La semana pasada la calma volvió a los mercados durante unos días. En este breve período de tiempo, las acciones ganaron. Lo mismo hizo el petróleo y las materias primas.
¿Por qué? Porque las cifras del PBI fueron mejores de lo esperado. Además, el jefe de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, dijo que el argumento a favor de un aumento de las tasas de interés en septiembre fue “menos convincente”.
Oh hombres de poca fe, ¡no teman! Las cosas están sucediendo según lo previsto.
Se acerca el final del verano en el hemisferio Norte. Los mercados están vaticinando lo que pasará en otoño. Al igual que en el Vesubio, una columna de humo se eleva y una nube de polvo se cierne sobre los mercados. El suelo económico tiembla y los animales vuelan.
Pero los compinches de los poderosos nos dicen que no tenemos que preocuparnos por nada.
¿Y quién sabe lo que pasará después? Cuando se trata de prever lo que ocurrirá en el mercado un editor se convierte en un plomero bastante bueno. Él puede unir los caños y desatascar el inodoro. Por desgracia, su pasado como adivino es irregular. Pocas veces se equivoca, pero prevé lo que va a pasar tan pronto que en el momento en el que se produce el suceso incluso hasta él olvidó que alguna vez lo predijo.
Pero hoy se nos anima y se nos incentiva. Nosotros fanfarroneamos, como un poeta con alguna cerveza de más en un bar, sabiendo que detrás tenemos a unos gigantes. Sí, la previsión de John Hussman es muy similar a la nuestra.
“La caída de la semana pasada, aunque en principio parecía significativa, era en realidad una disminución normal y corriente, ejemplo de la ‘desagradable desviación’ que ha seguido regularmente las condiciones del mercado a lo largo de la historia”.
“Debemos distinguir entre causas y detonantes. Si llevas una carretilla cargada con dinamita entre una multitud de malabaristas de fuego, no hay muchas posibilidades de que las cosas terminen bien. La causa del naufragio inevitable es la dinamita, pero el detonante es el tipo que deja caer su antorcha”.
“Del mismo modo, una vez que las valoraciones extremas son establecidas como el resultado de la especulación en la búsqueda de rentabilidad y son permitidas (1997-2000), estimuladas (2004-2007), e incentivadas (2010-2014) por la Reserva Federal, un eventual colapso es inevitable”.
Para los inversores hambrientos de retornos seguros, la política activista de la Fed ha promovido la repetición de las burbujas de valoración, e inevitables colapsos, en los activos de riesgo. Basándonos en las medidas de valoración que tienen la correlación más fuerte con los rendimientos reales del mercado posteriores, esperamos que el S&P 500 disminuya entre un 40 y un 55% durante el final del actual ciclo de mercado. La única incertidumbre es saber cuál es el detonante”.
Una disminución del 50% en los próximos diez años es nuestro pronóstico. Vamos a seguir con esta idea con la esperanza de vivir lo suficiente para ver que es correcta, o en todo caso con la esperanza de vivir lo suficiente para ver cómo termina.
Pero esta previsión es para los precios reales, no para los precios nominales. Creemos que los miembros de la Fed no seguirán sentados en sus asientos cuando el gobierno pierda sus ingresos, los zombis se levantarán enfadados, y los compinches y los que colaboran con las campañas electorales perderán gran parte de su patrimonio neto.
A partir de junio, los ciudadanos estadounidenses tienen 84 billones de dólares en activos netos. Una disminución del 50% en el precio de las acciones acabaría con 12 billones de dólares. Los bienes inmuebles probablemente también bajarán- sobre todo en el extremo superior. Por ejemplo, esa casa carísima de Florida valorada en el mercado en 139 millones de dólares tendría que ser vendida en subasta. ¿Por cuánto se subastaría? ¿10 millones? ¿50 millones? ¿Quién sabe?
La parte más arriesgada del mercado de bonos también sería destruida. Cuando las cosas se ponen difíciles los diferenciales entre los bonos basura y los bonos más seguros (los del gobierno de Estados Unidos) se ensancha. Sectores enteros se irían a la quiebra.
