Política y economía de la redistribución de la riqueza
Por Eduardo Filgueira Lima (*)
La historia del pensamiento político nos muestra la
compleja relación existente desde siempre entre gobernantes y gobernados.
Diversos autores llamados “contractualistas” entendieron que a pesar de
diferentes concepciones del “estado de naturaleza”, las sociedades se
conformaron, aceptando siempre un contrato tácito, que colocaba a algunos en la
situación de líderes, monarcas o reyes – los gobernantes – y a otros plebeyos,
en situación de gobernados.
Los gobernantes detentaron el poder en representación de
la deidad en sus inicios y luego lo ejercieron por derecho propio, o heredado o
ganado por las armas.
Algunas interpretaciones incluso suponen que el contrato
se fundó en la necesidad de los agricultores y comerciantes (la plebe) de ser
protegidos de las agresiones y robos por los bandidos y contrataron a otros (mercenarios)
para que los protejan, a cambio obviamente de una paga: contribución o
porcentaje de sus ganancias (lo que se interpreta sería la primera forma en la
que se conciben los hoy denominados “impuestos”). Los mercenarios finalmente se
convirtieron en gobernantes.
Resulta evidente que la posición de unos y otros
resultaba diferente: ventajosa para los que poseían a fuerza, con el compromiso
de “cuidar” y mucho menos para los gobernados, que concedieron su libertad ante
la necesidad de sentirse seguros.
La historia nos muestra como progresivamente los
individuos iniciaron y continuaron sus luchas contra el absolutismo y la
discrecionalidad en el poder.
Las banderas que se esgrimieron fueron – desde la
ilustración escocesa – el de la libertad, que la suponía como oposición al
poder instalado y casi cien años más tarde – desde la revolución Francesa – la
referida a “la igualdad”, cuyo aparente sostén era la fraternidad (impreciso
término, que parece más incorporado por la vehemencia y expresión de deseos del
momento), que además supone complementar y alimentar al de igualdad.
En nuestros países – me refiero a Latinoamérica – estos
principios tuvieron gran repercusión fundacional, así como lo fueron los que
sustentaron los “Padres Fundadores” – en especial Jefferson y Hamilton[1]
– de la Revolución Americana.
Sin embargo los dos procesos siguieron caminos
diferentes: la Revolución Americana permitió una irrenunciable “separación en
los poderes del Estado”.
Mientras que la Revolución Francesa se inició con la
autoproclamación del tercer Estado enfrentando al sistema conocido como Antiguo
Régimen, pasó por diferentes períodos de luchas intestinas, se radicalizó llegando
a instaurar el denominado “Reinado del Terror” (1793-1794)[2],
bajo las directivas de M. Robespierre al mando de los Jacobinos y contrarios a
los Girondinos, aunque todo aquel que se supusiera que pensaba distinto al
régimen – aún próximo – era considerado
contrarrevolucionario, acusado de traidor y guillotinado.
La Revolución llega a su fin con el golpe de Estado de N.
Bonaparte en 1799.
Las ideas de libertad e igualdad llegaron de diversos
modos a nuestras tierras y aunque tienen significados diferentes, aún hoy
parecen rivalizar en el pensamiento político de nuestros días.
Pero paradojalmente una y otra se incorporan al discurso
político en similares condiciones – la clase política las utiliza como los paradigmas
deseables en una sociedad – y el ideario colectivo termina por considerarlas
complementarias, a pesar de no serlo y que en cierto sentidos la pretensión de
igualdad supone a su vez y en gran medida: limitaciones y diversos grados de
coerción a la libertad.
La igualdad supone en si misma que es posible y deseable
ante la ley,.. pero el discurso político omite – en muchos países de nuestra
región – esta limitación y exacerba el pensamiento de la “igualdad
económica”,.. porque ello le sirve para mantener su poder de adhesión de
grandes grupos postergados, con lo que a pesar del tiempo transcurrido el poder
de los gobernantes se sostiene hoy con falacias aceptables y creíbles para los
gobernados, lo que significa una forma y expresión de absolutismo ideológico:
la igualdad que se preconiza presupone que no existen motivos para que unos
tengan o posean más que otros.
