COLUMNISTA
"Tan cierto es que los socialistas consideran a la humanidad como materia destinada a combinaciones sociales, que si por casualidad no están muy seguros del éxito de aquellas combinaciones, reclaman por lo menos una porción de humanidad a titulo de material de experimentación: es bien sabido cuán popular es entre ellos la idea de experimentar todos los sistemas, y se ha visto a uno de sus jefes llegar a la asamblea constituyente a pedir con toda seriedad que se le diera una comuna con sus habitantes, para realizar su ensayo. Así procede todo inventor que fabrica su máquina en pequeño antes de realizarla en grande. Así el químico sacrifica algunos reactivos, y el agricultor sacrifica ciertas semillas y un rincón de su terreno para ensayar una idea. ¿Pero qué distancia separa al jardinero de sus árboles, al inventor de su máquina, al químico de sus reactivos, al agricultor de sus semillas? El socialista cree de buena fe que la misma distancia es la que lo separa a él de la humanidad. No hay que asombrarse de que los escritores del siglo XIX consideren la sociedad como una creación artificial salida del genio del legislador. Tal idea, producto de la educación clásica, ha dominado a todos los pensadores y a todos los grandes escritores de nuestro país. Han visto entre la humanidad y el legislador la misma relación que existe entre la arcilla y el alfarero. "[1]
Estas luminosas palabras escritas por el fenomenal Frédéric Bastiat a mediados del siglo XIX han sido premonitorias de lo que ha vivido el mundo, no sólo en la época en las que fueron escritas sino que se consolidaron con mayor fuerza y vigor en el siglo siguiente y el actual. Es que el ingeniero social -aquel que está convencido que puede moldear a la sociedad su antojo- nace fundamentalmente en la escuela primaria, se lo reafirma en tal dirección en la secundaria, y se lo consagra como tal en la educación universitaria. Hoy podemos decir sin lugar a dudas que nuestras escuelas y universidades son fábricas de ingenieros sociales, y a estos los encontramos en todas las carreras, no exclusivamente en las destinadas a ingeniería, sino -y sobre todo- en las disciplinas referidas a las ciencias sociales. En particular, los ingenieros sociales destacan en dos carreras bien demarcadas a saber : las de ciencias económicas y jurídicas. Creemos que por mucha distancia el grueso de los ingenieros sociales se hallan entre las filas de los economistas y de los abogados.
Tampoco se equivoca el genio de Bastiat cuando no duda en identificar a los ingenieros sociales (aunque no los llame de este modo aquí) con los socialistas. Va de suyo que, entre socialismo e ingeniería social existe la misma relación que entre género y especie. La segunda es natural consecuencia del primero, caso contrario el socialismo no tendría manera de operar si no controla y dirige a su antojo a los individuos que componen la sociedad y con ellos a la sociedad en todo su conjunto. No pueden escindirse uno de la otra, sino que son como los dos pares del par de zapatos. Muchos profesionales de las carreras mencionadas antes, se sorprenderán genuinamente de saber que sus ideas dirigistas están inspiradas en el socialismo y el comunismo a los que de continuo "niegan" pertenecer ideológicamente. Sin embargo, no hay escapatoria posible. Y por ello, Bastiat lo explica con meridiana claridad.
"Una vez que esté en la pendiente en cuestión, ¿por lo menos gozará la sociedad de alguna libertad? Por supuesto. ¿Y qué es la libertad, según Louis Blanc? : “Digámoslo una vez por todas: la libertad no consiste sólo en el derecho concedido, sino en el poder, dado al hombre para que lo ejercite, de desarrollar sus facultades, bajo el imperio de Injusticia y bajo la salvaguardia de la ley. Y no se trata de un distingo sin importancia: tiene un sentido profundo y son inmensas sus consecuencias. Porque si se admite que para ser verdaderamente libre el hombre necesita el poder de ejercitar y desarrollar sus facultades, resulta de ahí que la sociedad es deudora con respecto a cada uno de sus miembros, en cuanto a proporcionarles una educación adecuada, sin la cual el espíritu humano no puede desenvolverse, les debe también los instrumentos de trabajo a falta de los cuales la actividad humana no puede seguir su curso. Ahora, ¿por intervención de quién, si no es el Estado, puede la sociedad dar a cada uno de sus miembros la instrucción adecuada y los necesarios instrumentos de, trabajo”. Es así que la libertad es el Poder. ¿En qué consiste tal poder según Blanc? En poseer la instrucción e instrumentos de trabajo. ¿Quién habrá de dar la instrucción y los instrumentos de trabajo? La sociedad que al respecto es deudora. ¿Por intervención de quién dará la sociedad los instrumentos de trabajo a quién no los posee? Por intervención del Estado. ¿A quién habrá de quitárselos el Estado? Corresponde al lector dar la respuesta y ver a dónde desemboca todo esto.<"[2]
Resulta notable como los dirigistas de hoy en día utilizan el mismo falaz "argumento" que empleaba Blanc en el siglo XIX, lo que demuestra la caducidad de sus ideas que sin embargo no dudan en presentar como "progresistas", y el rechazo o la más profunda ignorancia (lo mismo da a los efectos prácticos) en relación a las ventajas de la libertad individual, es decir una libertad donde la única dirección dada es la del propio individuo interesado en ella. Revela la cita de Bastiat el ansia que ya poseían los hombres de su época por dominar y dirigir los espíritus y haciendas ajenos, con palabras disfrazadas de "nobles ideales" y de las "mejores" intenciones. No es difícil en nuestra época actual escuchar un discurso semejante al de Blanc en las aulas de las escuelas, colegios y universidades. Es de esta manera en que se indoctrina a los estudiantes para convertirlos en futuros ingenieros sociales que dominen y encaucen a la sociedad hacia adonde ellos (y no los individuos que la componen) decidan que deben dirigirse, violando todas las libertades individuales. En las palabras de Blanc se encuentra la base del espíritu totalitario, de la dominación absoluta, del aplastamiento total al individuo, en una palabra la esencia del socialismo en su máxima expresión.
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[1] Frédéric Bastiat. La Ley. Edición del Centro de Estudios Económicos-Sociales de Guatemala (www.cees.org.gt.) pág. 15
[2] Bastiat F. La ley. Ob. Cit. Ídem pág. 26
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