Por ejemplo, aquí está Bloomberg con un informe sobre la deuda en el sector del petróleo:
“En un momento en el que los precios del crudo están rozando su nivel más bajo en seis años, los productores necesitan encontrar medio billón de dólares para pagar la deuda. Algunos no podrán hacerlo.”
El número de bonos de empresas de petróleo y gas con rendimientos de 10% o más, un signo de sufrimiento, se triplicó en el último año, dejando a 168 firmas en América del Norte, Europa y Asia teniendo esta deuda”, según datos recopilados por Bloomberg. El ratio actual de deuda neta sobre ganancias es el más alto en dos décadas.
“Si el petróleo se mantiene cerca de los 40 dólares por barril, la sacudida podría ser profunda”, según Kimberley Wood, una socia para las fusiones y adquisiciones de petróleo en Norton Rose Fulbright LLP en Londres. El West Texas Intermediate subió un 4,5%, hasta los 40,32 dólares el barril, a las 10:50 am en Londres.”
Fácil viene. Fácil se va. No hace falta ser muy listo para ver que el dinero barato en los últimos siete años ha vuelto al lugar de donde vino, es decir, a ninguna parte.
Y entonces, ¿qué debería hacer la señora Janet Yellen?
Incluso ahora, en condiciones menos estresantes, supongamos que los mercados mantienen la calma, ¿Yellen decidirá subir las tasas este mes? Seguramente no.
Las tasas de crecimiento del dinero están en realidad cayendo. Los precios al consumidor están estables, no aumentan, mientras que las expectativas de inflación se reducen. Los datos de desempleo y del PBI reflejan que la economía está funcionando bien, pero no todo lo que brilla es oro.
Y con los mercados bursátiles tan frágiles, ¿se arriesgará la Señora Yellen a causar el pánico en todo el mundo?
No, el aumento de tasas no se producirá en septiembre. Seguiremos con el dinero barato, lo que nos conduce a un situación al más puro estilo Armageddon. La marcha atrás en el tiempo no es una opción. Debemos ir hacia delante, hacia el desastre.
Saludos,
Bill Bonner.
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Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros “Financial Reckoning Day” y “Empire of Debt” que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos.
¿Por qué? Porque las cifras del PBI fueron mejores de lo esperado. Además, el jefe de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley, dijo que el argumento a favor de un aumento de las tasas de interés en septiembre fue “menos convincente”.
Oh hombres de poca fe, ¡no teman! Las cosas están sucediendo según lo previsto.
Se acerca el final del verano en el hemisferio Norte. Los mercados están vaticinando lo que pasará en otoño. Al igual que en el Vesubio, una columna de humo se eleva y una nube de polvo se cierne sobre los mercados. El suelo económico tiembla y los animales vuelan.
Pero los compinches de los poderosos nos dicen que no tenemos que preocuparnos por nada.
¿Y quién sabe lo que pasará después? Cuando se trata de prever lo que ocurrirá en el mercado un editor se convierte en un plomero bastante bueno. Él puede unir los caños y desatascar el inodoro. Por desgracia, su pasado como adivino es irregular. Pocas veces se equivoca, pero prevé lo que va a pasar tan pronto que en el momento en el que se produce el suceso incluso hasta él olvidó que alguna vez lo predijo.
Pero hoy se nos anima y se nos incentiva. Nosotros fanfarroneamos, como un poeta con alguna cerveza de más en un bar, sabiendo que detrás tenemos a unos gigantes. Sí, la previsión de John Hussman es muy similar a la nuestra.
“La caída de la semana pasada, aunque en principio parecía significativa, era en realidad una disminución normal y corriente, ejemplo de la ‘desagradable desviación’ que ha seguido regularmente las condiciones del mercado a lo largo de la historia”.
“Debemos distinguir entre causas y detonantes. Si llevas una carretilla cargada con dinamita entre una multitud de malabaristas de fuego, no hay muchas posibilidades de que las cosas terminen bien. La causa del naufragio inevitable es la dinamita, pero el detonante es el tipo que deja caer su antorcha”.
“Del mismo modo, una vez que las valoraciones extremas son establecidas como el resultado de la especulación en la búsqueda de rentabilidad y son permitidas (1997-2000), estimuladas (2004-2007), e incentivadas (2010-2014) por la Reserva Federal, un eventual colapso es inevitable”.
