
ya fue mencionado, es fundamental que el productor se acerque a las
entidades de base o filiales y participe, que estás nutran a las
federaciones y confederaciones con recursos humanos y con los aportes
correspondientes, no obstante se supone que la dirigencia debe escuchar y
considerar las inquietudes de sus representados, empero tampoco aquí se
agota su cometido…., tal vez ha llegado el momento de replantearse
algunos procedimientos, erradicar ciertos preconceptos o dar por sentado
determinadas situaciones. Acaso…. ¿No será 2013 el año de preguntarse por qué hay tantos productores que no adhieren o participan?
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