Grecia parece hoy un país sin arreglo. El 50% de los años desde su independencia permaneció en default o restructurando deuda. Durante los 20 años previos a su ingreso en el euro, el déficit fiscal fue de 7,8% del PBI. En los años desde que forma parte de la moneda común, el déficit cayó solamente al 7%.
Por otro lado, desde 2001, la deuda pública nunca bajó del 95% del PBI, incluso cuando una condición para ser parte de la eurozona es tener una ratio de deuda/PBI del 60% como máximo.
En la actualidad, asistimos a una nueva crisis de deuda y a un sinfín de negociaciones entre los distintos gobiernos griegos y el grupo de burócratas acreedores: el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea (“la troika”).
El último fin de semana, el premier griego, Alexis Tsipras pateó el tablero.
Convocó a un referéndum para darle al pueblo la opción de seguir aceptando las condiciones de la troika o bien rechazarlas. Y con el rechazo... bueno, después se veía. Podrían negociar mejores condiciones, o bien descartar de lleno el plan y entrar en default, ya que necesitan de más créditos de emergencia para poder hacer frente a los vencimientos de deuda.
La incertidumbre respecto de la continuidad de Grecia dentro de la Unión Europea, de un default inminente, y de un cada vez más probable abandono de Grecia de la moneda común hicieron que la gente se abalance sobre los cajeros automáticos en una desesperada búsqueda de euros en efectivo.
El domingo, el gobierno anunció un corralito bancario.
Sin embargo, dos días después, el miércoles por la mañana, despertamos con la noticia de que Tsipras accedía a la mayor parte de lo propuesto por la troika.
¿Y el referéndum? En fin...
Esto no hace más que mostrar un nuevo capítulo de la crisis griega, que ya lleva más de 5 años. Las sucesivas idas y venidas del gobierno (de todos los partidos) y los acreedores vienen generando una enorme incertidumbre respecto del futuro y del mantenimiento de las reglas de juego.
El temor a la salida del euro, de hecho, no es nuevo y es el temor, ni más ni menos, a la confiscación de los ahorros de la gente, ya que un regreso al Dracma (antigua moneda griega) representaría una megadevaluación que empobrecería a toda la población.
Es por esto que los depósitos del sector privado en los bancos vienen cayendo de una manera tan abrupta. Desde el comienzo de la crisis, la fuga de capitales se estima en EUR 98.000 millones hasta el mes de mayo según las estadísticas del Banco Central de Grecia. Otros EUR 4.000 millones se habrían fugado en junio.
A la luz de esta situación, es comprensible la comparación de Grecia con la Argentina de 2001. Es que, en esencia, lo que allí sucede es análogo alo que experimentó nuestro país hace 14 años: la combinación del desborde fiscal con una moneda no manipulable por el poder político.
Lo curioso, sin embargo, es que si bien la analogía es correcta, es todavía más interesante comparar el caso griego con el de la Argentina de hoy, ya que aquí también las similitudes son alarmantes.
Según cuenta Daniel Sticco del diario Infobae, el INDEC admite que los argentinos tienen USD 231.696 millones fuera del sistema productivo nacional. Es decir, o en cuentas en el exterior, o en “el colchón”. Esto equivale a USD 5.420 dólares por habitante.
Por otro lado, las propias estadísticas del Banco Central dan muestra de la fuga de capitales en nuestro país desde 2003. Con datos hasta el primer trimestre de este año, la entidad monetaria refleja que los argentinos compraron para llevar al extranjero o dejar en el colchón USD 95.567 millones.
Desde el comienzo de la presidencia de Cristina Fernández, ese monto ascendió nada menos que USD 78.300 millones, el 82% del total.
Y es aquí donde aparecen las similitudes con la Grecia actual. En el país heleno, el temor a la confiscación disparó una corrida contra los bancos por parte de la gente que prefiere la seguridad de tener los euros en la mano.
En nuestro país,el refugio por excelencia es el dólar, y lo que hizo la gente en estos años para protegerse fue comprar la divisa norteamericana.
La confiscaciónaquí también es una realidad palpable. El peso argentino pierde el 20% de su poder de compra cada año y el gobierno avanza no solo sobre la actividad económica privada, con expropiaciones y regulaciones, sino que también busca debilitar la división de poderes y la libertad de prensa.
Es cierto, la situación e Grecia se parece a la de Argentina en el 2001. Pero cuidado, porque también es verdad que la situación de Argentina en el 2015 se asemeja la de la Grecia actual.
Es mucho el trabajo que tendrá que hacer el nuevo presidente a partir de octubre. Pero, antes que nada, es esencial que tome verdadera dimensión de la profundidad de los problemas generados.