Y ya sabemos el destino que han corrido aquellas naciones
que se embanderaron en el discurso de la igualdad.
Por su parte la defensa irrestricta de la libertad
encuentra otros fundamentos a pesar que cada uno encuentre las limitaciones
propias a la misma que impone la convivencia social. Por ejemplo: podría
circular por una calle en contra mano si hiciera un uso absoluto de mi libertad
desconociendo que existen reglas o instituciones que me imponen su respeto,
como facilitadoras de la convivencia.
Cuando se habla del ideario liberal se está hablando de
un liberalismo político (que incluye las libertades civiles y las individuales)
y de un liberalismo económico, los que no pueden escindirse. Cuando hablamos de
libertad podemos discutir "los alcances,
las formas, los modos y los límites de esa libertad", pero cuando hablamos
del derecho a la vida estamos hablando de libertad, cuando hablamos del derecho
a la propiedad privada estamos hablando de libertad y cuando hablamos del
"derecho individual de cada uno a la búsqueda de lo que considera - en su
prelación de preferencias - su propia felicidad", estamos hablando de
libertad, cuando hablamos de los derechos civiles estamos hablando de libertad.
Y en todos los casos partimos del principio de "respeto por la libertad
del otro" y reclamar para nosotros el mismo respeto.
Cuando hablamos de igualdad por el
contrario estamos diciendo que debemos transferir recursos de unos a otros, ya
que sabemos que de hecho: ni todos somos iguales, ni todos tenemos lo mismo.
El pensamiento Keynesiano (y con él la
socialdemocracia) ha penetrado profundamente en nuestra sociedad y muchos
"liberales" han tenido temores de sus propias ideas y se dejaron
llevar por el preconcepto de "la foto" en la economía, por lo que les
resulta difícil su defensa y por ese motivo las ideas colectivistas no
encuentran barreras efectivas para su avance o imposición.
Las ideas liberales nos resultan a priori como una manera
injusta de asignación de la riqueza. Todos los seres humanos somos diferentes
en particular en el orden de prelación de nuestras preferencias. Pero también
es cierto que somos iguales o semejantes en muchas otras cosas.
Por ejemplo a todos nos producen el mismo rechazo las
acciones o los actos o las consecuencias que consideramos “injustas”,.. Es
decir: a todos nos resulta inaceptable la injusticia !!
A todos nos molesta la injusticia,.. y
no es malo – sino todo lo contrario – que nuestro deseo sea remediarla,... pero
lo malo está en el camino – el medio – que elegimos, sin medir las
consecuencias. Así como suponer que son injustos los resultados cuando
responden a otras causas que la política no resuelve.
La existencia de grandes grupos de población en
situaciones de extremas carencias nos parece un acto de profunda injusticia Y
ello ha sido aprovechado por los políticos para incorporar en su discurso y en
el ideario colectivo la necesidad de la re-distribución de la riqueza y que
además esa situación se da como consecuencia de las ideas liberales: pues es el
mercado es el que asigna mal la riqueza !!
Entonces aparece el “papa” Estado que todo lo puede – que
como Robin Hood protege a los más necesitados – y sin importar los costos ni
las consecuencias alejadas: redistribuye la riqueza (que aunque en lo inmediato
pareciera beneficiar,.. en lo mediato destruye y deteriora).
Por supuesto no debemos
olvidar que la clase política tiene una alta responsabilidad en este proceso
porque – interesadamente – desde el poder pretende distribuir y re-distribuir
recursos a su antojo y arbitrario criterio.
Nada más adecuado para mantener y
perpetuarse en el poder que adoptar el pensamiento keynesiano[3],
quien preconizó el aumento del gasto público para incrementar la demanda
agregada, con lo que le dio a los gobernantes los instrumentos y el poder para asignar
los recursos y hacerlo indefinidamente desde su posición de poder en el
gobierno,.... (....)...... más aún en poblaciones con grandes necesidades y
pasibles de ser clientes,... (...) ¿Saben de donde sale la palabra
´clientelismo´?[4]:
de los Senadores Romanos que otorgaban ´favores ‘a sus seguidores que llamaban
´cliens´!!!!!
