El pasado 27 de mayo tuve el privilegio de pasar tiempo con Ben Bernanke, ex presidente de la Reserva Federal, en Seúl, Corea del Sur. Los dos estábamos allí como oradores principales en un foro financiero internacional patrocinado por la publicación de negocios líder en Corea.
El tema de la conferencia era la guerra de divisas y su impacto en Corea. Nuestro público se interesó por cómo la política monetaria y las fluctuaciones del tipo de cambio afectaban a Corea frente a sus socios y competidores comerciales, especialmente China, Japón y Taiwán.
Por encima de todo, el público quería aprender cómo la política de la Fed sobre las tasas de interés podía afectar al dólar, y el impacto que tendría esta política sobre las economías desarrolladas y los mercados emergentes.
Además de las presentaciones formales, los patrocinadores del evento organizaron una pequeña recepción VIP, a la que acudimos Bernanke y yo junto a directores generales de la Bolsa de Valores de Corea, el Instituto de Banca de Corea, la Federación Coreana de Bancos y la Asociación de Inversión Financiera de Corea.
Estaban todas las elites financieras de Corea y algunos académicos distinguidos y economistas de Japón. Bernanke y yo éramos los únicos americanos. El encuentro era privado y tuvimos tiempo suficiente para debatir antes de que comenzara la conferencia principal.
Mi conversación con Bernanke comenzó de manera casual. Hace unos años yo ayudé a constituir el Centro de Economía Financiera de la Universidad Johns Hopkins. El centro seleccionó a su director de entre los economistas monetarios superiores de la Reserva Federal.
Poco tiempo después de haber nombrado a nuestro director, Bernanke lo llamó para que regresara a la Fed como asesor de comunicación, esa persona responsable de la elaboración de los anuncios de las acciones del Comité Federal de Mercado Abierto y a la que los economistas de Wall Street analizan minuciosamente después de cada reunión del FOC en busca de pistas sobre los cambios en la política de tasas de interés.
Reté a Bernanke por habernos robado a nuestro director. Él se rió y dijo: “Nosotros no se los robamos, sólo lo tomamos prestado y se los devolveremos”, lo cual era bastante cierto. Nuestro director acababa de volver al centro después de dos años en la Reserva Federal. Ésta fue una buena forma de romper el hielo y desviar la conversación a asuntos más serios.
Yo tenía una copia del libro de Bernanke, Ensayos sobre la Gran Depresión (2000), que contiene gran parte de la investigación en la que constituyó su reputación académica. Bernanke había demostrado que el oro no fue un obstáculo para la creación de la oferta de dinero durante la Gran Depresión, en contra de lo que muchos economistas y analistas habían dado por sentado.
Desde 1929 y hasta 1933, la oferta monetaria no podía superar el 250% del valor de mercado del oro en poder del gobierno de Estados Unidos. La oferta de dinero real nunca superó el 100% del valor del oro. Esto significa que la Fed podía tener más del doble del dinero sin sobrepasar la restricción.
La conclusión es que la falta de políticas durante la Gran Depresión fue provocada por la política monetaria discrecional de la Fed, y no por el oro.
Le dije a Bernanke que había utilizado su investigación para la elaboración de mi libro, Guerra de Divisas (2011). Cuando le conté mi interpretación de su obra, él respondió: “Es correcta”.
Esta confirmación fue irónica porque la Fed se enfrenta hoy en día a los mismos retos: el aumento de los préstamos bancarios y la velocidad del dinero, como ya hizo durante la Gran Depresión.
El oro no forma parte del sistema actual. Bernanke puede haber identificado el problema de la velocidad del dinero en su libro, pero como presidente, él no tuvo mayor éxito en la solución que sus predecesores.
Después de esta introducción, Bernanke hizo una serie de observaciones que he encontrado sorprendentes en la medida en la que estaba dispuesto a discrepar en algo con su sucesora en el puesto, Janet Yellen, quien ha dicho que la intención de la Fed es aumentar las tasas.
Yellen dio un discurso justo antes de mi encuentro con Bernanke en el que dijo: “Creo que va a ser apropiado en algún momento de este año dar el paso inicial para elevar los tipos de los fondos federales”.
