Reportando desde Nueva York, Estados Unidos.
En Estados Unidos poco a poco las cosas se están relajando. Ésta es la semana anterior a Acción de Gracias y la gente se está marchando antes del trabajo para evitar los atascos de las vacaciones.
La Bolsa también parece estar notando esta relajación; los principales índices de Wall Street apenas han registrado variaciones últimamente.
Me encuentro en Nueva York ocupándome de mis negocios y espero poder pasar el fin de semana en mi hogar en Maryland en compañía de mucha gente joven: hijos e hijos de nuestros amigos.
A este columnista no le gusta ver a los jóvenes ociosos, así que tiene un proyecto: salvar un viejo granero de tabaco utilizando las manos de estos futuros abogados y economistas.
El problema con la mayoría de los jóvenes, he observado, es que no saben cómo utilizar sus manos. Han pasado toda su vida en la escuela y muy pocos han tenido contacto con el trabajo manual.
Mi plan –en beneficio de los lectores interesados en la preservación de los viejos graneros tabaqueros- es renovar un viejo granero destartalado. El techo está podrido, así como muchas de las columnas que lo sostienen. El plan es cavar hoyos, echar cemento e introducir nuevos postes. ¡Y esperemos el granero no se nos caiga encima mientras hacemos la obra!
“¿Vas a hacer esto con una pandilla de universitarios?” me pregunta Tommy, un vecino de mi granja que ha pasado su vida entera “moviendo porquerías”. “Vas a destrozarlos” me dice…
Sí, ese es el plan. Ya les contaré cómo salió todo.
Mientras tanto, tanto en política como en economía vivimos en un mundo de fantasía. El Gobierno dice que está mejorando la economía y nosotros fingimos creerle.
¿Ha contribuido alguna vez un banquero central con un solo céntimo, peso o peseta a incrementar la fortuna mundial?
No que sepamos. Pero alrededor del mundo los banqueros centrales pretenden hacernos creer que están sudando y sufriendo por asegurar el futuro de la humanidad, corrigiendo, ajustando y anulando las decisiones que hombres y mujeres honestos toman a diario en sus vidas.
¡Los tipos de interés son muy altos! ¡La inflación es muy baja! ¡La demanda no es suficiente! ¡El ahorro es excesivo! Estos banqueros son omniscientes y todopoderosos.
En Japón, de vuelta a la recesión, el Primer Ministro Shinzo Abe ha llevado a la economía a otra misión kamikaze. ¡Victoria o muerte! ¡O reanimamos la economía japonesa o la destruimos! Por supuesto, puede que tenga éxito; pero nuestras apuestas están felizmente posicionados en lo contrario.
Nuestro negocio de la década espera recoger los frutos de esta política en dinero constante y sonante.
Abe y su delirante copiloto Haruhiko Kuroda ya se han puesto el uniforme de vuelo. Están a punto de despegar, creando increíbles cantidades de dinero y crédito. La economía lo espera y depende de ello.
Pero cuando los rumores se difundan ya no habrá manera de que el Gobierno japonés pueda repagar sus deudas. Los inversores se desharán de sus bonos y letras japonesas, dejando al Banco de Japón como la única fuente de financiación del déficit gubernamental.
Esto pondrá a Japón en la misma situación que Zimbabue a principios del 2000 y la Argentina en los 80. Las acciones subirán y los inversores buscarán refugio en activos productivos mientras los bonos y el yen se hunden.
Y desde Europa nos llegan las noticias de Bloomberg:
Mario Draghi ha reforzado sus promesas de estímulos monetarios que reactiven la economía europea diciendo que el Banco Central Europeo (BCE) no se quedará de brazos cruzados en la pelea por reavivar a la economía.
“Haremos lo que sea necesario para incrementar la inflación y las expectativas de inflación tan rápido como sea posible de acuerdo a los requisitos que planea nuestro mandato de estabilidad de precios”, dijo el presidente del BCE en una conferencia en Frankfurt hoy. Algunas perspectivas de inflación “se han reducido a un nivel que resulta excesivamente bajo,” indicó.
“Draghi está mandando una clara señal de que más estímulos llegarán pronto”, dijo Lena Komileva, economista jefe de G Plus Economics Ltd. en Londres. “Si las medidas actuales del BCE demuestran ser demasiado suaves y las expectativas de inflación permanecen bajas, el BCE actuará para expandir el programa de estímulos monetarios.”
En el mundo que yo conocía la gente esperaba precios bajos. ‘¿Qué hay de malo en eso?’ oigo preguntar.
Pero aparentemente es un problema, dice el banquero central. “Excesivamente bajo” es cómo describe el miedo colectivo a la inflación. Promete hacer algo, ¿pero el qué? Lo mismo que los japoneses están haciendo.
Y en el Nuevo Mundo, mientras la verdadera economía continúa deteriorándose el mercado bursátil flota como un globo de aire caliente en unos dibujos animados. La Reserva Federal ha apagado el gas del QE, pero su tiene la mano en la válvula lista para volver a encenderlo en cuanto los precios bajen.
Saludos, Bill Bonner.
Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros "Financial Reckoning Day" y "Empire of Debt" que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos.