Por supuesto que existen otros elementos facilitadores
para este accionar: como contraparte la gente en
general, le teme a la libertad.
De acuerdo a la abundante información
existente dos procesos contrapuestos que se dan en diferente intensidad en
todos los seres humanos.
Por un lado una tendencia a la
"diferenciación", a asumir riesgos y a lograr su propio desarrollo[5],
con los esfuerzos y riegos que ello supone, pero siempre en ejercicio de su
libertad, poniendo en marcha todos los mecanismos que le son propios, sus
ideas, su creación, e innovación, etc. Pero siempre con el supuesto de “pasar
de una situación dada a otra que de acuerdo a sus preferencias consideren
mejor”[6]
, y ello supone el pleno ejercicio de su libertad.
Y
por otro lado una tendencia gregaria a la protección en el conjunto (un “colectivismo”
de cualquier tipo que sea), y en este punto E. Fromm en "El miedo a la
Libertad", ha hecho una referencia puntual a los efectos-causas del
nacionalsocialismo.
En sociedades en las que las
oportunidades son "un bien escaso" y el colectivo social ofrece la
alternativa aparentemente "solidaria" de un supuesto – erróneo –
" juntos es mejor!!!" y las dificultades de asumir riesgos que
ofrecen altas perspectivas de fracasos individuales inclinan la balanza hacia
el refugio en lo “colectivo” (aún a costa de la pérdida de las libertades
individuales) pero endulzadas con las ideas de solidaridad, fraternidad,
nacional y popular!!
Sin advertir que ello favorece y
mantiene el poder centralizado (monárquico-caudillezco).
Mientras que en las
sociedades en la que las oportunidades son mayores "muchos más
individuos" responden a los criterios de: 1) racionalidad, 2) un orden de
preferencias de prelación subjetiva y 3) la permanente intención de "pasar
de una situación dada a otra que consideran mejor", asumiendo los riesgos
que ello implica (mediante el ejercicio de su libertad,... la necesidad de
poner al servicio de su emprendimiento su capacidad e innovación – en forma
continua y creciente –,.. asumiendo la competencia y el riesgo presunto – o
posible – de "perder" en el intento).
Se parte que la libertad siempre implica
riesgos,.. siempre supone que uno elige ante cada opción,.. y lo hace todos los
días: ante cada circunstancia por insignificante que sea de su vida. Siempre y
en todo momento estamos eligiendo y lo hacemos en libertad.
Entonces, no es solo "miedo a la
libertad",.. o miedo al riesgo, también el incentivo está puesto en
"¿para qué si todo se nos brinda a la mano casi sin esfuerzo,.. si en el
grupo uno está aparentemente protegido,..?" así es que prevalece el
pensamiento colectivista y más aún en poblaciones con grandes necesidades y
pasibles de ser clientes,..(Cliens)".
Desde lo psico-neuro-biológico:
"toda la acción del ser humano se dirige en el sentido del ´ahorro´ o
también dicho en el sentido del menor esfuerzo, lo que algunos denominamos el
´by-pass´ del esfuerzo,..
Por ejemplo: si tengo que pensar es un
esfuerzo, (entonces miro TV o juego a Play Station); si tengo que mantenerme en
forma (Uffffffffffffff,.. el gimnasio y el esfuerzo que implica es una exigencia,
así que me quedo en mi casa, me tiro en un sillón y con una cerveza miro
futbol),.. si tengo que estudiar me pongo escusas y si tengo que bajar de peso
me oculto las “fugas” y esas extras me mantienen igual aunque después me queje
que no baja el fiel de la balanza.
Son muy pocos los que superan la idea
que sin esfuerzo y riesgo pueden mejorar y crecer,... Además ¿para qué si el
riesgo es alto, las oportunidades son escasas y con todos parece que puede
obtener todo?,. y es así que resignan su libertad en el falso refugio del
conjunto que declama la igualdad!!!
