Si le digo que los argentinos somos conservadores, no hay nada nuevo bajo el sol.
Pero, ¿qué pensaría si le cuento que hay alternativas conservadoras que son rentables? Y por rentables no sólo me refiero a rendimientos mayores a cero. Hablo de ganancias que saltan la valla de la devaluación y también de la inflación.
No son los plazos fijos, claro. Tampoco se trata de acciones debido a que involucran mayores riesgos.
El balance ideal entre riesgo y retorno para un inversor conservador está en los títulos públicos o bonos.
Antes de avanzar, me propongo a describirle qué es un bono.
La definición de manual dice que es una obligación financiera de una entidad pública —o privada— que promete devolver el dinero prestado. Esa devolución del capital se pauta en un lapso determinado de tiempo y se le agrega una compensación que se llama cupón o renta.
En términos llanos, quien invierte en un bono está comprando el derecho de cobrar una deuda asumida por el Gobierno —en cualquiera de sus niveles— o por una empresa, más un interés.
Además, esa obligación tiene un precio de mercado. Es decir, ese “pagaré” cotiza en la Bolsa en función de la oferta y la demanda.
La particularidad de este tipo de instrumento es que el inversor conoce de antemano cuál será el flujo de dinero que genera el título, ya que las condiciones quedan detalladas en el prospecto de la emisión. Por eso, los bonos pertenecen a la familia de activos de renta fija.
Pero, ¡atención! Conocer por anticipado los pagos no garantiza el cobro. Los bonos tienen una serie de riesgos asociados, entre los cuales se encuentra el dedefault o cesación de pagos.
No obstante, tener certidumbre sobre el cronograma estipulado de cobros es un aspecto más que positivo, en particular en períodos de extrema volatilidad.
Los títulos públicos, en consecuencia, tienen precios más estables que otras inversiones más fluctuantes como pueden ser las acciones.
Asimismo, los bonos tienen volúmenes de operaciones —tanto en cantidad como en montos— mucho más grandes que el resto de los instrumentos.
Preste atención a este dato: en agosto, el 69% del monto negociado diario de la Bolsa fue explicado por valores públicos.
El monto negociado promedio en bonos supera los $ 2.000 millones diarios. Esto es 12 veces más que el dinero que mueven las acciones en una jornada. Así, la liquidez es un aspecto relevante que los diferencia del resto de las alternativas.
Resumiendo, estamos en presencia de inversiones de renta fija con, al menos, tres rasgos que tranquilamente pasan el tamiz del filtro conservador:
tenemos certidumbre en cuanto a las fechas de pago,
vemos relativa estabilidad de precios y
son instrumentos líquidos —permiten entrar y salir con facilidad—.
La renta fija picó en punta
Veamos cuál fue la performance de estos activos, considerándolos como un todo. Para ello, empleo el Índice de Bonos que elabora el IAMC, que incluye tanto las alternativas en pesos como en dólares.
En lo que va del año, los precios de los bonos subieron un 22% en su conjunto. Esto es casi 8 puntos porcentuales por encima de la inflación acumulada de este año.
En otras palabras, el capital valorizado a través de bonos hoy compra más bienes que en diciembre del año pasado.
Este rendimiento, incluso, puso la renta fija por encima de las inversiones conservadoras por excelencia de los argentinos: el plazo fijo y el dólar —con retornos de 15% y 12%, respectivamente. Es más, en solo 8 meses, los títulos públicos ya nos pagaron un poco más de lo que un plazo fijo retribuye en todo un año.
Sin ser algo demasiado sofisticados, los bonos fueron negocio, incluso cuando comparten muchas características con el dólar y los depósitos a plazo fijo.
Podemos encontrar bonos en dólares, cuyos precios siguen al dólar financiero de la Bolsa —como lo es el Boden 2015. Vemos bonos que pagan en pesos ligados a la tasa variable de interés de los plazos fijos mayoristas (BADLAR) y a las de las Letras del Banco Central (LEBAC). Y también están los más recientes bonos dollar-linked, que pagan en moneda local pero están atados a la devaluación del tipo de cambio oficial (*).