Para los inversores hambrientos de retornos seguros, la política activista de la Fed ha promovido la repetición de las burbujas de valoración, e inevitables colapsos, en los activos de riesgo. Basándonos en las medidas de valoración que tienen la correlación más fuerte con los rendimientos reales del mercado posteriores, esperamos que el S&P 500 disminuya entre un 40 y un 55% durante el final del actual ciclo de mercado. La única incertidumbre es saber cuál es el detonante”.
Una disminución del 50% en los próximos diez años es nuestro pronóstico. Vamos a seguir con esta idea con la esperanza de vivir lo suficiente para ver que es correcta, o en todo caso con la esperanza de vivir lo suficiente para ver cómo termina.
Pero esta previsión es para los precios reales, no para los precios nominales. Creemos que los miembros de la Fed no seguirán sentados en sus asientos cuando el gobierno pierda sus ingresos, los zombis se levantarán enfadados, y los compinches y los que colaboran con las campañas electorales perderán gran parte de su patrimonio neto.
A partir de junio, los ciudadanos estadounidenses tienen 84 billones de dólares en activos netos. Una disminución del 50% en el precio de las acciones acabaría con 12 billones de dólares. Los bienes inmuebles probablemente también bajarán- sobre todo en el extremo superior. Por ejemplo, esa casa carísima de Florida valorada en el mercado en 139 millones de dólares tendría que ser vendida en subasta. ¿Por cuánto se subastaría? ¿10 millones? ¿50 millones? ¿Quién sabe?
La parte más arriesgada del mercado de bonos también sería destruida. Cuando las cosas se ponen difíciles los diferenciales entre los bonos basura y los bonos más seguros (los del gobierno de Estados Unidos) se ensancha. Sectores enteros se irían a la quiebra.
Por ejemplo, aquí está Bloomberg con un informe sobre la deuda en el sector del petróleo:
“En un momento en el que los precios del crudo están rozando su nivel más bajo en seis años, los productores necesitan encontrar medio billón de dólares para pagar la deuda. Algunos no podrán hacerlo.”
El número de bonos de empresas de petróleo y gas con rendimientos de 10% o más, un signo de sufrimiento, se triplicó en el último año, dejando a 168 firmas en América del Norte, Europa y Asia teniendo esta deuda”, según datos recopilados por Bloomberg. El ratio actual de deuda neta sobre ganancias es el más alto en dos décadas.
“Si el petróleo se mantiene cerca de los 40 dólares por barril, la sacudida podría ser profunda”, según Kimberley Wood, una socia para las fusiones y adquisiciones de petróleo en Norton Rose Fulbright LLP en Londres. El West Texas Intermediate subió un 4,5%, hasta los 40,32 dólares el barril, a las 10:50 am en Londres.”
Fácil viene. Fácil se va. No hace falta ser muy listo para ver que el dinero barato en los últimos siete años ha vuelto al lugar de donde vino, es decir, a ninguna parte.
Y entonces, ¿qué debería hacer la señora Janet Yellen?
Incluso ahora, en condiciones menos estresantes, supongamos que los mercados mantienen la calma, ¿Yellen decidirá subir las tasas este mes? Seguramente no.
Las tasas de crecimiento del dinero están en realidad cayendo. Los precios al consumidor están estables, no aumentan, mientras que las expectativas de inflación se reducen. Los datos de desempleo y del PBI reflejan que la economía está funcionando bien, pero no todo lo que brilla es oro.
Y con los mercados bursátiles tan frágiles, ¿se arriesgará la Señora Yellen a causar el pánico en todo el mundo?
No, el aumento de tasas no se producirá en septiembre. Seguiremos con el dinero barato, lo que nos conduce a un situación al más puro estilo Armageddon. La marcha atrás en el tiempo no es una opción. Debemos ir hacia delante, hacia el desastre.
Saludos,
Bill Bonner.
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Bill Bonner es fundador y presidente de Agora Inc., con sede en Baltimore, Estados Unidos. Es el autor de los libros “Financial Reckoning Day” y “Empire of Debt” que estuvieron en la lista del New York Times de libros más vendidos.
Publicado en Inversor Global
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