Suena el despertador a las 7 de la mañana y vos sabés que tenés que empezar a correr… Comienza una nueva jornada en una Argentina exige piernas fuertes. Te apurás para llegar al trabajo, desayunás mientras contestás mails, puede que vayas algunas reunión. Cortás unos minutos para al almuerzo, pensando en todo lo que te quedó para la tarde.
Cerrás la jornada laboral, pero el celular se transforma en una extensión de la oficina y continuás resolviendo cosas, mientras viajás a tu casa en el auto, el subte o el colectivo. Cuando finalmente llegás y empezás a pensar en la cena, al saludar a tu esposa y a tus hijos, te percatás de algo: mañana será la misma historia.
Subirse a la ruedita del hámster es algo peligroso porque nos quita la perspectiva de todo lo que sucede a nuestro alrededor y del destino real de nuestros esfuerzos. Lo importante le ganó a lo urgente. Ya no corrés para llegar a un lugar, sino para que no se detenga la rueda y te pegues un palo.
La presión es insoportable
El sistema es perverso: terminás siendo una batería que es cambiada cuando se queda sin carga. En la Argentina, muchos hablan –con total razón- de las complicaciones adicionales que representan el cepo cambiario y la inflación.
No obstante, uno de los elementos más nocivos –del que pocos toman conciencia- es la disparatada presión impositiva que tiene el país. Te lo planteo de otra manera. ¿Qué me dirías si te contara que más de la mitad del año trabajás para el Estado?
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) reveló algo escalofriante: una persona –dependiendo de su nivel de ingresos- le dedica entre 173 y 225 días al año de su trabajo al pago de impuestos.
El gráfico divide el estudio en cuatro casos, con ingresos brutos de $ 14.907, $ 32.302, $47.187 y $ 67.810. No obstante, lo que tenés que saber es que saber es que la mochila (porque es una carga) tributaria que soportan las familias argentinas se ubica entre el 42% y el 62% del ingreso total que perciben.
El “día de la independencia” -para cualquiera de los grupos- se corre, año a año, hacia adelante. Hay una profundización de esta tendencia.
Fijate lo que opinaban los creadores mimos de este informe:
“Durante la última década se ha registrado en Argentina un incremento en la presión tributaria sin precedentes. Los tres niveles de gobierno, Nación, Provincias y Municipios, han aumentado la carga que ejercen los tributos sobre personas físicas y empresas, tanto debido a cambios en la normativa (alícuotas, bases imponibles, sobretasas, entre otros elementos) como a subas indirectas, derivadas de la no actualización de los parámetros de cálculo de ciertos impuestos”.
Dónde estamos parados
Te estarás preguntando cómo nos posiciona esto. Ya el mes pasado, con una presión tributaria que empezaba en el 45% (dos puntos menos que la de este mes), la Argentina triplicaba el 15% que estimado de la Cepal para Latinoamérica y sólo era superada -a nivel mundial- por Bélgica, con el 47% y Suecia, con el 46%. En aquel entonces empataba con Francia, con el 45%; y estaba por encima de Finlandia y Noruega, que tienen una carga del 44%.
Yo no conozco mucho la situación en Bélgica o Suecia hoy, pero tengo la sensación de que las contraprestaciones por ese elevadísimo nivel de impuestos son superiores a las locales. Es una idea que se me genera no tanto por los datos fácticos, sino al mirar los hospitales y los colegios públicos locales.
¿Por qué te hablé de lo que corrés? Porque según los números, cada día vas a correr más y más. Además, lo harás para otro…
Habrá que encontrar un atajo, la forma de bajarse de la ruedita del hámster.
Un fuerte abrazo, Ignacio.
Cerrás la jornada laboral, pero el celular se transforma en una extensión de la oficina y continuás resolviendo cosas, mientras viajás a tu casa en el auto, el subte o el colectivo. Cuando finalmente llegás y empezás a pensar en la cena, al saludar a tu esposa y a tus hijos, te percatás de algo: mañana será la misma historia.
Subirse a la ruedita del hámster es algo peligroso porque nos quita la perspectiva de todo lo que sucede a nuestro alrededor y del destino real de nuestros esfuerzos. Lo importante le ganó a lo urgente. Ya no corrés para llegar a un lugar, sino para que no se detenga la rueda y te pegues un palo.
La presión es insoportable
El sistema es perverso: terminás siendo una batería que es cambiada cuando se queda sin carga. En la Argentina, muchos hablan –con total razón- de las complicaciones adicionales que representan el cepo cambiario y la inflación.
No obstante, uno de los elementos más nocivos –del que pocos toman conciencia- es la disparatada presión impositiva que tiene el país. Te lo planteo de otra manera. ¿Qué me dirías si te contara que más de la mitad del año trabajás para el Estado?
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) reveló algo escalofriante: una persona –dependiendo de su nivel de ingresos- le dedica entre 173 y 225 días al año de su trabajo al pago de impuestos.
El gráfico divide el estudio en cuatro casos, con ingresos brutos de $ 14.907, $ 32.302, $47.187 y $ 67.810. No obstante, lo que tenés que saber es que saber es que la mochila (porque es una carga) tributaria que soportan las familias argentinas se ubica entre el 42% y el 62% del ingreso total que perciben.
El “día de la independencia” -para cualquiera de los grupos- se corre, año a año, hacia adelante. Hay una profundización de esta tendencia.
Fijate lo que opinaban los creadores mimos de este informe:
“Durante la última década se ha registrado en Argentina un incremento en la presión tributaria sin precedentes. Los tres niveles de gobierno, Nación, Provincias y Municipios, han aumentado la carga que ejercen los tributos sobre personas físicas y empresas, tanto debido a cambios en la normativa (alícuotas, bases imponibles, sobretasas, entre otros elementos) como a subas indirectas, derivadas de la no actualización de los parámetros de cálculo de ciertos impuestos”.
Dónde estamos parados
Te estarás preguntando cómo nos posiciona esto. Ya el mes pasado, con una presión tributaria que empezaba en el 45% (dos puntos menos que la de este mes), la Argentina triplicaba el 15% que estimado de la Cepal para Latinoamérica y sólo era superada -a nivel mundial- por Bélgica, con el 47% y Suecia, con el 46%. En aquel entonces empataba con Francia, con el 45%; y estaba por encima de Finlandia y Noruega, que tienen una carga del 44%.
Yo no conozco mucho la situación en Bélgica o Suecia hoy, pero tengo la sensación de que las contraprestaciones por ese elevadísimo nivel de impuestos son superiores a las locales. Es una idea que se me genera no tanto por los datos fácticos, sino al mirar los hospitales y los colegios públicos locales.
¿Por qué te hablé de lo que corrés? Porque según los números, cada día vas a correr más y más. Además, lo harás para otro…
Habrá que encontrar un atajo, la forma de bajarse de la ruedita del hámster.
Un fuerte abrazo, Ignacio.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
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