Por otro lado nos encontramos con el "el
binomio supuesta ´abundancia natural vs. escasez artificial´ frente a una
realidad contraria de ´escasez natural vs. abundancia artificial´"[7]
que es un denominador común en nuestra sociedad.
¿Qué mejor que esa supuesta ´abundancia
natural´ (inagotable y que indefinidamente) proveen sin esfuerzo ni riesgos?,…
Si en estas condiciones no se necesita hacer nada para recibir un supuesto
mínimo – que aunque afecte la libertad y dignidad – es solo a cambio de una
libertad cuyo ´valor´ es subjetivamente un bien menor !!!
Por lo mismo desde la psico-neuro-biología:
ley ´del menor esfuerzo´ !! lo que es consecuente con una última realidad: ´el
mayor fracaso´ (individual y por agregación social) !!
“La discusión en torno a la desigualdad, la idea según la cual si alguien posee
ventajas que no son producto de sus "méritos", entonces no las merece
y por tanto tiene la obligación de compensar a aquellos de menor fortuna”.[8]
Esta postura es altamente destructiva
para todos los individuos de una sociedad y en especial para la libertad
individual que debe subordinarse a los supuestos derechos colectivos, porque
implícitamente justifica la actitud de coerción sistemática del Estado, que es
el que puede y debe quitar a unos para dar a otros.
Pero las consecuencias finales son que
tanto pierden los unos como los otros, porque a los primeros les quita
incentivos para generara riqueza y a los otros les otorga solo una mínima
superación del hoy pero les roba el futuro !!
Si es cierto que es injusto que algunos
alcancen apenas a la subsistencia, pero no es injusto que unos tengan más que
otros, ya que es el resultado y consecuencia de múltiples decisiones libres,
así como del azar, esfuerzos y acciones de cada quien.
El problema central es de las
oportunidades que en cada circunstancia podrán ser “facilitadoras” o no, pero
si son producto del azar y de las políticas públicas que si el Estado debiera
proveer con eficiencia,.. como por ejemplo (y entre muchas otras): salud,
educación ,… Que si son capaces de brindar y mejorar las oportunidades, para
que cada uno elija en libertad su mejor opción de vida.
Muchos autores han trabajado sobre esta
cuestión de las necesidades básicas y su satisfacción, denominadas "de
supervivencia" (entre otros D. Braybrooke), pero en ningún caso se
menciona que ellas deban ser "provistas", sino "conseguidas a
pesar de las diferencias y en la medida que se alcance a satisfacerlas".
El axioma praxeológico que determina que
los hombres prefieren unas cosas a otras solo refiere la subjetividad de las
preferencias, es decir: no todos desean lo mismo, e implica que no todos deban
tener lo mismo y en la misma cantidad. Los hombres tienen preferencias que son
subjetivas y no todos se encuentran en igualdad de condiciones para
satisfacerlas y no es el Estado quien deba hacerlo porque finalmente
desincentiva a todos y asigna peor.[9]
La libertad más grande de la
que puede gozar un pobre es la de dejar de serlo. Y esa libertad sólo el
liberalismo se la ofrece….”[10]
Ingresar por esta vía a la
interpretación de "las limitaciones a la libertad por la restricción de
ingresos" (A. Sen) sería lo mismo que las restricciones a su libertad (como
por ejemplo las que eventualmente tiene un propietario de un automóvil antiguo
para llegar a tiempo a sus tareas): a nadie se le ocurre re-distribuir automóviles
como medida compensatoria,.. si, por el contrario, intentar mejorar su
condición para que sus oportunidades de vida le sean más accesibles: generar
riqueza y que un día llegue a cambiarlo por uno mejor, si esa es su
preferencia,.. sin por ello pretender igualar a los demás.
La redistribución intenta
igualar, pero lo hace hacia abajo: la sociedad en su conjunto se ve
perjudicada.
Pero no solo nuestra
sociedades – en general casi todas – han sabido "vender bien" y la
medida del discurso político las ideas “igualitaristas” y en virtud del erróneo
concepto de que los intercambios son de suma cero. Es decir que lo que uno gana
es porque otro lo pierde.
