Mientras visitaba la Casa Blanca en su primer día en Estados Unidos este año, el papa Francisco hizo un fuerte alegato a favor de la libertad religiosa, que dirigía explícitamente al presidente Obama. Esto se produjo poco después de que hiciera una visita no programada a las Hermanitas de los Pobres, que están demandando a la administración Obama por su derecho a no incluir la contracepción artificial como parte de su plan de seguro sanitario, que es obligatorio por las regulaciones del Obamacare. Las enseñanzas católicas ven como pecado el uso de contracepción artificial. La relación entre sus comentarios al presidente y su visita a las Hermanitas era evidente.
Esta postura loable y bienvenida viene de un papa que, aparte de su preocupación por los pobres, es conocido por hacer varias declaraciones desafortunadas que son bastante críticas con el capitalismo. Combinadas estas dos posturas, aunque no parezcan relacionadas, representan una profunda contradicción en el pensamiento del papa.
En realidad, la única disposición socioeconómica que garantiza los derechos de todas las personas a ejercer libremente sus creencias religiosas es el capitalismo de libre mercado, que destaca los derechos de la gente a poseer y usar la propiedad como les parezca y a contratar libremente con otros en términos acordados mutuamente.
Es un sistema que se basa estrictamente en la cooperación voluntaria y que deslegitima el uso de la fuerza y el fraude. (Aparte, pienso personalmente que, por esta razón, es el sistema más coherente con el cristianismo). Bajo esas disposiciones institucionales, no habría necesidad de protecciones legales o constitucionales concretas para la libertad religiosa. Estas libertades son propias del sistema.
Consideremos, por ejemplo, la orden de contracepción que está siendo combatida por las Hermanitas de los Pobres. Esto se enfrenta directamente con uno de los derechos más básicos del capitalismo: el derecho a comerciar y contratar libremente con otros.
Bajo el laissez faire o, como algunos lo llaman, el capitalismo “salvaje”, lo que esté cubierto por cualquier póliza sanitaria contratada por las Hermanitas de los Pobres sería un asunto privado entre ellas, su empresa aseguradora y posiblemente cualquier empleado que también estuviera cubierto por el plan.
Si el plan de seguro sanitario que ofrece la aseguradora fuera inaceptable para las Hermanitas, por la razón que fuera, serían libres de irse o negociar una cobertura distinta con aquella. Y si el seguro sanitario ofrecido por las Hermanitas a cualquiera de sus empleados fuera una parte inaceptable de su paquete de prestaciones, también serían libres de irse y buscar un empleo en otro lugar o renunciar al seguro proporcionado por el empleador y contratar un plan distinto que elijan ellos mismos. Esto podría producirse como parte de un intercambio entre las Hermanitas, sus empleadoras, por un salario superior. Todo esto ocurriría sin la necesidad de ninguna discusión concreta sobre libertad religiosa. La libertad religiosa de las Hermanitas y su libertad de llegar a contratos acordados mutuamente son uno y lo mismo.
Más allá de esto, el derecho a adorar a quien uno elija sería bastante hueco sin el derecho a poseer o contratar el alquiler de propiedad física. El derecho a adorar implica el derecho de una organización religiosa a tener un espacio físico para reunirse y dar culto en ese especio como le parezca conveniente. Sin este derecho fundamental de propiedad, que solo está garantizado sin duda bajo el capitalismo, el derecho al culto libre como uno elija es tentativo en el mejor de los casos e inexistente en el peor.
El derecho a negar libertades religiosas deriva del poder del gobierno a negar el derecho a usar libremente la propiedad. Cuando la URSS quiso acabar con la iglesia católica en Ucrania, confiscó sus propiedades, es decir, las iglesias. Lo soviéticos sabían muy bien que el derecho al culto libre era del derecho a poseer libremente.
Esto no acaba en las libertades civiles. De hecho, los derechos de propiedad y el libre intercambio están en el núcleo de la capacidad de todos de ejercitar las libertades civiles más generalmente. El derecho a la libertad de expresión y prensa y los derechos de libre reunión, manifestación, boicot, etc. están dos automáticamente garantizados bajo el capitalismo.
Es así porque el capitalismo garantiza nuestro derecho al desacuerdo con otros, que es realmente lo que se está protegiendo cuando se reconocen todas estas libertades. A este respecto, sería útil para el papa Francisco prestar atención a las palabras de una famosa atea, Ayn Rand, que señalaba que:
El derecho a estar de acuerdo con otros no es un problema en ninguna sociedad: es el derecho a estar en desacuerdo el que es crucial. La institución de la propiedad privada es la que protege e implanta el derecho a estar en desacuerdo.
Santo Padre, la libertad religiosa no es nada más que el derecho a no estar de acuerdo.
Fuente: http://www.miseshispano.org/2015/11/el-papa-francisco-se-contradice-sobre-libertad-religiosa-y-capitalismo/
Enviado por Mises Hispano
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