¿Estamos aprovechando el potencial de los títulos públicos?
En Inversor Global quisimos indagar sobre cómo invierten nuestros lectores. Queríamos saber si están aprovechando efectivamente el potencial que se ve en instrumentos como los bonos.
Casi 700 visitantes de nuestro sitio dieron su veredicto a través de una encuesta.
La pregunta a responder era: ¿cuál es la herramienta más utilizada por el inversor argentino para proteger sus ahorros en el tiempo?
Las opciones eran: dólar – plazo fijo – títulos públicos – acciones.
Los resultados fueron insoslayables. El 73% de los ahorristas intenta proteger su capital con dólares (55%) o plazos fijos (18%). Esto significa que 3 de cada 4 personas encuestadas se inclina por instrumentos que, en los hechos, pierden contra la inflación.
Sólo el 15% de los encuestados afirmó que invierte en bonos. Las acciones, últimas en consideración, cosecharon el 12% de los votos.
La mayoría de los argentinos apostamos por los caballos perdedores, aunque no voluntariamente. El temor y el desconocimiento juegan un rol clave para entender qué hay detrás de ese comportamiento.
La historia nos castigó demasiadas veces por arriesgar o simplemente por confiar en el peso. La susceptibilidad está en nuestro ADN.
Déjeme decirle que esto tiene solución porque se corrige con una diversificación adecuada.
Lo que usted no puede permitirse es ignorar las ventajas de la Bolsa. Los bonos son una pequeña muestra de las bondades que le aguardan en los mercados, aun siendo conservador.
Por desconocimiento, no se prive de hacer rendir mejor sus ahorros. Antonio Machado lo resume muy bien…
“Todo lo que se ignora, se desprecia”. Por una nueva inversión exitosa, Nery
Publicado en el Inversor Global - Newsletter semanal - enviado por mail
Pero, ¿qué pensaría si le cuento que hay alternativas conservadoras que son rentables? Y por rentables no sólo me refiero a rendimientos mayores a cero. Hablo de ganancias que saltan la valla de la devaluación y también de la inflación.
No son los plazos fijos, claro. Tampoco se trata de acciones debido a que involucran mayores riesgos.
El balance ideal entre riesgo y retorno para un inversor conservador está en los títulos públicos o bonos.
Antes de avanzar, me propongo a describirle qué es un bono.
La definición de manual dice que es una obligación financiera de una entidad pública —o privada— que promete devolver el dinero prestado. Esa devolución del capital se pauta en un lapso determinado de tiempo y se le agrega una compensación que se llama cupón o renta.
En términos llanos, quien invierte en un bono está comprando el derecho de cobrar una deuda asumida por el Gobierno —en cualquiera de sus niveles— o por una empresa, más un interés.
Además, esa obligación tiene un precio de mercado. Es decir, ese “pagaré” cotiza en la Bolsa en función de la oferta y la demanda.
La particularidad de este tipo de instrumento es que el inversor conoce de antemano cuál será el flujo de dinero que genera el título, ya que las condiciones quedan detalladas en el prospecto de la emisión. Por eso, los bonos pertenecen a la familia de activos de renta fija.
Pero, ¡atención! Conocer por anticipado los pagos no garantiza el cobro. Los bonos tienen una serie de riesgos asociados, entre los cuales se encuentra el dedefault o cesación de pagos.
No obstante, tener certidumbre sobre el cronograma estipulado de cobros es un aspecto más que positivo, en particular en períodos de extrema volatilidad.
Los títulos públicos, en consecuencia, tienen precios más estables que otras inversiones más fluctuantes como pueden ser las acciones.
Asimismo, los bonos tienen volúmenes de operaciones —tanto en cantidad como en montos— mucho más grandes que el resto de los instrumentos.