En ese aspecto cabe pensar
que los que tienen más, lo tienen como resultado de transacciones en las que
obtuvieron ganancias a expensas de los menos favorecidos y ello supuestamente
amerita la redistribución, reafirmando el discurso.
En realidad todo intercambio
es de suma positiva ya que cada uno obtiene lo que desea y suma lo que
considera su propio beneficio, es decir que en los intercambios cada uno gana
en función de su propia perspectiva, deseos y expectativas.
De los intercambios cada quien
saca lo que desea o necesita o privilegia: pero ambos ganan lo que quieren.
Por ello: “la libertad no es una implantación exótica y
corruptora que una sociedad subdesarrollada no debe permitirse, es una
condición previa para crear riqueza suficiente que permita remediar las
necesidades básicas y otras crecientes !!!!!!” (T. Nagel)
De esta forma podemos
comprender que en una sociedad libre, donde la libertad sea un bien
irrestrictamente respetado, cualquier individuo – en libertad (sin coacción) –
puede permitirse "la búsqueda" de las satisfacción de sus necesidades
básicas inicialmente y con posterioridad ir superando escollos para satisfacer
crecientes demandas, expectativas y preferencias. pero ello requiere de su
esfuerzo personal y tener las condiciones que le permitan las oportunidades a
las que pueda acceder !!
No es el Estado el que debe
realizar el trabajo.
Los gobiernos usufructúan
por el mecanismo de la intermediación el supuesto beneficio de la
re-distribución, se transforman así en “benefactores sociales” (los derechos
sociales prevalecen sobre los derechos individuales), porque los
costos los pagarán otros a futuro. Asumen que representan el bien común[11] y en realidad, para
sostener el gasto en una espiral inflacionaria por lo expansiva, acorde a las
demandas, deben incrementarlo echando mano a todos los recursos disponibles.
Nos persuaden con el eufemismo de lo nacional, de
lo que nos pertenece a todos, pero lo cierto es que los únicos que hacen uso y
abuso de aquello que en teoría nos mancomuna, no es ni más ni menos que el
propio Estado.[12]
Cuando se quiere
"distribuir equitativamente la riqueza se termina en sistemas
totalitarios" (tal como vimos herencia de los principios de la Revolución
Francesa). La pretendida igualdad es un mito que solo sirve al discurso de los políticos.
Pero las consecuencias son
más graves aún: la intervención del Estado cuando se alteran los incentivos, no
se tienen reglas claras y estables – decimos: estabilidad jurídica – no se
cumplen los contratos (Ej. se expropian empresas, etc.) las perspectivas de
inversión caen, la producción disminuye, el empleo privado entra en riesgo y o
crece el empleo no declarado o el Estado incorpora o subsidia al desempleado.
Resumen: la tasa de
capitalización (ahorro e inversión) disminuyen y el Estado debe crecer
desmedidamente para cubrir todas las brechas. Y el elefantiásico tamaño del Estado aumenta y necesita combustible para
seguir funcionando.[13]
Finalmente no es el mercado
sino el Estado el que asigna ineficientemente. Y no tenemos que ir muy lejos para comprobarlo.
Baste analizar las políticas públicas, ineficientes, en franco deterioro y que agravan
las inequidades cuando se establecen desde el Estado por su fragmentación,
distorsión geográfica (algunas regiones tienen todo mientras otras no alcanzan
lo mínimo), desfinanciamiento y calidad de sus servicios. etc.
No reniego que el Estado las
realice, pero no con criterios de dádiva redistributiva, sino con el de “acercarlas”
a las reales necesidades de la gente, lo que si ofrecerían oportunidades de
mejora, si su diseño fuera en forma de subsidiar esa demanda. La gente encontrará
rápidamente y sabrá entonces encontrar el camino para apropiarse de los
beneficios.[14]
Y cuando hablo de ofrecer y
acercar oportunidades me refiero a “poner la manzana” cerca de que la necesita y
elija comerla. Este solo hecho disminuirá las diferencias y cohesionará la sociedad,
en base a un “acto justo”, no desde lo moral, sino desde la satisfacción de la necesidad
concreta. Y disminuir la brecha no significa “igualar”, que considero una
utopía por lo imposible e innecesario.