Por el contrario, Bernanke me dijo: “el aumento de las tasas de interés, cuando se anuncie, será una buena noticia porque significará que la economía estadounidense está creciendo lo suficientemente fuerte como para soportar los costos de unas tasas más altas sin que se produzca una desaceleración en el crecimiento”.
A diferencia de Yellen, Bernanke no habla de un mes o de un año en concreto. Él dijo que la suba de tasas vendría en un entorno de fuerte crecimiento.
Actualmente la economía de Estados Unidos está cerca de un crecimiento negativo y no es precisamente el tipo de crecimiento robusto que Bernanke asocia con una suba de tasas de interés. La clara conclusión es que la Fed no está en condiciones de elevar las tasas, al menos no por el momento.
Bernanke también señaló que el aumento de los tipos debe ser comunicado y esperado por los mercados. Sus palabras fueron: “Los mercados no están tan profundos y líquidos como antes de la crisis”.
La sugerencia que realizó fue que las expectativas del mercado y las acciones de la Fed deben alinearse con el fin de elevar las tasas sin que se produzca una caída del mercado. Bernanke confía en que “el aumento de las tasas sea una decepción porque los mercados se han anticipando a la suba”.
Eso tiene sentido. El problema es que en estos momentos los mercados anticipan el primer aumento de los tipos de los fondos federales a principios de 2016, no en 2015. La advertencia de Bernanke sobre la falta de liquidez y la esperanza de que la reacción del mercado sea decepcionante son una prueba más de que él no ve un alza de tasas antes de 2016.
En cuanto al sistema monetario internacional, Bernanke también fue sincero y dijo: “el sistema monetario internacional no es coherente”. Me explicó que la combinación actual de tipo de cambio variable, tipos de cambios fijos y cambios regulatorios significan que los socios comerciales no tienen confianza en las relaciones de intercambio y esto actúa como un lastre para el comercio, la inversión extranjera directa y los gastos de capital.
Bernanke dijo: “con el tiempo, sería importante que los países del mundo hablaran sobre la forma de evitar la mezcla de tipos de cambio fijos y variables. Necesitamos nuevas ‘reglas del juego’”.
Por supuesto, los expertos monetarios internacionales saben que la frase “reglas del juego” es un código para reformar el sistema monetario internacional, o lo que algunos llaman “un reajuste global”. Bernanke fue claro: es necesario reajustarlo para terminar con la difusión del sistema actual.
Algunos aspectos del reajuste global ya se han puesto en marcha. Durante los últimos años, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha estado tratando de cambiar su sistema de cuotas para dar a China más votos en el organismo, en línea con la participación del país en el PBI Mundial. Ahora China tiene menos del 5% de los votos, una cifra baja en comparación con algunas economías mucho más pequeñas en Europa.
El Congreso de Estados Unidos se ha negado a aprobar la legislación necesaria para llevar a cabo los cambios en el FMI. En relación a las negociaciones a puerta cerrada entre Estados Unidos, el FMI y China para realizar los cambios en el sistema de cuotas, Bernanke dijo, “yo he participado en ellas”.
Esto me sorprendió porque tradicionalmente los asuntos relacionados con el FMI son manejados por el Departamento del Tesoro en lugar de por la Reserva Federal. El hecho de que Bernanke confirmara que participó en las negociaciones dejó claro que la Reserva Federal, el Tesoro, el FMI y China están trabajando en las primeras fases del reajuste.
En China ha ido creciendo la frustración por las demoras de Washington en el cambio de las cuotas del FMI. Por eso, han comenzado a construir su propia versión del FMI, a la que ha llamado Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB).
Bernanke despreció la figura del AIIB: “no creo que vaya a ser muy importante. Va a ser una nota a pie de página”. Yo me tomé esto como que Bernanke espera que las reformas de voto del FMI van a seguir adelante, en cuyo caso, China estará encantada de jugar con las reglas de las instituciones existentes en la Bretton Woods en lugar de tratar de iniciar su propio club independiente del FMI.
Esta interpretación es coherente con las grandes adquisiciones de oro por parte de China en los últimos años. Estados Unidos tiene cerca de 8.000 toneladas de oro, la eurozona tiene cerca de 10.000 toneladas y el FMI cerca de 3.000 toneladas. China necesita al menos 4.000 toneladas, probablemente más, para ser un miembro creíble dentro de este grupo de élite.