Saludos, Iván.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
Por otro lado, desde 2001, la deuda pública nunca bajó del 95% del PBI, incluso cuando una condición para ser parte de la eurozona es tener una ratio de deuda/PBI del 60% como máximo.
En la actualidad, asistimos a una nueva crisis de deuda y a un sinfín de negociaciones entre los distintos gobiernos griegos y el grupo de burócratas acreedores: el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea (“la troika”).
El último fin de semana, el premier griego, Alexis Tsipras pateó el tablero.
Convocó a un referéndum para darle al pueblo la opción de seguir aceptando las condiciones de la troika o bien rechazarlas. Y con el rechazo... bueno, después se veía. Podrían negociar mejores condiciones, o bien descartar de lleno el plan y entrar en default, ya que necesitan de más créditos de emergencia para poder hacer frente a los vencimientos de deuda.
La incertidumbre respecto de la continuidad de Grecia dentro de la Unión Europea, de un default inminente, y de un cada vez más probable abandono de Grecia de la moneda común hicieron que la gente se abalance sobre los cajeros automáticos en una desesperada búsqueda de euros en efectivo.
El domingo, el gobierno anunció un corralito bancario.
Sin embargo, dos días después, el miércoles por la mañana, despertamos con la noticia de que Tsipras accedía a la mayor parte de lo propuesto por la troika.
¿Y el referéndum? En fin...
Esto no hace más que mostrar un nuevo capítulo de la crisis griega, que ya lleva más de 5 años. Las sucesivas idas y venidas del gobierno (de todos los partidos) y los acreedores vienen generando una enorme incertidumbre respecto del futuro y del mantenimiento de las reglas de juego.
El temor a la salida del euro, de hecho, no es nuevo y es el temor, ni más ni menos, a la confiscación de los ahorros de la gente, ya que un regreso al Dracma (antigua moneda griega) representaría una megadevaluación que empobrecería a toda la población.
Es por esto que los depósitos del sector privado en los bancos vienen cayendo de una manera tan abrupta. Desde el comienzo de la crisis, la fuga de capitales se estima en EUR 98.000 millones hasta el mes de mayo según las estadísticas del Banco Central de Grecia. Otros EUR 4.000 millones se habrían fugado en junio.
A la luz de esta situación, es comprensible la comparación de Grecia con la Argentina de 2001. Es que, en esencia, lo que allí sucede es análogo alo que experimentó nuestro país hace 14 años: la combinación del desborde fiscal con una moneda no manipulable por el poder político.
Lo curioso, sin embargo, es que si bien la analogía es correcta, es todavía más interesante comparar el caso griego con el de la Argentina de hoy, ya que aquí también las similitudes son alarmantes.
Según cuenta Daniel Sticco del diario Infobae, el INDEC admite que los argentinos tienen USD 231.696 millones fuera del sistema productivo nacional. Es decir, o en cuentas en el exterior, o en “el colchón”. Esto equivale a USD 5.420 dólares por habitante.
Por otro lado, las propias estadísticas del Banco Central dan muestra de la fuga de capitales en nuestro país desde 2003. Con datos hasta el primer trimestre de este año, la entidad monetaria refleja que los argentinos compraron para llevar al extranjero o dejar en el colchón USD 95.567 millones.
Desde el comienzo de la presidencia de Cristina Fernández, ese monto ascendió nada menos que USD 78.300 millones, el 82% del total.
Y es aquí donde aparecen las similitudes con la Grecia actual. En el país heleno, el temor a la confiscación disparó una corrida contra los bancos por parte de la gente que prefiere la seguridad de tener los euros en la mano.
En nuestro país,el refugio por excelencia es el dólar, y lo que hizo la gente en estos años para protegerse fue comprar la divisa norteamericana.
La confiscaciónaquí también es una realidad palpable. El peso argentino pierde el 20% de su poder de compra cada año y el gobierno avanza no solo sobre la actividad económica privada, con expropiaciones y regulaciones, sino que también busca debilitar la división de poderes y la libertad de prensa.
Es cierto, la situación e Grecia se parece a la de Argentina en el 2001. Pero cuidado, porque también es verdad que la situación de Argentina en el 2015 se asemeja la de la Grecia actual.
Es mucho el trabajo que tendrá que hacer el nuevo presidente a partir de octubre. Pero, antes que nada, es esencial que tome verdadera dimensión de la profundidad de los problemas generados.
Saludos, Iván.
FUENTE: Publicado en Inversor Global - Newsletter semanal - Enviado por mail
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