Acaso ¿puede pensarse sinceramente que
el Estado – en nuestro país – ha asignado bien a pesar de las "cajas de
las que se ha apropiado "?,.. ¿O que la situación de los – más
desfavorecidos – ha cambiado algo?,.. Para no ir tan lejos: ¿puede pensarse que
la re-distribución por medio de los planes sociales ha significado un cambio
sustantivo (de mejora) en las condiciones de vida de los más necesitados?,..
solo les permite superar a duras penas "el hoy",.. pero no les
permite enfrentar el futuro !!!!
Nuestro país es un enorme desierto que
produce menos de lo que potencialmente podría y solo depende de unos pocos
bienes primarios de producción y de un pobrísimo intercambio,... y cada vez
menor a medida que nos aislamos del mundo y se imponen restricciones en la
balanza de pagos.
Las restricciones en los intercambios terminan
beneficiando a unos pocos que se convierten en monopólicos, determinan los
precios y además son protegidos mediante aranceles o subsidios. Las diferencias
en los precios, tanto como el gasto lo pagamos todos los argentinos.
Nuestro país es un claro ejemplo de una economía sin rumbo,
con medidas circunstanciales y cuyas consecuencias pretende paliar mediante la redistribución.
Lo que la clase política no entiende es que la única
salida es con seguridad la más difícil: generar más riqueza, que permita a
todos apropiarse de ella en diferentes momentos y de diferentes formas, de
acuerdo a las posibilidades de cada uno. “Agrandar la torta” es el camino que
permite igualar “hacia arriba”.
En vez de las políticas keynesianas de incremento del
gasto público – que genera una falsa sensación de bienestar – que se basa en el
consumo, en la creencia que la demanda orienta la oferta (contraviniendo la ley de Say). Sin prever que a
largo plazo alguien pagará la fiesta.
La inflación es solo un síntoma del camino errado: “….la existencia de
inflación supone menores posibilidades financieras de las empresas a la vez que
presenta ingresos ilusorios. Las inversiones a corto plazo se sobrevaloran por
sobre las de largo plazo. Así es como las economías inflacionarias engendran
una mayor tasa de riesgo que hace caer el nivel de inversión, atentando así
contra las perspectivas futuras.,,,”[15]
Así pues se hace inevitable la crisis y cierre del ciclo económico: la normalización de la economía sólo puede
llegar cuando el nivel de inversiones se ajuste al nivel de ahorro real de la
economía.[16]
El comportamiento liberal es
el que se corresponde con una democracia: que tal como la entendemos es la
facilitación de acuerdos entre grupos e individuos que piensan distinto o
tienen diferentes intereses.
Pero para que ello sea
posible es necesario prestarse al debate lógico de las ideas, con mutuo
respeto, también para las más inverosímiles y aún a sabiendas que existirán
quienes – dogmáticos o fanáticos – no procederán de manera recíproca e
intentarán imponerse por cualquier medio, por más brutal e irracional que sea.
Es un defecto y no una virtud
el que no se concedan espacios para los acuerdos o el debate aún ante opiniones
(necesariamente) opuestas o con matices que ofrecen diferentes alternativas.
Tanto como desmerecer o descalificar las opiniones distintas por el solo hecho
de serlo.
La justicia solo es la que impone la
supuesta mayoría (que puede construirse rápida aunque a veces
transitoriamente). Pero esa legitimidad se la puede esgrimir indefinidamente
porque es para defender las banderas que le dieron origen: la re-distribución
de la riqueza, la lucha contra las oligarquías (y entrando en el campo de la
devaluación de quienes deberían ser coactivos en el constructo social): los
enemigos,... los oligarcas,… que
inevitablemente se los identifica con el liberalismo – en un tan fácil, como
interesado análisis – son los anti-patria y lo antipopular !! Afortunadamente
hoy no existe la guillotina, aunque si múltiples formas de descalificación y
abuso desde el poder.