El AIIB es interpretado por muchos como un truco para despistar, y Bernanke lo confirmó. El verdadero objetivo de China es adquirir oro, tener al yuan incluido en la cesta de derechos especiales de giro del FMI y aumentar sus votos en esa institución. Todos estos reajustes están ahora en marcha.
El siguiente tema del que hablé con Bernanke fue sobre si el mercado de valores estaba en una burbuja. En el estilo típico de la Fed, él dijo, “es difícil saberlo”. También parecía relajado sobre la repentina corrección del mercado.
Bernanke dijo: “¿Qué pasa si el mercado de valores cae un 10% o un 15%? ¿Qué diferencia hay? ¿Hay algo que parezca un riesgo sistémico? En este momento no hay nada que parezca una amenaza”.
En otras palabras, el trabajo de la Reserva Federal es proteger el sistema en su conjunto, no proteger a los inversores de caídas repentinas de los valores bursátiles. Bernanke podría estar equivocado sobre la burbuja. Desde luego, se perdió la burbuja del mercado hipotecario en 2007 y el riesgo sistémico que apareció en 2008. Puede tener razón o no tenerla acerca de las burbujas, pero claramente dijo que no está preocupado por una caída de 3.000 puntos en el índice Dow Jones. Los inversores dependen de sí mismos cuando esto ocurre.
Por último, en la discusión de su legado como presidente de la Fed, Bernanke volvió a su investigación sobre la Gran Depresión, el tema con el que comenzó nuestra conversación.
Me dijo que las tres lecciones de la Gran Depresión fueron que la Reserva Federal necesita actuar como un prestamista de última instancia, aumentar la oferta de dinero cuando sea necesario y estar dispuesta a “experimentar” siguiendo el estilo de Roosevelt.
Bernanke define “experimento” como estar dispuesto a hacer “lo que sea necesario” para atajar la deflación y la depresión. Al resumir su propia actuación, dijo, “tratamos de hacer lo que fuera. No sabemos todavía las consecuencias que va a tener a largo plazo”. Su pronóstico fue que “la Fed va a ser más proactiva en el futuro”.
Mi impresión fue que Bernake sabe que el jurado aún está deliberando sobre su mandato como presidente de la Fed. No hay duda de que sus acciones en 2008 y 2009 impidieron un resultado peor en aquel momento. Pero pueden haber producido unas condiciones más peligrosas hoy.
Hubo una buena calificación para el primer QE en 2008 y 2009 por la emergencia de liquidez. Esto es coherente con el papel de la Fed como prestamista de última instancia, como dijo Bernanke.
Pero el segundo y el tercer QE no eran una solución a una crisis de liquidez. Ellos estaban “experimentando”, como aseguró Bernanke. Los experimentos están bien en el laboratorio, pero son muy arriesgados en el mundo real. Los experimentos son una buena forma de avanzar en la ciencia, pero todos los científicos saben que la mayoría de los experimentos no producen los resultados esperados.
Ben Bernanke fue generoso con su tiempo y franco en sus declaraciones. Aún así, me quedé con una sensación inquietante porque el sabía que el segundo y tercer QE eran experimentos fallidos, a pesar de defenderlos públicamente. El crecimiento de Estados Unidos ha sido débil durante seis años, y hay buenas evidencias de que estamos deslizándonos hacia una nueva recesión.
La Fed no puede reducir las tasas ahora, porque fallaron cuando tuvieron la oportunidad de aumentarlos en 2010 y 2011. Los mercados están, probablemente, en una burbuja, lo que significa que fácilmente podrían caer entre un 30 o un 50%.
La Reserva Federal no actuará durante el primer 15% de la caída del mercado, debido a que lo verán como una corrección normal, y no como el estallido de una burbuja. En el momento en el que la Fed esté preparada para actuar, ya será demasiado tarde, como ocurrió en 2008.
El colapso se alimenta a sí mismo de una manera que la Fed no puede controlar. Bernanke puede haber aprendido algunas lecciones de la Gran Depresión, pero parece no haber aprendido la lección del pánico de 2008.
Un cordial saludo, Jim Rickards
Jim Rickards acumula más de 35 años de experiencia trabajando en banca de inversión en Wall Street. Sus libros “Currency Wars” y “The Death of Money” han copado las listas de los más vendidos del New York Times y actualmente es el editor de Strategic Intelligence, un newsletter sobre finanzas líder en Estados Unidos.