Preste atención a este dato: en agosto, el 69% del monto negociado diario de la Bolsa fue explicado por valores públicos.
El monto negociado promedio en bonos supera los $ 2.000 millones diarios. Esto es 12 veces más que el dinero que mueven las acciones en una jornada. Así, la liquidez es un aspecto relevante que los diferencia del resto de las alternativas.
Resumiendo, estamos en presencia de inversiones de renta fija con, al menos, tres rasgos que tranquilamente pasan el tamiz del filtro conservador:
tenemos certidumbre en cuanto a las fechas de pago,
vemos relativa estabilidad de precios y
son instrumentos líquidos —permiten entrar y salir con facilidad—.
La renta fija picó en punta
Veamos cuál fue la performance de estos activos, considerándolos como un todo. Para ello, empleo el Índice de Bonos que elabora el IAMC, que incluye tanto las alternativas en pesos como en dólares.
En lo que va del año, los precios de los bonos subieron un 22% en su conjunto. Esto es casi 8 puntos porcentuales por encima de la inflación acumulada de este año.
En otras palabras, el capital valorizado a través de bonos hoy compra más bienes que en diciembre del año pasado.
Este rendimiento, incluso, puso la renta fija por encima de las inversiones conservadoras por excelencia de los argentinos: el plazo fijo y el dólar —con retornos de 15% y 12%, respectivamente. Es más, en solo 8 meses, los títulos públicos ya nos pagaron un poco más de lo que un plazo fijo retribuye en todo un año.
Sin ser algo demasiado sofisticados, los bonos fueron negocio, incluso cuando comparten muchas características con el dólar y los depósitos a plazo fijo.
Podemos encontrar bonos en dólares, cuyos precios siguen al dólar financiero de la Bolsa —como lo es el Boden 2015. Vemos bonos que pagan en pesos ligados a la tasa variable de interés de los plazos fijos mayoristas (BADLAR) y a las de las Letras del Banco Central (LEBAC). Y también están los más recientes bonos dollar-linked, que pagan en moneda local pero están atados a la devaluación del tipo de cambio oficial (*).
¿Estamos aprovechando el potencial de los títulos públicos?
En Inversor Global quisimos indagar sobre cómo invierten nuestros lectores. Queríamos saber si están aprovechando efectivamente el potencial que se ve en instrumentos como los bonos.
Casi 700 visitantes de nuestro sitio dieron su veredicto a través de una encuesta.
La pregunta a responder era: ¿cuál es la herramienta más utilizada por el inversor argentino para proteger sus ahorros en el tiempo?
Las opciones eran: dólar – plazo fijo – títulos públicos – acciones.
Los resultados fueron insoslayables. El 73% de los ahorristas intenta proteger su capital con dólares (55%) o plazos fijos (18%). Esto significa que 3 de cada 4 personas encuestadas se inclina por instrumentos que, en los hechos, pierden contra la inflación.
Sólo el 15% de los encuestados afirmó que invierte en bonos. Las acciones, últimas en consideración, cosecharon el 12% de los votos.
La mayoría de los argentinos apostamos por los caballos perdedores, aunque no voluntariamente. El temor y el desconocimiento juegan un rol clave para entender qué hay detrás de ese comportamiento.
La historia nos castigó demasiadas veces por arriesgar o simplemente por confiar en el peso. La susceptibilidad está en nuestro ADN.
Déjeme decirle que esto tiene solución porque se corrige con una diversificación adecuada.
Lo que usted no puede permitirse es ignorar las ventajas de la Bolsa. Los bonos son una pequeña muestra de las bondades que le aguardan en los mercados, aun siendo conservador.
Por desconocimiento, no se prive de hacer rendir mejor sus ahorros. Antonio Machado lo resume muy bien…
“Todo lo que se ignora, se desprecia”. Por una nueva inversión exitosa, Nery
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