En Estados Unidos poco a poco las cosas se están relajando. Ésta es la semana anterior a Acción de Gracias y la gente se está marchando antes del trabajo para evitar los atascos de las vacaciones.
La Bolsa también parece estar notando esta relajación; los principales índices de Wall Street apenas han registrado variaciones últimamente.
Me encuentro en Nueva York ocupándome de mis negocios y espero poder pasar el fin de semana en mi hogar en Maryland en compañía de mucha gente joven: hijos e hijos de nuestros amigos.
A este columnista no le gusta ver a los jóvenes ociosos, así que tiene un proyecto: salvar un viejo granero de tabaco utilizando las manos de estos futuros abogados y economistas.
El problema con la mayoría de los jóvenes, he observado, es que no saben cómo utilizar sus manos. Han pasado toda su vida en la escuela y muy pocos han tenido contacto con el trabajo manual.
Mi plan –en beneficio de los lectores interesados en la preservación de los viejos graneros tabaqueros- es renovar un viejo granero destartalado. El techo está podrido, así como muchas de las columnas que lo sostienen. El plan es cavar hoyos, echar cemento e introducir nuevos postes. ¡Y esperemos el granero no se nos caiga encima mientras hacemos la obra!
“¿Vas a hacer esto con una pandilla de universitarios?” me pregunta Tommy, un vecino de mi granja que ha pasado su vida entera “moviendo porquerías”. “Vas a destrozarlos” me dice…
Sí, ese es el plan. Ya les contaré cómo salió todo.
Mientras tanto, tanto en política como en economía vivimos en un mundo de fantasía. El Gobierno dice que está mejorando la economía y nosotros fingimos creerle.
¿Ha contribuido alguna vez un banquero central con un solo céntimo, peso o peseta a incrementar la fortuna mundial?
No que sepamos. Pero alrededor del mundo los banqueros centrales pretenden hacernos creer que están sudando y sufriendo por asegurar el futuro de la humanidad, corrigiendo, ajustando y anulando las decisiones que hombres y mujeres honestos toman a diario en sus vidas.
¡Los tipos de interés son muy altos! ¡La inflación es muy baja! ¡La demanda no es suficiente! ¡El ahorro es excesivo! Estos banqueros son omniscientes y todopoderosos.
En Japón, de vuelta a la recesión, el Primer Ministro Shinzo Abe ha llevado a la economía a otra misión kamikaze. ¡Victoria o muerte! ¡O reanimamos la economía japonesa o la destruimos! Por supuesto, puede que tenga éxito; pero nuestras apuestas están felizmente posicionados en lo contrario.
Nuestro negocio de la década espera recoger los frutos de esta política en dinero constante y sonante.
Abe y su delirante copiloto Haruhiko Kuroda ya se han puesto el uniforme de vuelo. Están a punto de despegar, creando increíbles cantidades de dinero y crédito. La economía lo espera y depende de ello.
Pero cuando los rumores se difundan ya no habrá manera de que el Gobierno japonés pueda repagar sus deudas. Los inversores se desharán de sus bonos y letras japonesas, dejando al Banco de Japón como la única fuente de financiación del déficit gubernamental.
Esto pondrá a Japón en la misma situación que Zimbabue a principios del 2000 y la Argentina en los 80. Las acciones subirán y los inversores buscarán refugio en activos productivos mientras los bonos y el yen se hunden.
Y desde Europa nos llegan las noticias de Bloomberg:
Mario Draghi ha reforzado sus promesas de estímulos monetarios que reactiven la economía europea diciendo que el Banco Central Europeo (BCE) no se quedará de brazos cruzados en la pelea por reavivar a la economía.
“Haremos lo que sea necesario para incrementar la inflación y las expectativas de inflación tan rápido como sea posible de acuerdo a los requisitos que planea nuestro mandato de estabilidad de precios”, dijo el presidente del BCE en una conferencia en Frankfurt hoy. Algunas perspectivas de inflación “se han reducido a un nivel que resulta excesivamente bajo,” indicó.
“Draghi está mandando una clara señal de que más estímulos llegarán pronto”, dijo Lena Komileva, economista jefe de G Plus Economics Ltd. en Londres. “Si las medidas actuales del BCE demuestran ser demasiado suaves y las expectativas de inflación permanecen bajas, el BCE actuará para expandir el programa de estímulos monetarios.”
En el mundo que yo conocía la gente esperaba precios bajos. ‘¿Qué hay de malo en eso?’ oigo preguntar.
Pero aparentemente es un problema, dice el banquero central. “Excesivamente bajo” es cómo describe el miedo colectivo a la inflación. Promete hacer algo, ¿pero el qué? Lo mismo que los japoneses están haciendo.
Y en el Nuevo Mundo, mientras la verdadera economía continúa deteriorándose el mercado bursátil flota como un globo de aire caliente en unos dibujos animados. La Reserva Federal ha apagado el gas del QE, pero su tiene la mano en la válvula lista para volver a encenderlo en cuanto los precios bajen.
Saludos, Bill Bonner.
Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros "Financial Reckoning Day" y "Empire of Debt" que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
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