El tema de la conferencia era la guerra de divisas y su impacto en Corea. Nuestro público se interesó por cómo la política monetaria y las fluctuaciones del tipo de cambio afectaban a Corea frente a sus socios y competidores comerciales, especialmente China, Japón y Taiwán.
Por encima de todo, el público quería aprender cómo la política de la Fed sobre las tasas de interés podía afectar al dólar, y el impacto que tendría esta política sobre las economías desarrolladas y los mercados emergentes.
Además de las presentaciones formales, los patrocinadores del evento organizaron una pequeña recepción VIP, a la que acudimos Bernanke y yo junto a directores generales de la Bolsa de Valores de Corea, el Instituto de Banca de Corea, la Federación Coreana de Bancos y la Asociación de Inversión Financiera de Corea.
Estaban todas las elites financieras de Corea y algunos académicos distinguidos y economistas de Japón. Bernanke y yo éramos los únicos americanos. El encuentro era privado y tuvimos tiempo suficiente para debatir antes de que comenzara la conferencia principal.
Mi conversación con Bernanke comenzó de manera casual. Hace unos años yo ayudé a constituir el Centro de Economía Financiera de la Universidad Johns Hopkins. El centro seleccionó a su director de entre los economistas monetarios superiores de la Reserva Federal.
Poco tiempo después de haber nombrado a nuestro director, Bernanke lo llamó para que regresara a la Fed como asesor de comunicación, esa persona responsable de la elaboración de los anuncios de las acciones del Comité Federal de Mercado Abierto y a la que los economistas de Wall Street analizan minuciosamente después de cada reunión del FOC en busca de pistas sobre los cambios en la política de tasas de interés.
Reté a Bernanke por habernos robado a nuestro director. Él se rió y dijo: “Nosotros no se los robamos, sólo lo tomamos prestado y se los devolveremos”, lo cual era bastante cierto. Nuestro director acababa de volver al centro después de dos años en la Reserva Federal. Ésta fue una buena forma de romper el hielo y desviar la conversación a asuntos más serios.
Yo tenía una copia del libro de Bernanke, Ensayos sobre la Gran Depresión (2000), que contiene gran parte de la investigación en la que constituyó su reputación académica. Bernanke había demostrado que el oro no fue un obstáculo para la creación de la oferta de dinero durante la Gran Depresión, en contra de lo que muchos economistas y analistas habían dado por sentado.
Desde 1929 y hasta 1933, la oferta monetaria no podía superar el 250% del valor de mercado del oro en poder del gobierno de Estados Unidos. La oferta de dinero real nunca superó el 100% del valor del oro. Esto significa que la Fed podía tener más del doble del dinero sin sobrepasar la restricción.
La conclusión es que la falta de políticas durante la Gran Depresión fue provocada por la política monetaria discrecional de la Fed, y no por el oro.
Le dije a Bernanke que había utilizado su investigación para la elaboración de mi libro, Guerra de Divisas (2011). Cuando le conté mi interpretación de su obra, él respondió: “Es correcta”.
Esta confirmación fue irónica porque la Fed se enfrenta hoy en día a los mismos retos: el aumento de los préstamos bancarios y la velocidad del dinero, como ya hizo durante la Gran Depresión.
El oro no forma parte del sistema actual. Bernanke puede haber identificado el problema de la velocidad del dinero en su libro, pero como presidente, él no tuvo mayor éxito en la solución que sus predecesores.
Después de esta introducción, Bernanke hizo una serie de observaciones que he encontrado sorprendentes en la medida en la que estaba dispuesto a discrepar en algo con su sucesora en el puesto, Janet Yellen, quien ha dicho que la intención de la Fed es aumentar las tasas.
Yellen dio un discurso justo antes de mi encuentro con Bernanke en el que dijo: “Creo que va a ser apropiado en algún momento de este año dar el paso inicial para elevar los tipos de los fondos federales”.
Por el contrario, Bernanke me dijo: “el aumento de las tasas de interés, cuando se anuncie, será una buena noticia porque significará que la economía estadounidense está creciendo lo suficientemente fuerte como para soportar los costos de unas tasas más altas sin que se produzca una desaceleración en el crecimiento”.
