martes, 8 de septiembre de 2015

Amor a la Patria o Chauvinismo

Por el Dr Aníbal Hardy
La situación actual del país tiene a los argentinos por demás acongojados, ante la pobreza, corrupción, inseguridad, travestismo político, fraude electoral etc., por lo que muchos son pesimistas al no ver salidas honrosas a la actual crisis en la dirigencia política, y menos que en el horizonte se vislumbren buenas perspectivas. Ante estas tristezas algunos se confunden y no saben si con tantos hechos inmorales, críticas internacionales, etc. a su país, quieren o no a su Patria o están resentidos con ella.
Con esta perplejidad, para levantar un poco el ánimo ante estas verdaderas tribulaciones de la ciudadanía, es bueno saber que la condición esencial para poder amar algo, es conocerlo. A la Patria mal se la puede amar si no se la conoce. La Patria se compone de nuestro suelo, nuestro paisaje, del recuerdo de nuestros próceres y de nuestras tradiciones; pero también es algo más. Ese algo más es al mismo tiempo tradición y unidad. O sea, un doble vínculo simultáneo: con la tradición histórica de las generaciones que nos han precedido y las que vendrán, y un vínculo con todos los hombres del país, nuestros contemporáneos. Y es todavía un poco más: Es la conciencia de que este grupo de personas que, sea por nacimiento o por inmigración o por otras causas, están relacionadas entre sí.
Como cristianos tenemos, según los planes de Dios, una misión, un destino, una empresa colectiva en este mundo y en la historia. De esto surgen los deberes que tenemos hacia la Patria: Cuatro son las principales virtudes cristianas que se relacionan de cerca con la Patria: 1.-La piedad, que nos inspira la veneración a la Patria en cuanto principio secundario de nuestro ser, educación y gobierno; por eso se dice que la Patria es nuestra madre. 2.-La justicia legal, que nos hace considerar su bien como un bien común a todos los ciudadanos, que todos tenemos obligación de fomentar. 3.-La caridad, que nos obliga a amar a nuestros semejantes, empezando a los que estamos ligados por vínculos de sangre, familia, y nacimiento. Y, 4.- La gratitud, por los inmensos bienes que ella nos ha proporcionado y continuamente nos presta. Todas estas virtudes pueden abreviarse bajo el término “patriotismo”, que no es otra cosa que “el amor y la piedad hacia la Patria en cuanto tierra de nuestros mayores o antepasados”.
El patriotismo también se manifiesta principalmente por: El amor de predilección sobre las demás naciones. El respeto y honor hacia su historia, sus tradiciones, sus instituciones, su idioma, sus símbolos. El servicio: como expresión efectiva de nuestro amor y veneración. El servicio de la Patria consiste principalmente en el fiel cumplimiento de sus leyes legítimas, especialmente aquellas que son necesarias al crecimiento y engrandecimiento; y también en el desempeño desinteresado y leal de los cargos públicos que exige el bien común; en las Fuerzas Armadas, etc. Finalmente se manifiesta en la defensa contra sus perseguidores y enemigos interiores o exteriores: en tiempos de paz, con la palabra o con la pluma, en tiempos de guerra defendiéndola con las armas y si es necesario dando la vida por ella.
Al verdadero patriotismo se oponen dos vicios: Por exceso, el llamado chauvinismo, o patrioterismo. Este vicio, no importa el nombre que se le dé, consiste en ensalzar desordenadamente a la propia Patria como si fuera el bien supremo, incluso por encima de la fe, y desprecia los demás países injustamente e incluso con injurias de hecho. Algunas de sus manifestaciones son la xenofobia, la discriminación racial, la idolatrización de los símbolos o elementos patrios. Por defecto, tenemos el internacionalismo de los hombres sin Patria que desconocen la suya con el falso argumento de ser ciudadanos del mundo. Su forma más radical y peligrosa, por sus derivaciones filosóficas y sociales, ha sido el “internacionalismo comunista”, inspirado en la doctrina de Marx.
En conclusión: También tiene la Patria sus miserias que las debemos curar entre todos, nada es perfecto en este mundo de imperfecciones, tenemos nuestras lacras que las deberemos ir superando con esfuerzo y sin desmayos. Al tener los argentinos un origen cristiano, para resucitar a un pueblo postrado, afligido, no hacen falta muchas personas; este tipo de “cosas grandes” es, como la historia lo demuestra, tarea de pocos. Formémonos, pues, y formemos a los que sean nuestro entorno. Y confiemos.
La patria somos los argentinos, y donde haya un argentino luchando contra los abusos del poder, ahí está la Patria.
Abogado - Desde Formosa - 
ENVIADO POR SU AUTOR

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