Ante circunstancias determinadas por una acumulación de impotencia que se mezcla con la ira, se encienden las emociones más bajas, y el instinto social toma cuerpo en un número de personas que sienten igual, empatizando en un momento determinado. De pronto, se enardecen ante la realidad, produciéndose un efecto dominó para convertirse en una sola alma, que encuentra su eco en el resto.
Cuando el instinto más básico descoloca la razón incorporando como eje solo la fuerza, esta estalla como argumento. Y esa persona que en otro momento permanecería en silencio, tranquilo y observando, ahora grita, insulta, golpea e incita a otros a imitarlo.
El contagio es como un virus que enferma a cada uno, mimetizándose en la actuación del otro. Un aire hipnótico los envuelve y como movidos por una fuerza que los ciega, se transforma en un frente homogéneo que pierde toda individualidad, despersonalizándose para fusionarse con otras individualidades. Mc. Dougall dice que debe haber un patrón común, un interés común hacia un objeto común, donde los sentimientos de todos se unifiquen ante esa situación dada.
¿Por qué en masa el sujeto se transforma?
Le Bon piensa que “la aparición de los caracteres peculiares de las multitudes se nos muestra determinada por diversas causas. La primera de ellas es que un individuo integrado en una multitud, adquiere por el simple hecho del número, un sentimiento de potencia invencible, merced al cual pueden permitirse ceder al instinto que antes, como individuos aislados hubiesen refrenado forzosamente. Y se abandonará más gustoso a tales instintos, cuando por ser la multitud anónima y en consecuencia irresponsable, desaparecerá el sentimiento de responsabilidad poderosa y constante freno de los impulsos individuales”.
¿Cuáles son los elementos que caracterizan a las masas?
1) El potencial de fuerza;
2) El autoritarismo materializado;
3) La des individualización de los sujetos que lo forman;
4) El anonimato;
5) Se estrecha la mirada y la atención hacia un objetivo;
6) Se libera la ira contenida y sublimada.
La fuerza dinámica que los moviliza es a veces imposible de dirigir. La vemos desarrollarse y extender su acción en los estadios de futbol, en las manifestaciones sindicales, en los movimientos sociales y días atrás lo vimos en un avión de American Airlines, con destino a Miami, cuando al ex secretario legal y técnico, -del gobierno de la ex Presidente argentina Cristina Fernadez de Kirchner-, Carlos Zannini, fue “escrachado” dicen algunos, “repudiado” dicen otros, mientras era filmado con los celulares por improvisados camarógrafos que no querían perderse el bochornoso espectáculo. (Ver vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=JQVnhB1Pk-I )
Aquí vemos como se produce el choque de dos sentimientos que rivalizan en un momento, ganando el más negativo. Por un lado están las propias frustraciones -en el caso de Zannini-, ante la ineptitud y lentitud de la justicia que no ha hecho nada en una década sobre la tremenda corrupción del gobierno kirchnerista, y por otro lado, está el poder que el alma de la masa refuerza, y que de modo individual nunca sería alcanzado.
Gustavo Le Bon dice: “El más singular de los fenómenos presentados por una masa psicológica, es el siguiente: cualesquiera que sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el simple hecho de hallarse transformados en una multitud le dota de una especie de alma colectiva. Este alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por completo distinta de como sentiría, pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente”.
¿Cómo funcionan las masas?
1) Debe darse una situación especial;
2) Un líder valentón que incentive al resto;
3) Los miembros deben sentirse próximos unos a otros.
4) La excitación, los gritos, los cantos, las banderas que lo motivan, el uniforme, las remeras de los hinchas, los bombos, es parte del cuadro que los contagia.
5) La extensión del cuerpo de la masa se potencia. El grupo se hace grande y la fuerza centrífuga estalla.
Hay una imitación en el grupo primigenio. Y la imitación encuentra aprobación del resto. El lenguaje se identifica con la complacencia donde uno silba, el otro abuchea o insulta, se suman más y se eleva el nivel de agresión. A veces esta se amplifica desde la dramaturgia, la burla, las avalanchas, se lanzan cosas, se dañan y son dañados. Otras veces la muerte es el epílogo de la acción de la masa.
Así cuando esa “homogeneidad mental” sea más fuerte, más fácil será que se materialice la masa psicológica, y más fácilmente fluirá “el alma colectiva”, piensa Freud
Ludwig von Mises escribió “Cada uno carga una parte de la sociedad en sus hombros, ninguno puede descargar su responsabilidad en otros”. Entonces, ¿puede la masa psicológica descargar la responsabilidad de sus actos en el objeto que motiva su ira? ¿Acaso no somos responsables nosotros de nuestra propia realidad para rebelarnos ante las consecuencias de nuestras malas decisiones a la hora de elegir quienes nos representen? ¿No somos acaso culpables de que nuestros gobiernos sean corruptos? ¿No somos culpables de la justicia que tenemos? ¿No somos culpables de la crisis económica? Cada argentino carga sobre su hombro la sociedad que tenemos y que construyo, y el alma colectiva nos impulsa a “hacer lio” y elevar nuestro grito!
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