A diferencia de Yellen, Bernanke no habla de un mes o de un año en concreto. Él dijo que la suba de tasas vendría en un entorno de fuerte crecimiento.
Actualmente la economía de Estados Unidos está cerca de un crecimiento negativo y no es precisamente el tipo de crecimiento robusto que Bernanke asocia con una suba de tasas de interés. La clara conclusión es que la Fed no está en condiciones de elevar las tasas, al menos no por el momento.
Bernanke también señaló que el aumento de los tipos debe ser comunicado y esperado por los mercados. Sus palabras fueron: “Los mercados no están tan profundos y líquidos como antes de la crisis”.
La sugerencia que realizó fue que las expectativas del mercado y las acciones de la Fed deben alinearse con el fin de elevar las tasas sin que se produzca una caída del mercado. Bernanke confía en que “el aumento de las tasas sea una decepción porque los mercados se han anticipando a la suba”.
Eso tiene sentido. El problema es que en estos momentos los mercados anticipan el primer aumento de los tipos de los fondos federales a principios de 2016, no en 2015. La advertencia de Bernanke sobre la falta de liquidez y la esperanza de que la reacción del mercado sea decepcionante son una prueba más de que él no ve un alza de tasas antes de 2016.
En cuanto al sistema monetario internacional, Bernanke también fue sincero y dijo: “el sistema monetario internacional no es coherente”. Me explicó que la combinación actual de tipo de cambio variable, tipos de cambios fijos y cambios regulatorios significan que los socios comerciales no tienen confianza en las relaciones de intercambio y esto actúa como un lastre para el comercio, la inversión extranjera directa y los gastos de capital.
Bernanke dijo: “con el tiempo, sería importante que los países del mundo hablaran sobre la forma de evitar la mezcla de tipos de cambio fijos y variables. Necesitamos nuevas ‘reglas del juego’”.
Por supuesto, los expertos monetarios internacionales saben que la frase “reglas del juego” es un código para reformar el sistema monetario internacional, o lo que algunos llaman “un reajuste global”. Bernanke fue claro: es necesario reajustarlo para terminar con la difusión del sistema actual.
Algunos aspectos del reajuste global ya se han puesto en marcha. Durante los últimos años, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha estado tratando de cambiar su sistema de cuotas para dar a China más votos en el organismo, en línea con la participación del país en el PBI Mundial. Ahora China tiene menos del 5% de los votos, una cifra baja en comparación con algunas economías mucho más pequeñas en Europa.
El Congreso de Estados Unidos se ha negado a aprobar la legislación necesaria para llevar a cabo los cambios en el FMI. En relación a las negociaciones a puerta cerrada entre Estados Unidos, el FMI y China para realizar los cambios en el sistema de cuotas, Bernanke dijo, “yo he participado en ellas”.
Esto me sorprendió porque tradicionalmente los asuntos relacionados con el FMI son manejados por el Departamento del Tesoro en lugar de por la Reserva Federal. El hecho de que Bernanke confirmara que participó en las negociaciones dejó claro que la Reserva Federal, el Tesoro, el FMI y China están trabajando en las primeras fases del reajuste.
En China ha ido creciendo la frustración por las demoras de Washington en el cambio de las cuotas del FMI. Por eso, han comenzado a construir su propia versión del FMI, a la que ha llamado Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB).
Bernanke despreció la figura del AIIB: “no creo que vaya a ser muy importante. Va a ser una nota a pie de página”. Yo me tomé esto como que Bernanke espera que las reformas de voto del FMI van a seguir adelante, en cuyo caso, China estará encantada de jugar con las reglas de las instituciones existentes en la Bretton Woods en lugar de tratar de iniciar su propio club independiente del FMI.
Esta interpretación es coherente con las grandes adquisiciones de oro por parte de China en los últimos años. Estados Unidos tiene cerca de 8.000 toneladas de oro, la eurozona tiene cerca de 10.000 toneladas y el FMI cerca de 3.000 toneladas. China necesita al menos 4.000 toneladas, probablemente más, para ser un miembro creíble dentro de este grupo de élite.
El AIIB es interpretado por muchos como un truco para despistar, y Bernanke lo confirmó. El verdadero objetivo de China es adquirir oro, tener al yuan incluido en la cesta de derechos especiales de giro del FMI y aumentar sus votos en esa institución. Todos estos reajustes están ahora en marcha.
