Los número nos dicen que el Partido Popular, pero los gestos, las palabras y la euforia contenida en Génova nos decían que no, que el PP no había ganado.
El Partido Socialista mantuvo la segunda posición frente a algunos pronósticos que lo situaban detrás de Ciudadanos primero y de Podemos después. El PSOE aguantó esa segunda plaza, pero con los peores resultados de su historia en Democracia: 5,5 millones de votos, menos de la mitad de lo que consiguió Zapatero en las elecciones generales de 2008.
En tercera posición quedó Podemos con 69 escaños y 5,2 millones de votos. La remontada que se barruntaba durante los últimos días se consumó, pero no como a Pablo Iglesias y compañía les hubiera gustado: desplazando al PSOE y siendo la alternativa de Gobierno de la izquierda. Podemos tampoco ha sido el ganador de estas elecciones.
Y en cuarta posición quedó Ciudadanos, con apenas 40 escaños. Del partido que, según los sondeos, desplazaba al PSOE en la segunda posición e incluso amenaza la hegemonía del PP no quedó mucho. La decepción era evidente en la formación naranja, por mucho que la quisieran disimular.
Lo cierto es que nos encontramos ante una situación bastante atípica y excepcional: nadie ha ganado las elecciones.
Pactos imposibles
Nadie había imaginado un empate tan ajustado entre el bloque de centro-derecha (PP más Ciudadanos suman 163 escaños) y el bloque de centro izquierda (PSOE, Podemos e IU suman 161 escaños).
Descartado un pacto entre PP y PSOE, que el propio Pedro Sánchez se encargó de enterrar durante la campaña por activa y por pasiva, la primera posibilidad de gobierno que los analistas esgrimen es un apoyo de Ciudadanos a la investidura de Rajoy y una abstención del PSOE, algo que permitiría formar un nuevo gobierno del PP en minoría.
Sin embargo esta posibilidad no es realista en absoluto. Para verlo, no hace falta más que mirar a Grecia, donde el Partido Socialista fue barrido del mapa por Syriza, pasando del 43 por ciento en 2009 al 6 por ciento de los votos en 2015 debido a su pésima gestión de la crisis y connivencia con los conservadores.
En Ferraz saben que en el momento en que permitan que Rajoy siga en la Moncloa, ya sea apoyándole o absteniéndose, Podemos les barrerá del mapa como la nueva alternativa de izquierda al gobierno conservador del Partido Popular como ya le ocurriera antes en Grecia al PASOK.
El PP no tiene por tanto una opción realista para alcanzar un pacto de gobierno. La única opción, aunque muy remota, viene de un gran pacto entre los partidos de izquierdas y los independentistas.
Con sus 17 escaños, los independentistas catalanes tienen la llave para un pacto entre PSOE, Podemos, ERC y Convergencia, que sumaría 176 escaños y por tanto recabaría apoyos suficientes para alcanzar la mayoría absoluta en el congreso y formar un nuevo gobierno.
Pero este pacto tiene un precio muy alto: permitir la celebración de un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
El PSOE siempre se ha diferenciado de Podemos por su negativa a permitir que un referéndum de estas características se celebre. Sin embargo, es difícil imaginar que esto pueda suponer un problema para la dirección del Partido Socialista.
Sin ir más lejos, en la noche del domingo el Secretario de Organización de PSOE, César Luena, no descartaba gobernar con un gran pacto de las fuerzas de izquierda junto con los nacionalistas para desalojar al PP de la Moncloa, la única y gran prioridad del Partido Socialista en estas elecciones.
Sin embargo, el problema no es que la dirección del PSOE tenga escrúpulos o no ante la ruptura de la integridad territorial de España. El problema es que un referéndum de autodeterminación es sencillamente ilegal y, por tanto, no se va a producir por mucho que Pedro Sánchez quiera ser Presidente del Gobierno cueste lo que cueste.
España es hoy un país ingobernable, donde no existe ninguna posibilidad realista de que se produzca un pacto de gobierno. Lo más probable, dada la ingobernabilidad del país, es que en primavera los españoles seamos nuevamente llamados a las urnas.
Hasta entonces, veremos como la bolsa y la prima de riesgo españolas sufrirán ante la incertidumbre generada por unos comicios sin un ganador claro.
Continuará…
Un cordial saludo, Alberto Redondo Inversor Global España
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