La política triguera K, bajo la gran farsa que terminó siendo la
"mesa de los argentinos", logró lo imposible: romper una de las
relaciones comerciales más fuertes e históricas que tenía el país. El
objetivo de la misión era recrear el vínculo y la confianza después de
diez años de maltratos, incumplimientos y cierres parciales o totales de
las exportaciones del cereal.
Así es que ese jueves a la mañana, a las puertas de la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo (Abitrigo), se presentaron junto al ministro y al subsecretario de Agricultura bonaerense, Miguel Tezanos Pinto, los titulares de la Federación Argentina de la Industria Molinera, Diego Cifarelli, de la Cámara Arbitral de Cereales, Javier Buján, y de ArgenTrigo, David Hughes. Además, como refuerzo de la delegación, se sumaron el cónsul general Marcelo Bertoldi, la cónsul general adjunta, Vanina Rinaudo, y el agregado agrícola, Javier Dufourquet.
Esta formación del equipo argentino, con la provincia que produce el 60% del cereal, aseguraba una muy buena representación de la cadena de trigo y fue una primera señal a los brasileños que la cosa iba en serio. No es para menos, ya que las estimaciones de área sembrada para la próxima cosecha están hablando de un incremento de entre 1,5 y 2 millones de hectáreas sobre las 3 millones quinientas mil hectáreas que se sembraron el año pasado. Esta superficie representó el último escalón de una serie ininterrumpida de caídas de área y un 18% menor a la campaña 2014/2015. Vale recordar que el año pasado el rinde de indiferencia para largarse a alquilar campo y sembrar trigo en el sudoeste bonaerense era de 35 quintales la hectárea. Sembrar era casi lo mismo que saltar al vacío.
Ahora bien, el entusiasmo por volver a sembrar al cultivo recién liberado de toda su carga de retenciones y ROE, necesita también de ciertas seguridades comerciales. Hay mucho en juego. Las primeras estimaciones para este año consignan que tendremos una cosecha de alrededor de 15 millones de toneladas de trigo con 8 millones de toneladas para exportar. De ahí lo pertinente de recrear las relaciones con nuestro primer cliente.
La reunión en la sede de Abitrigo terminó siendo más de un once contra once porque enfrente los recibieron una veintena de empresarios molineros que representan aproximadamente el 80% de la molienda brasilera. Fue un acierto hacer coincidir la visita de la delegación con la reunión de la comisión directiva de la entidad. Participó también el secretario de Agricultura del Estado de San Pablo, Arnaldo Jardim. La frialdad institucional de los primeros minutos se rompió con el mensaje que llevaban los argentinos. "Venimos a pedirles disculpas por lo ocurrido en los últimos años y nos hacemos cargo de los errores para revertirlos. Estamos con los actores de la cadena con el objetivo de comenzar a recuperar el mercado brasileño, analizando sus necesidades en relación a la calidad de nuestros trigos", les dijo Sarquís.
En el almuerzo y con mayor confianza, Sergio Amaral, presidente de Abitrigo, se despachó: "Aquí no venía nadie desde hace diez años. Más allá de la calidad que es necesaria, lo que queremos es una oferta constante y confiable de parte de ustedes. Que todos los años nos vendan trigo". Amaral ya había viajado a Buenos Aires en diciembre pasado para reunirse con el recientemente asumido ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaille, para llevarle esta preocupación de los molinos brasileños.
De la reunión en San Pablo los argentinos trajeron información valiosa como el piso de cuatro millones de toneladas de trigo de calidad, arriba de 10,5% de proteína y 25% de gluten, que los brasileños nos comprarían por año.
Ahora, todo indica que se volverá al orden natural de las cosas. Un alivio tanto para los que compran como para los que producen.
Así es que ese jueves a la mañana, a las puertas de la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo (Abitrigo), se presentaron junto al ministro y al subsecretario de Agricultura bonaerense, Miguel Tezanos Pinto, los titulares de la Federación Argentina de la Industria Molinera, Diego Cifarelli, de la Cámara Arbitral de Cereales, Javier Buján, y de ArgenTrigo, David Hughes. Además, como refuerzo de la delegación, se sumaron el cónsul general Marcelo Bertoldi, la cónsul general adjunta, Vanina Rinaudo, y el agregado agrícola, Javier Dufourquet.
Esta formación del equipo argentino, con la provincia que produce el 60% del cereal, aseguraba una muy buena representación de la cadena de trigo y fue una primera señal a los brasileños que la cosa iba en serio. No es para menos, ya que las estimaciones de área sembrada para la próxima cosecha están hablando de un incremento de entre 1,5 y 2 millones de hectáreas sobre las 3 millones quinientas mil hectáreas que se sembraron el año pasado. Esta superficie representó el último escalón de una serie ininterrumpida de caídas de área y un 18% menor a la campaña 2014/2015. Vale recordar que el año pasado el rinde de indiferencia para largarse a alquilar campo y sembrar trigo en el sudoeste bonaerense era de 35 quintales la hectárea. Sembrar era casi lo mismo que saltar al vacío.
Ahora bien, el entusiasmo por volver a sembrar al cultivo recién liberado de toda su carga de retenciones y ROE, necesita también de ciertas seguridades comerciales. Hay mucho en juego. Las primeras estimaciones para este año consignan que tendremos una cosecha de alrededor de 15 millones de toneladas de trigo con 8 millones de toneladas para exportar. De ahí lo pertinente de recrear las relaciones con nuestro primer cliente.
La reunión en la sede de Abitrigo terminó siendo más de un once contra once porque enfrente los recibieron una veintena de empresarios molineros que representan aproximadamente el 80% de la molienda brasilera. Fue un acierto hacer coincidir la visita de la delegación con la reunión de la comisión directiva de la entidad. Participó también el secretario de Agricultura del Estado de San Pablo, Arnaldo Jardim. La frialdad institucional de los primeros minutos se rompió con el mensaje que llevaban los argentinos. "Venimos a pedirles disculpas por lo ocurrido en los últimos años y nos hacemos cargo de los errores para revertirlos. Estamos con los actores de la cadena con el objetivo de comenzar a recuperar el mercado brasileño, analizando sus necesidades en relación a la calidad de nuestros trigos", les dijo Sarquís.
En el almuerzo y con mayor confianza, Sergio Amaral, presidente de Abitrigo, se despachó: "Aquí no venía nadie desde hace diez años. Más allá de la calidad que es necesaria, lo que queremos es una oferta constante y confiable de parte de ustedes. Que todos los años nos vendan trigo". Amaral ya había viajado a Buenos Aires en diciembre pasado para reunirse con el recientemente asumido ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaille, para llevarle esta preocupación de los molinos brasileños.
De la reunión en San Pablo los argentinos trajeron información valiosa como el piso de cuatro millones de toneladas de trigo de calidad, arriba de 10,5% de proteína y 25% de gluten, que los brasileños nos comprarían por año.
Ahora, todo indica que se volverá al orden natural de las cosas. Un alivio tanto para los que compran como para los que producen.
Enviado por Arturo Navarro - http://www.arturonavarro.com.ar/
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