La realidad electoral esta demostrando que ya son pocos los gobiernos provinciales que se encuentren dispuestos a seguir esta enfermiza relación de un poder que cada día está más atado a la caja, y que ya no alcanza para comprar amistades, voluntades y conciencias.
Al partido del gobierno los grandes centros urbanos siempre le fueron adversos, durante esta gestión perdió el apoyo originario del campo y de los pueblos del interior. La adhesión inicial de la clase media, se apagó cuando la inflación y la recesión van terminando con la bonanza económica. Con las clases populares funciona la dádiva del "clientelismo", pero cada día es imposible seguir haciendo populismo sin dinero para repartir.
Mientras tanto, la oposición no ha logrado hasta ahora, capitalizar las debilidades del oficialismo. Hacen un feroz ataque a los gobiernos provinciales, que si bien apoyan a pie juntillas en el Congreso Nacional, en realidad es el gobierno nacional, el real y único responsable de la Argentina actual, donde es imposible saber cuál es el proyecto de país, y hacia adónde vamos. Falta energía, gas, petróleo, escuelas y hospitales en estado deplorables. Muchas familias pasan hambre. Elevada inflación, pérdida del poder adquisitivo del salario; inseguridad, tanto personal como jurídica. Aislados del mundo desarrollado. No hay diálogo. Se ataca al que disiente. Las instituciones y personas se doblan ante el poder central, por interés o por temor. No se coparticipan realmente los impuestos como dispone la Carta Magna.
La gestión del gobierno recompensa la pereza, llamándola: “Ayuda Social”. Están matando a los hijos que aun no han nacido, con el nombre de “la libre elección”. Se abusa del poder, en nombre de “La política”. Se contaminan las ondas de radio y televisión con groserías y pornografía y lo llaman “libertad de expresión”. Lo indignante que bienes, propios, gananciales y del Estado, son dispuestos de igual manera por los funcionarios, sin controles ni rendición de cuentas. Lo peor: Se ha ridiculizado los valores establecidos por nuestros próceres, hoy suplantado hoy por la Revolución Bolivariana que se mueve a la vista de todos, haciendo sentir su presencia en los tres campos: ideológico, financiero y social. No se debate nada con nadie, y lo malo, es que entre unos pocos manejan los destinos del país.
Es bueno recordar que durante el gobierno de Arturo Frondizi, los gobernadores Luis Gutnisky, Raúl Lucio Uranga
Oscar Alende, Carlos Sylvestre Begnis, Fernando Bartolomé Piragine Niveyro, y otros quedaron registrados en la historia de sus provincias, como los mejores, porque llevaban adelante un proyecto de país, ideado y planificado por un estadista. Los gobernadores actuales, que supuestamente deberían ser jefes de estado en sus provincias, requieren del poder central los fondos que constitucionalmente les corresponden, como si se trataran de dávidas. Actúan presionados como meros delegados del Ejecutivo Nacional al que ellos le permiten absolutamente todo, contribuyendo así desnaturalizar aún más el sistema federal. Hoy, el enfoque entre Nación y provincias, aparece como una discusión entre esclavistas y esclavos, entre usurpadores y usurpados, un dialogo insólito sobre la coparticipación federal, mediante un sistema inmoral, que se contrapone con el espíritu de la Constitución Nacional. Esta política nacional sin rumbo, es el verdadero mal mayor de los argentinos.
En mi condición de hombre del interior, defiendo las autonomías provinciales con pasión, pero sin olvidar un solo instante que la Nación constituye la unidad superior y el resultado de la convicción, la fe y el trabajo de millones de compatriotas a lo largo de nuestra historia. Puedo afirmar, que hoy esta patente lo que ya estaba latente, que el mal menor es la gestión de los gobiernos provinciales, que tienen sus fallas, pero cuyo pecado capital fue creer, apoyar, y seguir las medidas del actual gobierno nacional, único gran responsable del declive del país, que alguna vez fuera orgullo de todos los argentinos.
Abogado - Desde Formosa
ENVIADO POR SU AUTOR
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