El siguiente tema del que hablé con Bernanke fue sobre si el mercado de valores estaba en una burbuja. En el estilo típico de la Fed, él dijo, “es difícil saberlo”. También parecía relajado sobre la repentina corrección del mercado.
Bernanke dijo: “¿Qué pasa si el mercado de valores cae un 10% o un 15%? ¿Qué diferencia hay? ¿Hay algo que parezca un riesgo sistémico? En este momento no hay nada que parezca una amenaza”.
En otras palabras, el trabajo de la Reserva Federal es proteger el sistema en su conjunto, no proteger a los inversores de caídas repentinas de los valores bursátiles. Bernanke podría estar equivocado sobre la burbuja. Desde luego, se perdió la burbuja del mercado hipotecario en 2007 y el riesgo sistémico que apareció en 2008. Puede tener razón o no tenerla acerca de las burbujas, pero claramente dijo que no está preocupado por una caída de 3.000 puntos en el índice Dow Jones. Los inversores dependen de sí mismos cuando esto ocurre.
Por último, en la discusión de su legado como presidente de la Fed, Bernanke volvió a su investigación sobre la Gran Depresión, el tema con el que comenzó nuestra conversación.
Me dijo que las tres lecciones de la Gran Depresión fueron que la Reserva Federal necesita actuar como un prestamista de última instancia, aumentar la oferta de dinero cuando sea necesario y estar dispuesta a “experimentar” siguiendo el estilo de Roosevelt.
Bernanke define “experimento” como estar dispuesto a hacer “lo que sea necesario” para atajar la deflación y la depresión. Al resumir su propia actuación, dijo, “tratamos de hacer lo que fuera. No sabemos todavía las consecuencias que va a tener a largo plazo”. Su pronóstico fue que “la Fed va a ser más proactiva en el futuro”.
Mi impresión fue que Bernake sabe que el jurado aún está deliberando sobre su mandato como presidente de la Fed. No hay duda de que sus acciones en 2008 y 2009 impidieron un resultado peor en aquel momento. Pero pueden haber producido unas condiciones más peligrosas hoy.
Hubo una buena calificación para el primer QE en 2008 y 2009 por la emergencia de liquidez. Esto es coherente con el papel de la Fed como prestamista de última instancia, como dijo Bernanke.
Pero el segundo y el tercer QE no eran una solución a una crisis de liquidez. Ellos estaban “experimentando”, como aseguró Bernanke. Los experimentos están bien en el laboratorio, pero son muy arriesgados en el mundo real. Los experimentos son una buena forma de avanzar en la ciencia, pero todos los científicos saben que la mayoría de los experimentos no producen los resultados esperados.
Ben Bernanke fue generoso con su tiempo y franco en sus declaraciones. Aún así, me quedé con una sensación inquietante porque el sabía que el segundo y tercer QE eran experimentos fallidos, a pesar de defenderlos públicamente. El crecimiento de Estados Unidos ha sido débil durante seis años, y hay buenas evidencias de que estamos deslizándonos hacia una nueva recesión.
La Fed no puede reducir las tasas ahora, porque fallaron cuando tuvieron la oportunidad de aumentarlos en 2010 y 2011. Los mercados están, probablemente, en una burbuja, lo que significa que fácilmente podrían caer entre un 30 o un 50%.
La Reserva Federal no actuará durante el primer 15% de la caída del mercado, debido a que lo verán como una corrección normal, y no como el estallido de una burbuja. En el momento en el que la Fed esté preparada para actuar, ya será demasiado tarde, como ocurrió en 2008.
El colapso se alimenta a sí mismo de una manera que la Fed no puede controlar. Bernanke puede haber aprendido algunas lecciones de la Gran Depresión, pero parece no haber aprendido la lección del pánico de 2008.
Un cordial saludo, Jim Rickards
Jim Rickards acumula más de 35 años de experiencia trabajando en banca de inversión en Wall Street. Sus libros “Currency Wars” y “The Death of Money” han copado las listas de los más vendidos del New York Times y actualmente es el editor de Strategic Intelligence, un newsletter sobre finanzas líder en Estados Unidos.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
No hay comentarios:
Publicar un comentario