El liberalismo económico
está indisolublemente ligado al político, la confrontación se ha dado porque el
pensamiento Keynesiano (y la socialdemocracia) ha penetrado profundamente en
nuestra sociedad, muchos "liberales" han tenido temores de sus
propias ideas y se dejaron llevar por el preconcepto de "la foto" en
la economía, olvidándose que en realidad es una película. Muchos creyeron que
el mercado no corregía las injusticias sino que las provocaba y mantenía: se
quedaron con la foto y no pensaron en que la libertad de mercado todo funciona como
una película que permanentemente tiende de manera asintótica "al
equilibrio".
Las sociedades que mantienen los esquemas redistributivos
disminuyen la cohesión
social: se incrementan la disgregación y confrontación – tal como vemos en
nuestra sociedad – y que fuera preconizado como parte del proceso político.[17]
Esta es la estrategia preferida de los gobiernos
populistas.[18] Pero
las consecuencias esperadas no son las deseables para maximizar el bienestar
general.
Desde la Ilustración Escocesa la lucha por la liberación
contra el absolutismo monárquico ha sido una constante. Los tiempos han
cambiado y las variantes han sido muchas, pero todavía – a pesar de los ideales
liberales de nuestros próceres – no ha sido resuelta la relación entre
gobernantes y gobernados. A pesar del tiempo transcurrido el ejercicio del
poder por los gobernantes solo ha cambiado el ropaje.
Resulta obvio pero es necesario destacar que resulta
mucho más factible poner límites en los países en donde existe un mayor control
republicano.
Hoy seguimos luchando porque más allá de los intereses
políticos populistas se nos responda con políticas que nos permitan alcanzar
las condiciones del país que una vez intentamos ser.
Buenos Aires, 20 de Diciembre de 2012
Referencias:
Referencias:
[1] Morris, R. B. Seven
Who Shaped Our Destiny: The Founding Fathers as Revolutionaries (New York: Harper & Row, 1973)
[2]
Secondat de Montesquieu, I. “Les politiques de la Terreir”
(1793-1794). http://calenda.org/189936
(2005)
[3]
Keynes, J. M. “Teoría General del empleo el interés y el dinero” (1936)
[4]
Nota: “Clientelismo” relación dióxica (o por intermediación) para
obtener beneficios de un dador con poder a cambio de fidelidad en el voto y
consideración política. Sistema de
protección y amparo asegurado por quienes tienen poder a los que se someten a
ellos y sirven a sus fines.
[5]
Montaner, C. A. “Las falacias del igualitarismo” (2012)
[6]
Mises, L. “La Acción Humana: Tratado de Economía” (1949)
[7]
Boragina, G. Comunicación en intercambio via Linkedín “El Liberalismo en la
Argentina” (2012)
[9]
Nozik, R. “Anarquía, Estado y utopía” (1974)
[10]
Boragina, G. Ibíd.
[11]
Filgueira Lima, E. http://www.academia.edu/1303337/Los_riesgos_del_Bien_Comun
[13]
Diaz Villanueva, F. “Más gastos, más impuestos, menos crecimiento” (2012)
[14]
Filgueira Lima, E. “El Sistema de Salud en la Argentina y los fracasos en sus
intentos de reforma” http://www.academia.edu/1914285/El_Sistema_de_Salud_en_la_Argentina_y_los_fracasos_en_sus_intentos_de_reforma
[15]
Perazzo, F. Íbid
[16]
Ravier, A. “El debate entre Hayek y Keynes, actualizado” (2011) (Citando a
Hayek)
[17]
Schmidt, C. “El concepto de lo político” (1936)
[18]
Laclau, E. “Debates y combates” (2008)
(*) Dr. Eduardo Filgueira Lima
Magister en Sistemas de Salud y Seguridad Social
Magister en Economía y Ciencias Políticas
Director del CEPyS
ENVIADO POR MAIL POR SU AUTOR
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