"La injuria de los malditos"
La querella que encaro aquí es con aquellas personas e instituciones que a través de los años-persistentemente- han sostenido consciente o inconscientemente una postura de ataque, de olvido o de menosprecio hacia el proceso histórico bajo la decidida influencia del Dr. José Gaspar Rodriguez de Francia y luego de los López en el Paraguay Independiente.Fábula como relato de ficción llevada por estos detractores a la realidad con una intención ideológica clara: destruir la potencialidad histórica del ejemplar acontecer revolucionario como legado a la humanidad donde abrevar sobre la magnanimidad de las posibilidades de construir y vivir en sociedades organizadas bajo la fraternidad.
Está claro que contra este proceso singular y magnifico paraguayo se han abalanzado en diversas formas y maneras sectores de derechas e izquierdas de todo el mundo, lo que dimensiona este asunto por sí mismo.
Pero la verdad es que, a estas alturas de lo expuesto, es mejor adentrarnos en el foco de nuestro asombro renovado: mientras los revolucionarios de la era de independencia del siglo XIX en Latinoamérica realizaban afanosamente sus mejores acciones en pos de la unidad y la constitución de naciones emancipadas, en Paraguay se construía sólidamente esos sueños. Esta circunstancia histórica molestó entonces y molesta hoy.
Aquellos impugnadores del proceso revolucionario del Dr. Francia y de los López de ayer y de hoy han injuriado, y lo han hecho a sabiendas de sus objetivos con ello. Son los mentores de una injuria maldita. ¡La injuria de los malditos!
Eduardo Galeano nos cuenta que "no había grandes fortunas privadas cuando Francia murió, y el Paraguay era el único país de América Latina que no tenía mendigos, hambrientos, ni ladrones" (pp. 206, en Las venas abiertas de América Latina).
La acción transformadora del Dr. Francia no fue en el aire-por así configurarlo-fue sobre las bases de producción económica realmente existentes en el Paraguay, bases económicas de tipo feudal pero, sin embargo, también contenían elementos tipificantes colectivos como las creadas por los jesuitas.
Su obra económica - social fue singular, toda vez que al tiempo que destruía la base económica feudal y a sus beneficiarios, construía la base de otra economía promoviendo a sus autores sociales, a los campesinos e indígenas.
Francia desató las fuerzas productivas contenidas en las encomiendas bajo yugo feudal dejando en libertad a las fuerzas productivas cooperativas de los labriegos.
A propósito, nos narra Pierre-Luc Abramson que para Charles Fourier (1772-1837), socialista francés, censor cáustico de la economía capitalista de su época y uno de los precursores del cooperativismo, el Dr. Francia, a pesar de su tiranía autárquica, es un socialista y sus "estancias de la Patria" son falansterios agrícolas. Citó Pierre-Luc Abramson un trozo muy significativo de lo que pudo representar el paraguayo para el francés: la comprobación de la validez de su doctrina. Escribe: "Apenas había empezado mi segunda parte, cuando una información imprevista vino a cambiar mi plan. Recibí documentos precisos sobre el asunto del Paraguay. Estos documentos me entregaron un prueba material de que se está realizando, de modo por cierto muy imperfecto, el mecanismo de la industria combinada. Comprueban que Francia, aunque limitado a la vigésima parte de los medios de que dispongo, ya está dando en el blanco que los Owen y los Van den Bosch habían marrado: está realizando en un grado muy bajo el mecanismo de la industria combinada".
El Estado creado por Francia sí intervino claramente en la confiscación de tierras de sectores conservadores y reaccionarios y las distribuyó en concesión según normas regladas a ese poder monopólico, constructor y transformador a pequeños y medianos campesinos a fin de configurar una nación desarrollada sobre bases cooperativas.
El Estado Franciano fue intervencionista, y lo fue por imperio de las circunstancias productivas históricas que requerían su transformación y por razones externas que incluían a constantes conspiraciones que hubo que enfrentar. Francia reunió en sí mismo la aspiración del pueblo campesino e indígena y al mismo tiempo en que fue instrumento de ese proceso, suplió-por inexistente-a una clase social dirigente, referenció a una clase en construcción.
El poder político franciano se sostuvo sobre bases sociales de campesinos e indígenas sobre quienes hizo estribar la defensa de la soberanía nacional.
El Dr. José Gaspar Rodriguez de Francia impregnó, finalmente y para siempre en el espíritu de la nación paraguaya su impronta, forjó con manos firmes, a pesar del infortunio, la heroica nación paraguaya.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
Por José Yorg, el cooperario - Fuente: Diario Opinión Ciudadana
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